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Entré por la puerta principal dando largos pasos, con la cabeza alta y sujetando bien uno de los tirantes de mi mochila. No me considero popular, nunca he pensado de mi misma así, pero depende de cuál sea la definición correcta del concepto. Siempre he soñado con ir a un instituto como los que veía en las películas adolescentes, lleno de taquillas donde guardar tus pertenencias, con un club de teatro, preparar el baile de graduación, dudar entre apuntarse o no a ser animadora... Sin embargo, mi instituto dista mucho de ser así. Aquí no tenemos taquillas, tienes que traer todos tus libros de casa y cargar con ellos durante todo el día, y tampoco hay clubs. Aunque hay una cosa que no falta: el drama. Por desgracia eso es algo que siempre ha formado parte de mi vida, aunque intente evitarlo creo que soy como un imán para los problemas, y no es precisamente porque sea el tipo de persona rebelde que le gusta romper las reglas, ya que en realidad soy todo lo contrario. Si le preguntas por mi a algún estudiante de bachillerato, estoy segura de que dirá algo como "Ah, sí, Grace, es la chica buena del instituto", con tono de burla, claro, porque parece que aquí ser buena es lo peor que puedas hacer.

Quizás sea por eso por lo que tanta gente me odia. Soy algo así como un ejemplo a seguir, en general. Los profesores siempre le hablan de mi a sus alumnos para animarlos a estudiar más, los padres que me conocen me ponen de ejemplo para sus hijos, y claro, es por eso que hay tantos estudiantes que me conocen aunque no hayan hablado nunca conmigo. 

–¡Hey, Grace, espera!

Y ese es Jimin. Lo conozco desde que iba a primaria, siempre me cayó bien y lo considero una buena persona, puede que incluso nos podamos definir como amigos, como amigos de clase.

–Hola, perdona, es que no quería llegar tarde a clase. -le sonreí, porque sí, algunos dicen que soy fría y distante pero ¡oh sorpresa!, a veces sonrío.

–¿Tarde? -rió con su tan característica sonrisa mirando su reloj de muñeca. –Pero si aún quedan cinco minutos para que suene el timbre. 

Jimin pasó su brazo por mis hombros en un gesto amable y continuamos caminando. Al subir las escaleras que daban a nuestro pasillos, había un grupo de estudiantes de tercero hablando.

–Uhmm, ¿te importa que vaya a saludar?

–No, claro, ves, nos vemos en clase.

–Hasta ahora, Gracie.

Me giré un momento para ver dónde se dirigía mi amigo, y me pareció reconocer uno de los rostros. Taehyung. El Taehyung por el que tantos años había estado preocupada. ¿Y si no era él? No, no podía serlo, se marchó de aquí hace un par de años, ¿por qué iba a volver ahora?.

Como si me hubiera leído el pensamiento, se giró hacia mi. Un segundo. Solo bastó un segundo para darme cuenta de que aún no lo había superado, y que eso suponía un gran problema para mi.


Serendipity | Kim TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora