✧ρσяи ѕтαя✧ ༶ʝєσи ʝυиg кσσк༶✓

ȶɦʀɛɛ: ∂૨εαɱ

нуєѕυиg

Temprano en la mañana, me desperté y alisté. Desayuné un poco y salí corriendo de mi casa antes de que mis padres me vieran.

Sinceramente, esperaba transmitirles mi decisión después...más tarde.

Debía prepararme para ello.

Mis padres son los típicos empresarios que viven de la opinión de los demás, haciendo lo posible y lo imposible por no arruinar su imagen pública.

Pero, honestamente, yo me limpio el culo con todo eso.

Nunca me ha importado la opinión de los demás, a excepción de dos personas: Jeon JungKook y Jeon MiYoung.

Ellos siempre me brindaron una amistad verdadera, y aprecio tanto sus halagos, como sus críticas.

Se puede decir que, en parte, son lo único que me importa. Porque mis padres dejaron de hacerlo en el justo momento donde planeaban comprometerme con un tipo que ni siquiera conocía.

-¡Hye!-escuché su voz, aquella que tanto me relaja y excita escuchar.

Llevaba un buen tiempo esperando al chico por el que había caído tan hasta el punto de entrar en una puta empresa productora de películas pornográficas.

Y sí, ese era Jeon JungKook.

-Buenas noches, Jeon-enarqué una ceja, hablando con notable sarcasmo-. No sé por qué no me sorprende que llegues tarde.

-Yo no llegué tarde-su ceño se frunció y negó-. Tú llegaste demasiado temprano-se defendió.

Solté una carcajada en su cara.

-Me dijiste que estuviera aquí a las siete, y ya casi son las ocho-dije.

-Pero la entrevista es a las ocho y media-sonrió y, como si fuera un niño, juntó sus manos tras su espalda, unió sus talones y se balanceó ligeramente de adelante hacia atrás.

Mi semblante divertido desapareció, y por consiguiente, el suyo también.

-¡Oh! No, no, no, no, no. No te enojes, Hye-se apresuró a decir y abrazarme.

-Eres un puto-mascullé, y lo alejé de mi persona-. Ahora entremos, antes de que me arrepienta.

Tomé su mano, y lo obligué a entrar a la dichosa productora.

★｡+ﾟ☆ﾟ+｡★

-Entonces ¿Un dúo?

JungKook y yo asentimos, y aquel señor anotó algo en un papel, seguramente nuestra respuesta.

-Bueno ¡Felicidades! Están oficialmente dentro-nos sonrió.

Mi compañero y yo estrechamos la mano con el señor, y salimos junto a él de su oficina. Planeaba mostrarnos y explicarnos todo.

Internamente me sentía aliviada, pues, no sé cómo, había convencido a JungKook de que estuviéramos juntos en absolutamente todo lo que hiciéramos.