Capítulo 4: Planes Parte 2

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Hinata Hyuga se movía a toda velocidad sobre techo y techo hacía el despacho del líder Aburame, pensó en ir a casa, a su casa en el complejo Hyuga y tomar un largo baño antes de ver a Shino, pero su urgencia por saber que estaba pensando era mucho más fuerte que el sudor, cabello empelotado o cualquier otra cosa que se le ocurriera.

Arreglarse para verlo era lo que normalmente hacía, demostraba sus respetos hacia el clan Aburame así que como dictaban sus propias tradiciones tenía que vestir kimonos cuando entraba a la casa de Shibi Aburame, Shino ya conocía cada fase suya, desde las más lamentables hasta las más fuertes, quería sentirse suficiente a su lado, porque él rosaba la perfección cuando trataba con ella, Hinata no buscaba ningún tipo de aprobación, simplemente se sentía llena cuando estaba para él porque Shino le inspiraba amor, pero ahora con su ropa de viajé, el cabello amarrado en una cola baja como antes lo haría Neji y medio flequillo pegado a su frente por el sudor corría en su búsqueda lejos de parecer una Ex-heredera ahora solo era una mujer terriblemente preocupada.

santo cielo, que tan distraída había estado de su vida para no notar tales rumores, sí que le había gustado Naruto pero hace mucho, muchísimo tiempo atrás esos solo eran buenos recuerdos.

¿y si Shino los había escuchado? Si algo en él cambio con ella no podría perdonárselo, se sentiría como la persona más terrible del mundo si llegará a lastimar a alguien que prácticamente le había dado todo lo que siempre deseo.

Al inicio fue casi impensable, de todos los chicos Shino fue de quien menos espero una propuesta, su dinámica de equipo la llevo a pensar que sus compañeros veían en ella un añadido más, sin género de por medio y a medida que crecieron supo que podía confiar en ellos como amigos, una connotación que nunca pudo agregar a otra persona fuera de su familia así que su amistad era de las cosas más valiosas que tenía.

Shino no la dejo decir una palabra al respecto, durante muchos meses la dejo creer que había olvidado el tema, que esa confesión era una broma, incluso cuando de la nada Shino la invito a visitar a su familia sintió que todo fluía como siempre, que no existía presión y compromiso tras sus atenciones, como debía ser, pero sus sentimientos no eran una broma y poco a poco noto que desde un principio no sintió desagrado ante la idea, solo era algo nuevo, algo que nunca sintió antes, meditándolo supo lo impactante que en realidad resultaba ser esa confesión; una de las pocas personas que prácticamente ha visto cada detalle de ti te considera hermosa, o por lo menos lo suficientemente fuerte y apta para estar a su lado, eso empezó a causar muchos estragos.

El solo pensamiento la ruborizaba con nuevos tonos, pero no era un escandaloso y errático, el sentimiento que bombardeaba su pecho era de calidez y añoranza cada vez que los dedos tímidos del Aburame rosaban sus manos.

Ambos miraban al cielo en un campo de entrenamiento, él se había retirado un guante y sus yemas bailaban sobre la piel de su muñeca, haciendo caminos por encima de las venas visibles. Su cercanía casi intima hacia que su respiración se volviera difícil, Shino le gustaba, no de forma incomoda, no de forma escandalosa, es como si naturalmente ambos tuvieran que terminar en ese lugar haciendo exactamente eso, era tan orgánico tan placentero que no encontraba forma de resistirse, las yemas suaves empezaron a recostarse en sus manos, hasta que se encontraron encajadas con sus propios dedos, ella misma sin que su mente primero formulara que hacer entrelazo sus manos e instantáneamente sintió la necesidad de verlo, y allí estaba, toda la seguridad que necesitaba echa hombre.

Esperaba tenerlo allí, juzgándola con la mirada, acercándose lentamente a ella, pero no era así, él seguía viendo el cielo arriba de ellos tornarse anaranjado y mezclarse con purpura. Ella sabía lo que hacía porque se entendían tan bien.

Corazón Aburame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora