Capítulo 12. Vinagre

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­3 de mayo de 2020

49º día de cuarentena

Un tiro en el pecho habría dolido menos que escuchar la última historia de Natalia en Instagram. Un minuto y veinticuatro segundos de canción, una que debía haber compuesto en los últimos días ya que la morena había tomado como costumbre enseñarle las cosas nuevas en las que estaba trabajando y a Alba aquello no le sonaba de nada.

Sólo ella, una guitarra y prácticamente un hilo de voz, con la mirada perdida en algún punto de la ventana de lo que la rubia reconocía como la pequeña habitación desastre en la que acumulaban los instrumentos y varias cajas de la mudanza que nunca habían llegado a deshacer.

Aunque, al principio aquellos ojos llorosos son lo único en lo que Alba puede centrar su atención, tras unos segundos las palabras que se escapan de aquellos labios la golpean como si de un mazo se tratase. La canción habla sobre la pérdida, sobre como la ausencia de alguien puede convertir un solo día en un tedioso infierno inacabable, sobre echar de menos algo que nunca has llegado a tener...

Casi sin darse cuenta, el pellizco en el pecho de la rubia decide, sin pedirle permiso, convertirse en agua y salir a borbotones de sus ojos, y no le queda más remedio que salir corriendo para intentar esconderse en el baño hasta poner bajo control todo aquello que se escapaba a su entendimiento.

Por su parte, a unos cuantos kilómetros de allí, Natalia, enfundada en unas mallas elásticas corría como si la persiguiese un demonio encima de su nueva cinta recién comprada a precio de oro. Se había decidido a llegar a la cama agotada cada noche, a cansar a todas aquellas voces que durante el día le recordaban cosas en las que no quería pensar, bueno, más que cosas, a alguien en quien no quería pensar.

Era consciente de que no había sido una "relación" tan larga, que apenas se conocían, de hecho, ni siquiera sabía cómo era el aspecto físico de la rubia, pero aquello, por más que se lo repetía parecía tener el efecto contrario a lo que buscaba.

Puede que, de haber seguido hablando, se les hubiesen acabado los temas de conversación, que hubiesen encontrado alguna cosa horrible en la que opinasen distinto y hubiese provocado la tercera guerra mundial, puede que incluso hubieran llegado a verse y que toda aquella especie de magia que rodeaba sus encuentros telefónicos se esfumase al tenerse delante. Ambas eran tan cabezonas que tenía más que claro que, cualquiera de las dos podría haber encontrado mil maneras de destruir aquello que tenían de habérselo propuesto.

Pero no había sido así y ahora Natalia no encontraba nada útil para lanzarle al recuerdo de la rubia y hacer que se esfumase. De hecho, incluso había estado tentada a llamarla en un par de ocasiones aquellos días, pero finalmente se había contenido por no saber qué decirle.

El ruido del teléfono saca a la navarra de sus pensamientos y rápidamente se asoma a la pantalla para comprobar quien es antes de contestar.

- Hola – dice con media sonrisa en los labios.

- Podrías haberme avisado de esto, ¿sabes? Porque justo el día en el que me he quedado sin cuchillas, vas y sacas una canción cortavenas – escucha entre risas al otro lado.

- Eres tontísima, Noe, no es tan cortavenas – responde ofendida – al final tiene un mensaje positivo.

- ¿Positivo? – contesta sin parar de reír – pero si te ha faltado terminarla con un "dame veneno que prefiero la muerte".

- Termina como dando las gracias por todo el tiempo compartido... – explica sabiendo que su tía está intentando picarla, pero sin poder contenerse – Mira, déjalo, me han dicho los de la productora que tenía que subir algo de música y eso es lo que tenía.

Confitadas | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora