Me levanté temprano, sobre las 8:00 de la mañana para preparar el desayuno a mi madre para cuando se despierte y así aprovechar para terminar los deberes que me habían mandado, al terminar fui al lugar acordado, eran ya las 10:00 pero no había nadie, espere pero eran ya las 10:20 y nada, eran las 10:30 y ya me estaba planteando irme cuando vi que la mujer finalmente llego.
— Uff perdón chico me había quedado dormida. —se disculpa Bellatrix cuando al fin llega.
— Madre mía... Y yo aquí con el fresco esperando media hora. —le digo.
— Lo siento jajá, te compensare de alguna manera. —me dice risueña.
— Pues ya sabes, se nuestra entrenadora. —le pido.
— Jajá para eso antes enséñame el pueblo. —me dice aun entre risas.
— Está bien, pues sígueme y no te pierdas. —le fui enseñando todo el pueblo hasta que dieron ya las 12:00 del mediodía.
— Huy ya son las 12:00, sí que se ha pasado el tiempo rápido chico. —me dice cuando se fija en la hora.
— Deja de decirme chico... Me llamo Carlos Migueru. —le digo ya que me sentía raro porque me llamara así.
— Está bien Carlos, el pueblo es muy bonito. —me dice sonriente.
— Me alegro que le guste. —la respondo.
— Este pueblo lo viví en mi infancia, pero ya no me acordaba de nada, gracias a ti me has hecho recobrar grandes recuerdos. —me dice pensativa seguramente recordando su infancia.
— No es nada Bellatrix, es interesante que haya vivido aquí, ¿qué edad tiene ahora? —le pregunto interesado.
— No me gusta decir mi edad... Pero está bien, tengo 33 años. —me dice con esa sonrisa amable que le caracteriza.
— ¿Y con esa edad no te dedicas nada de fútbol? —le pregunto.
— No Carlos, ahora no me dedico a nada, solo estoy aquí para descansar. —me responde.
— ¿Y antes? —le vuelvo a preguntar.
— No me gusta hablar de mi pasado, solo quédate con una mujer que sabe jugar al fútbol. —me dice amablemente.
— Vale como diga, solo me interesa que sea nuestra entrenadora. —le aseguro.
— Jajá, sí que eres pesado con eso ¿no? —me dice entre risas.
— Pues sí, porque creo que tú tienes la capacidad para serlo. —le respondo con honestidad.
— Bueno, antes te voy a invitar a un refresco. —me responde amablemente.
— Está bien. —nos fuimos ambos a un bar y me invito tal como ella dijo.
— Lo de ser entrenadora, ¿Me pagarían? —me pregunta interesada.
— No creo que trabajes de gratis. —le digo.
— Interesante, no puedo vivir siempre de mis ahorros. —me devuelve.
— Pero si quieres entrenarnos ya sabes que será difícil, ya sabes cómo está el club. —le digo para asegurarme que conoce lo delicado de nuestra situación.
— El dinero me es lo de menos, lo que pasa es que llevo mucho tiempo aburrida y tampoco estaría mal entrenar para matar el rato. —me asegura ella.
— ¿Eso quiere decir que vas a ser nuestra entrenadora? —le pregunto entusiasmado.
— Probablemente, pero seré muy dura, tu equipo necesita disciplina y más motivación. —me asegura.
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Migueru
Roman pour AdolescentsEsta historia nos cuenta de como Carlos se unio al club de futbol Kirameku Hana y su deseo de pasar al torneo nacional y ganarlo.