Capítulo 4

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Volvimos a la casa cuando el cielo estaba ya oscureciendo. Por suerte a un lado de la cafetería se encontraba el Bosque del Melodrama, un bosque muy conocido por la zona y que antaño había estado prohibido de ingresar por mandato de los más viejos, ya que todo aquel que entraba allí y regresaba perdía la cabeza y no volvía a ser el mismo. Eso mismo le sucedió al mismo Josemaría Scott cuando su amada murió por una fiebre muy intensa. Se sintió tan apenado que dejó en su carta de luto sus últimos deseos, dejó a cargo el puesto de presidente a su mejor amigo y se compró una cabaña en los límites de la ciudad, luego entró en el bosque y regresó con un rostro obnubilado y balbuceando palabras sin sentido y así, finalmente, terminó el resto de sus días encerrado en su cabaña. En estos tiempos ya muchas personas habían explorado aquel bosque y finalmente esos efectos los producían ciertas plantas exóticas y con colores vivaces que expulsaban unas esporas con efectos alucinógenos y que alteran anatómicamente el sistema nervioso a largo plazo. Todas ellas fueron llevadas al extranjero para su estudio, pero dejaron algunas que no botaban esporas para no extinguir la flora natural del bosque. Actualmente estaba abierto para todo público y recibía muchos turistas que quedaban maravillados ante la gran gama de colores que parecían sacados de una película. 

Violeta había quedado maravillada con la visita y nos tomamos muchas fotos junto a un gran árbol con flores moradas que a la oscuridad emitían cierta luz que era imposible explicar de dónde provenía, pero que alumbraba lo suficiente para crear un ambiente romántico. Posiblemente recibía ese nombre por las infinitas emociones que alguien podía sentir al verlo. Luego de salir del bosque visitamos "El Horno Blanco", una pequeña cafetería con una chimenea blanca que se podía ver desde afuera. Dentro el mundo alrededor cambiaba: el ambiente era rústico y todo lleno de madera, combinado con algunos cuadros vanguardistas al óleo y lámparas colgantes que daban iluminación estratégica. Al centro se apreciaba el horno blanco que le daba su nombre y el aroma a pan caliente era suculento y llamaba al hambre. Nos pedimos dos caprese con pan ciabatta recién horneado que disfrutamos como si fuera la primera vez que hubiéramos comido uno y los acompañamos con un jugo. Recordé nostálgicamente las primeras salidas con Violeta después de clases, cuando buscábamos una cafetería cercana a la universidad a tomar un lonche y correr con la misma hacia su casa, puesto que aún sus padres no sabían que estábamos saliendo. Ahora ya no estaba la adrenalina de los enamorados, pero esta nueva etapa la sentía como una evolución de nuestra relación. Aunque aún seamos dos perdices con mariposas revoloteando alrededor, era el primer paso para tener mi vida completa y junto a la mujer que amo. 

Al salir Violeta me llevó hacia un espacio cerca del bosque y lejos de la gente, donde había un árbol grande con brotes de flores en su copa que habíamos divisado al llegar al sitio. Quería que marque nuestro "sello de compromiso" en él.

-Violeta, ya somos muy grandes para estar rayando los árboles, va a parecer que somos delincuentes.

-Vamos, será la última vez que vivamos los tiempos antiguos. Además, quiero que el mundo sepa que nosotros estamos juntos ahora y siempre. 

Lo dudé por un momento; sentía que le faltaba el respeto al ambiente al hacer aquello, pero después de acercarse a darme un beso decidí hacerlo. Saqué del llavero la navaja con bordes de oro de mi padre e hice tajos con mis iniciales y las de Violeta, se la entregué y ella completó el trabajo sucio con un corazón. Luego guardé mi navaja y ella  salió corriendo de regreso a la casa llevándome a mí de la mano, como si hubiera hecho una travesura.  Corrimos y reímos por diez minutos que se pasaron volando igual que las aves que buscaban refugio de la noche que se avecinaba. 

Así llegamos de vuelta a nuestra casa, felices y agotados de nuestro paseo. Ahora en lo que quedaba del día podíamos tomar algo caliente, ver una película, alistar una camisa presentable para mañana y finalmente dormir. Pero cuando abrí la puerta y pasamos adentro, Violeta cerró la puerta rápidamente y empezó a besarme con placer, pegando su cuerpo hacia mí con tal fuerza que me hizo retroceder hasta chocar con la puerta. Me sobresalté ante su reacción tan inesperada, aunque sí le seguí el beso. Ella se percató de mi reacción y trató de ayudarme cogiendo mi mano y llevándola rápidamente hasta su cadera, por debajo del vestido. Quise detenerla un momento ya que no sentía cómodo hacerlo ahí y en ese instante, pero Violeta ya tenía la chispa del placer en todo su cuerpo.

Recordando cómo amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora