Toma mi mano

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Siempre estaré agradecido...

Si no fuera por ti, él jamás hubiera creído mi versión. Me ayudaste antes, durante y después, Izumi. 

No podías saber cuándo ni en qué momento iba a estar acá, simplemente estabas acá. Ayudándome a recuperar el amor de mi hermano. 


Siempre estaré agradecido...

Tú eres la mujer que quiero a mi lado, tú y nadie más que tú. 


¿Quieres seguir conmigo?

¿podrías mantener esto bajo siete llaves?


En algún momento Sasuke incluso podría enamorarse de ti. Tengo miedo de que eso ocurra. Tal y como yo en alguna oportunidad te admiré, él podría admirarte. 

Él puede admirarte con otros ojos, tal vez. 


 — ¿Qué estás diciendo? ¿por qué me dices todas esas cosas? 

                                                                   (...) 


He dedicado la mayor parte del tiempo en cuidar a Sasuke, dejé sueños y metas de lado. ¿Por qué iba a luchar por ellos cuando tú ni siquiera estás aquí para verme de cerca? 
Tu hermano menor se ha convertido en mi gran prioridad. Quiero protegerlo, quiero hacer lo que no pude hacer por ti.
Si tan solo tú y yo...
 
Si tan solo me hubiera quedado contigo...
Te di el momento para contar tus penas, yo te escucharía, tal vez pude darte alguna solución. ¿Quién sabe? Tal vez la aldea pudo estar en paz incluso más tiempo. Pero no... y lo entiendo. Tenías miedo. 
Sé que no quisiste contarme cuando la presión que caía en ti era desde muy pequeño. Yo vi cuando estuviste a punto de lanzarte al vacío para suicidarte. Yo sentí cuando te arrepentiste. 


Hay una sola conexión con ese ser que amabas.
Itachi, tú siempre amaste a tu hermano, jamás dejaste de hacerlo. Sacrificaste muchas cosas por amor. 


Tu mundo entero es Sasuke... prometo siempre cuidar de él, lo prometo. 

                                                                                   (...)



Su frente estaba perlada en sudor, su respiración se había salido de control. Con angustia miró a los dos lados tratando de ver si estaba todo en normalidad. 

— ¿Qué fue eso? — Dijo suavemente.
— ¿Qué sucede? ¿estás bien? — Las manos pálidas, delgadas pero fuertes de ese hombre, tocaron el pecho de Izumi para que tranquilizara su respiración. — ¿Estás bien, Izumi? 
— Yo...

De pronto, fuera de la habitación de estos dos, se oyeron pasos apresurados. La puerta de su habitación se deslizó, ambos veían a Sasuke. 
— Izumi, ¿estás bien? sentí que algo malo pasaba. 

La castaña todavía estaba incrédula, no podía creer que todo lo que había estado experimentado no era más que un cruel sueño. 
Las cosas seguían con normalidad. 
Izumi asustada, se levantó para abrazar a Itachi, seguido de ello, se levantó solo para ir donde estaba Sasuke, el cual también recibió un abrazo. 

— Gracias, Sasuke... 

— Ve a tu habitación, Sasuke, tienes que dormir. 
— Sí. — Se apartó de Izumi no sin antes obsequiar una carismática sonrisa. Una vez se retiró, dejó a estos dos a solas. 
La castaña regresó a la cama. 

— Soñé algo muy extraño... soñé que eras un asesino. Soñé que...
— Izumi... — Trató de calmarla mientras acariciaba su suave mejilla.— Tú eres muy lista, pudiste ver cuando las cosas estaban mal en mí, pudiste saber que estaba cargando con un gran peso, debido a ello, mis problemas te han hecho sentir preocupación. Pero no te angusties. 


Ahora estaba en sus cabales. Recordó que esa guerra civil jamás se hizo efectiva, sin embargo, ocurrió un ataque a la aldea donde, lamentablemente, Fugaku y Mikoto fueron brutalmente asesinados por el enemigo. Los grandes clanes lucharon hombro con hombro junto con Konoha. 
La paz se consiguió gracias a Itachi, aquel que, luchó a la par con su hermano y también con ella. 
Danzo, también estuvo en el campo de batalla, pero él fue asesinado sin oportunidad de defenderse. 

Después de ese gran ataque a la aldea, Izumi tomó un rol primordial para Sasuke e Itachi. Al mayor lo guió en todas sus dudas, y al menor lo trató como si fuera su hijo. 
Itachi e Izumi, se convirtieron en la familia amorosa que Sasuke necesitaba. 

— ¿Qué puedo hacer para que tu miedo se vaya? — Itachi recostó a Izumi en la cama. La suave colcha la recibió con gusto. Las sábanas cubrieron su cuerpo, su cabello volvió a estar bajo esas mantas. — Tal vez... — Murmuró de forma pícara. — Llenarte de besos, o...
— Itachi... — le dio un pequeño golpe en la frente. — Sabes que yo...
— Hace una semana que nos casamos, y no hemos podido disfrutar nada, y todo esto porque a la quinta se le ocurre enviarnos a misiones. — Suspiró pesadamente el pelinegro — Tuve que recordarle que me había casado. 
— No pudimos disfrutar ni una sola luna de miel. Tampoco creo que sea necesario. Mi miel más dulce eres tú.  — Acotó Izumi.
— Ven acá... 


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La ventana permitía que el fulgor plateado de la luna nocturna, acaricie la piel pálida de los dos. Itachi se comportaba de manera cuidadosa. Lo que menos deseaba era causar algún tipo de daño en ella. 

Él era muy tierno, delicado, cuidadoso con su actuar. 
Deslizar el camisón de dormir de Izumi fue toda una obra, más cuando pudo apreciar por primera vez su cuerpo desnudo. 
Piel pálida, vientre esbelto, pechos firmes, pequeños botones erectos debido a la excitación del momento. 

Itachi se permitió avanzar. Depositar pequeños besos en el cuello, lamer, morder, marcar a Izumi por primera vez como parte de su propiedad. 
Ella, a diferencia, extendió sus pequeñas y delicadas manos, las mismas que terminaron regalando un especie de masaje en la espalda desnuda y trabajada de su hombre. 
La punta de sus yemas, delinearon desde su hombro hasta la cintura de este. En ese punto se detuvo pues, Itachi no dejaba de verla con ojos asombrados. 

— ¿Qué miras? — Preguntó con un tono nervioso, Itachi tenía una mirada muy profunda e inquietante.
— Estoy perdidamente enamorado de ti, Izumi — Admitió a su mujer. Ese lado tan tierno, dulce siempre le causó cierta conmoción. 

Las palabras sobraban en ese momento, Izumi no permitió al contrario seguir charlando, lo único que necesitaba era tomar el néctar de su ahora esposo, aquellos labios que le sabían a gloria eterna, un sabor extremadamente tibio, ardiente. Su lengua acarició a la de este muchacho, ambos movieron sus bocas con vehemencia, sus alientos chocaban en busca de recobrar el aire por la forma intensa de sus besos. 

Izumi meneó las caderas, una sensación exquisita recorrió su zona íntima, una que hace tiempo atrás había experimentado, y que también al principio de ese sueño experimentó. 
La castaña cerró los ojos cuando Itachi tomó su cabello negro para sostenerlo en una coleta algo baja, traía planeado algo. Su lengua recorrió el delgado vientre de la mujer, la húmeda lengua de este bajó hasta el monte de venus de la chica, ella por inercia, separó sus piernas para otorgarle mayor comodidad. 

Suspiró suavemente, casi de forma silenciosa pues debía respetar el sueño del hermano del adverso. Itachi lo sabía, esa mujer quería soltar suspiros altos. Con maldad, su lengua sedienta de placer, bajó hasta la intimidad de la chica, con sus dedos este separó los labios y fue ahí que la punta de su lengua acarició de manera circular aquel punto satisfacción. 

La castaña vibró de placer, la punta de sus pies trataron de hacer fuerza en la colcha, su mano derecha de manera obligada fue a parar a su boca para callar sus jadeos, mientras que la otra enredó sus dedos entre el cabello ya amarrado del chico, obligándolo así a que continuase con aquel acto tan sensual. 

La saliva del muchacho se mezcló con el dulce néctar de Izumi, el sabor delicado e íntimo, entre sonidos acuosos como si se tratase de los labios de la mujer, de esa misma manera devoró aquella zona. Ella no dejaba de humedecer, estaba embelesada por tanto placer. Ella por su parte no tenía idea de esas cosas, sin embargo Itachi sí contaba con esa experiencia. 
Para ella no era el momento de investigar quién fue la primera mujer, para ella lo que contaba es que ese placer estaba perteneciendo a su cuerpo. 

Itachi soltó aquel botón con un sonido apretado de sus labios, ella se sintió divertida pero también nerviosa. 
El muchacho se acomodó entre sus piernas. Fue ahí cuando los ojos oscuros de ella bajaron nerviosos pero curiosos a ver lo que la haría suspirar. 

Bajó sus pantalón de dormir junto con ese bóxer apretado, desde ya se apreciaba un bulto aprisionado, más cuando este bajó ambas prendas, su hombría logró lucir erecta. 
Ella sintió deseos de lamer, saborear, menear su lengua, tener eso en su boca. Él entendió el mensaje pero para eso tendría que esperar un momento pues, una vez él se despojó de sus prendas, se acomodó cerca de ella. 

Antes de penetrarla, su hombría se acomodó en los labios vaginales de esta, con los mismos se meneó de adelante hacia atrás, estos con calor lo envolvieron, una masturbación que ella también gozó. 
Itachi tomó nuevamente los labios de la chica, pequeños besos jadeantes se depositaron, al poco rato esos mismos labios sonrientes, tomaron posición en los pezones de ella. El derecho e izquierdo, los dos tenían la merecida atención. 

Un juego previo que preparó a Izumi, la mantenía deseosa por más. 
Él, consciente que ella necesitaba experimentar el resto, acomodó su virilidad en la entrada de la chica aprovechando la humedad de ella.

La punta de su hombría ingresó con cuidado, y para cuando iba llegando al interior, miró con dulzura a su mujer. 

— Esto dolerá un instante... — 

Advirtió. 
Cuidadoso penetró a Izumi, ella contrajo las paredes vaginales tanto por el inicio del placer como también presa del miedo. Fue ahí que un agudo dolor la encontró. Era similar a cuando se perforaba la oreja. Itachi había quitado la virginidad a Izumi. 
Para que esta no sintiera tanto dolor y esto se convirtiera en placer, el pelinegro continuó jugueteando con sus pezones, su mano derecha se apoyó en la colcha para mantener su cuerpo firme mientras que la otra bajó y se acomodó en un pequeño espacio donde su dedo índice acarició de manera circular el clítoris de ella. 

Izumi se relajó, el dolor solo fue momentáneo pues Itachi le hizo olvidar esa escena desagradable cuando comenzó a acariciar partes que ella ignoraba que dieran placer. Mayor fue su necesidad al momento que él inició el vaivén en contra de ella. 

El cuerpo de ese hombre sobre ella era una imagen impactante y excitante, las manos de Itachi pronto tomaron las de Izumi y las aprisionaron al costado del rostro de ella. 

No existían palabras dulces, pero sí preocupación por parte de él para que Izumi no sintiera ningún tipo de dolor o incomodidad. 

La sábana de la cama era testigo de la primera vez. Una pequeña mancha roja estaba en ella mezclada con el sudor y el movimiento constante de estos.  
La luna era consciente junto a las estrellas. 

Ella se entregaba de forma vibrante, enloquecida por la nueva sensación, y él sonreía de medio lado al verla tan sonrojada. 

Ambos tenían la piel perlada de sudor, Izumi tenía su cabello desordenado, algunos flecos pegados a su rostro, lo mismo Itachi el cual terminó con el cabello suelto. 
El pecho de los dos recobraron el aliento, y luego volvía el mismo impulso. Este nuevamente llevando un vaivén acorde a los movimientos de su mujer la cual ya se había adaptado a su manera de recibir.

Finalmente, luego de una orquesta interminable de jadeos y gemidos suaves por parte de Izumi y roncos por parte de Itachi, el último sintió como una corriente de placer recorrió desde su cabeza hasta su pelvis. Era el momento del climax. A gusto y sin vergüenza depositó su semilla dentro de la chica. 
Ella experimentó la sensación líquida en su interior, se contrajo cuando él lo hizo. 

Itachi retiró su virilidad para complacer su vista con ese maravilloso espectáculo. La chica juntó las piernas y las levantó para tomarlas con sus manos, fue ahí que relajó y el líquido espeso blanquecino salió de su interior. Este resbaló desde aquel lugar hasta recorrer la zona de su ano y finalmente, entre pequeñas hileras cayó en la sábana. 


— Itachi... — Llamó Izumi suavemente a su esposo, estaba recobrando el aliento. — Ahora y siempre quédate conmigo...
— Siempre estaré contigo, Izumi porque tú eres mi esposa y la mujer que amo. — Respondió abrazando a su esposa. 

Era su primera noche de casados, y aunque bien que disfrutaron, no podían dejar evidencia alguna de su momento de placer pues Sasuke tenía la costumbre de llegar en la mañana para despertarlos. Sin embargo, ese momento se convirtió en uno de los momentos memorables para los dos.




NOTA AUTOR: 

Bela, saludos para ti por ganar el segundo Oneshot <3 
Y saludos a Sasusaku forever ¡El grupo de chicas más hermosas del universo! 



Ahora y siempre quédate conmigo. (Oneshot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora