25. Nuevos horizontes

172 25 64
                                    

Cory Shane

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cory Shane.

Mis manos permanecían en sus brazos, brindándole caricias suaves con la única intención de calmar su desesperacion. Nunca tuve la oportunidad de verlo así de derrotado, a excepción de la noche del último partido que tuvo, la misma en la que se desvaneció toda esperanza de volver a estar juntos. Pero lo que veía en este momento era completamente distinto a lo que miré aquella vez, en su mirada se reflejaba un suplicio incesante, en él había una tristeza más allá de lo superficial.

Si soy honesta, estaba tan enfadada con él por no haber reaccionado antes de que tomara la decisión de irme del país, pero lo que seguía sintiendo por él me hacía compadecerme de su sufrir, y tan solo quería poder disipar todo su dolor, toda esa maldita tristeza que cruzaba por su alma.

Dejé de acariciar sus brazos, suspendiendo mis manos a cada costado de mi cuerpo, no sabía qué hacer, debía subir al auto y enfrentarme a Sebastián antes de tomar mi vuelo, pero Ithiel solo estaba retrasando lo inevitable. El amor que le tenía me llevó a tomarle del rostro con delicadeza, mientras seguía detallando esas expresiones que dejaban de lado al macho alfa, arrogante y mezquino que siempre había sido conmigo. Ithiel cerró sus ojos unos instantes, permitiéndose sentir mis caricias, pero en cuanto dejé de hacerlo los abrió de nuevo, solo que yo había decidido tomar un par de pasos hacía adelante, acortando más la distancia que había entre los dos. Solo dos centímetros nos separaban del otro y cualquier movimiento que hiciéramos nos haría rozar nuestros labios.

—Sanaremos cuando podamos dar tres pasos de distancia. Lamentablemente somos polos opuestos, con corazones tempestuosos que han dejado heridas llenas de agonía, pero yo sé que un día podremos mirarnos y no sentir ese sentimiento que tanto nos ha desgarrado.— Mascullé sobre sus labios, provocando mis hormonas y el deseo que los dos nos teníamos. Así que fue inevitable no besarnos por lo menos una última vez.  Impacté mis labios sobre los suyos, disfrutando del único beso tierno y delicado que he tenido de él. Unos segundos más tarde me separé de su anatomía y tomé toda la distancia que pude, abrazando mi cuerpo. —Hasta que el tiempo nos sane.

La mirada al frente, sus ojos sobre mí, y mi corazón latiendo a mil por segundo, decirlo no fue fácil, pero había sido lo más valiente que hice después de todo, después de haber sido la víctima de sus engaños y de haber sufrido algo que pude evitar antes de que sucediera.

Subí al auto que seguía esperándome a unos pocos pasos, dejandolo con la palabra. Sabía que si me quedaba un solo segundo más caería en el poder de sus palabras y terminaría volviendo a una relación tóxica y dañina. No estaba lista para volver a estar con él, no podía seguir sufriendo solo por un amor que nunca iba a ser de la manera que yo quería que fuera.

  —Llevame a casa de Sebastián— Ordené en cuanto conecté con la mirada de Jace, a través del retrovisor.

  Alguna vez escuché que, quien quiere a alguien no se aleja, sino que decide enfrentarse a la tormenta sin importar cuántos rayos intenten caerle encima, sin embargo, llegué a la conclusión de que si los rayos terminan cayendo sobre uno mismo lo mejor que puedes hacer para salvarte y salvar a esa persona, es tomarte el tiempo que sea necesario, alejada en algún lugar donde la tormenta no te persiga, porque según esta teoría, de esa manera podrás sanar las heridas y hacer que cicatricen hasta que no duelan más.

Corazones Tempestuosos (AQM I) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora