Tiempo

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Nunca nadie diría que Hinata Hyuga es una persona que se desespere por cualquier cosa sin una buena razón, siempre era ella la más tranquila y lógica durante situaciones difíciles, tan solo superada en ese aspecto por el inalterable muro de tranquilidad que rodeaba a su marido todo el tiempo, pero en ese momento, justo en ese instante Shino presenciaba una escena peculiar en la cocina de su casa que amenazaba con derribar lo que ahora gracias a su esposa se había convertido en una frágil pared de papel.

La morena de cabello corto y ojos albinos picaba fresas de forma frenética estaba enfadada y cuando lo estaba picaba frutas y verduras como si estuviera advirtiendo que algo similar les pasaría a sus dedos si no se disculpaba.

-¡no puedo creerlo!- rechisto ella botando a la basura las hojas -tu nunca olvidas nada Shino- reclamo apuntando a la ventana frente a ella con el cuchillo dándole la espalda -no puedo creer que de todo lo que podías dejar pasar ¡olvidaste los rollos de canela!- el mundo se iba a acabar en su cocina, eso sin duda, Hinata volteo a verlo con el ceño fruncido y el rostro arrebolado, le apuntaba con el cuchillo, aun así Lucía hermosa, llevaba un vestido largo y por encima un suéter blanco que terminaba de cubrir sus hombros, traía puesto el delantal y ya era visible el bulto en su panza, su primer hijo y suponía Shino la razón de su irritabilidad.

No podía decirle que de ella no había pedido nada en la mañana, que estaba tranquila trabajando en el jardín, no quería detenerla así que no pregunto y que el recuerdo de pedir rollos de canela era del día anterior, no quería hacerla sentir mal, realmente odiaba más verla lamentándose algo que enojada.

-puedo ir ya mismo a casa de Torune, Mizu tendrá algunos recién hechos- menciono con tono neutral intentando hacer frente como si no temiese de ella.

- ¡no te molestes! - se apartó el delantal y dejo todo picado sobre el mesón de la cocina. -iré yo misma, no voy a tolerar que insinúes que no puedo hacerlo yo sola. -

Estábamos en un caso severo, no había visto así a su mujer desde que pensó que su compañero Yöji era una chica, eso y la manipulación impuesta por Ino, quien aseguraba que siendo él tan inteligente y reservado podría ocultar cualquier cosa incluso del Byakugan, así que durante toda una semana Hinata lo castigo dándole la espalda durante la noche y tuvo que esperar a que preguntara sobre su compañera castaña para caer en cuenta de lo que pasaba.

Yoji fue a cenar con ellos unos días después y él obtuvo pastelitos al lado de su almuerzo durante un mes como retribución.

Entonces siguiendo esta lógica ¿que podría ser ahora? A estas alturas dudaba mucho que fuera solo su hijo lo que la estaba molestando.

-puedo acompañarte, ya eh terminado mi trabajo por hoy- le sugirió, ella no lo miro de vuelta así que se apresuró a poner toda la fruta picada, que yacía en el mesón, en un cuenco y taparlo, dejar los instrumentos sucios en el lavavajillas y seguirla antes de que lo dejara atrás, todo mientras ella solo iba por sus sandalias y una sudadera.

Habían muchas cosas que le gustaban de Hinata desde antes de ser una pareja, entre ellas que no se preocupaba exageradamente por su apariencia, Mientras estuviera peinada y cómoda Hinata podría salir a comprar verduras y a visitar a su hermana no obstante muy seguido también se hacía pequeñas trenzas escogía un kimono horneaba panes de mantequilla e iba a la tumba de Neji, hacia lo mismo cuando iba directamente a visitar a su padre o cuando lo acompañaba al Consejo del clan para cumplir su rol de matriarca y aportar sus opiniones, le gustaba la forma en cómo se veía su cabello trenzado, también cepillado, durante las mañanas el rubor de su piel cuando recién tomaba un baño eso también le gustaba mucho, como sus ojos se entrecerraban a veces cuando leía algún libro o todo el tiempo que podría pasar perdida en el mercado viendo flores, vegetales, ropa y más recientemente cosas de bebes.

Corazón Aburame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora