Capítulo 8. Gelatina

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18 de abril de 2020

34º día de cuarentena

- Alba, es sábado, hoy tenemos que salir – dice la morena muy convencida mientras mira la poca oferta de verdura que hay en el supermercado.

- Pero, ¿cómo vamos a salir, loca? – pregunta la otra entre risas.

- Pues esta noche te invito a cenar yo, vamos a ponernos guapas y a bebernos una copa con música en el salón – explica tranquilamente.

- ¿Invitarme a cenar?, ¿cómo se supone que vas a hacer eso? – dice sin creerse aun lo que le está proponiendo.

- Pues te voy a pasar mi cuenta de los mensajeros esos de las bicis, y tú vas a pedir para las dos – responde con todo planeado – Hay habichuelas redondas en vez de planas, ¿sirven igual?

- Claro, coge de esas, son las que acabo de coger yo – contesta sin pensárselo mucho – Y lo de las copas... no lo tengo tan claro, el otro día...

- El otro día era miércoles y hoy es sábado, nada que ver – dice, como si aquello fuese la explicación definitiva.

- Nada que ver, claro... - responde sin poder refutar nada a aquella lógica aplastante – dame un segundo que estoy viendo a una señora mayor que no puede con su carro.

- Uhhh, inspectora al rescate - bromea la otra.

Aunque estaba comiendo mucho mejor durante el confinamiento que antes de él, había momentos en los que la necesidad de comer algo dulce podía con ella y necesitaba tener siempre varios tipos de postre en casa: flanes, natillas, arroz con leche... y las recién descubiertas gelatinas. Tras coger toda la verdura que tiene apuntada en su lista, la morena se dirige hacia un pasillo repleto de neveras de las que coge varios paquetes de mousses de chocolate, yogures y productos similares, pero, de repente, hay algo que le hace sentir la imperiosa necesidad de volver a llamar a la valenciana.

- Ey, no me dejas ni dos minutos para que descanse de ti – protesta la rubia entre risas.

- ¿Ya estás cansada de mí?, pues sí que vamos mal – se queja la otra – En realidad te llamaba para que vengas a detener a una chavala que me ha quitado los dos últimos paquetes de gelatinas de fresa.

- ¿Te los ha quitado de las manos? – pregunta la otra.

- No, los ha cogido de la nevera y no ha dejado ninguno – explica la otra fingiendo indignación.

- Entonces no te los ha quitado, los ha cogido antes que tú – contesta entre risas.

- ¡Pero bueno!, ¿tú de parte de quien estas? – dice con un tono de voz que hace que la otra ría a carcajadas.

- Depende, ¿era mona? – la pica la rubia.

- ¿Qué si era mona?, ¿en serio?, ¿como era mona no me defiendes? – protesta - ¡qué injusticia!

- Ve, y se las robas del carro – propone ya casi llorando de la risa – seguro que es una fan y no se queja.

- Pffff, no me sirve de nada que seas poli, la verdad – bufa la morena – yo ya estoy, ¿nos vamos ya?

- Vale, pillo agua, pago y nos vemos en casa – comenta la otra como si aquello fuese lo más normal del mundo.

- Perfecto – Natalia sonríe tanto que casi siente estallar las mejillas.

"En casa", "nos vemos en casa" ... no sabe por qué, pero el hecho de que la rubia la espere "en casa" le calienta el corazón de una forma que ni siquiera es capaz de explicar. Le gustaba aquella rutina: ir a la compra, cocinar juntas, ver pelis, charlar de tonterías o simplemente no hacer nada... pero juntas.

Confitadas | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora