Me sobresalté y de un salto me incorporé en la cama. Me sorprendí más cuando al voltear para atrás vi a una morena durmiendo en ella.
Nunca me acostumbraré a esta sensación, a pesar de que sigue pasando una y otra vez.
Busqué en la mesa de noche mi teléfono y mi cajetilla de cigarrillos y salí afuera.
Aún en calzoncillos blancos y una resaca fuerte, el humo me abría los pulmones a las 2 de la tarde.
Revisé mi teléfono, aún medio dormido, 7 llamadas perdidas y 26 mensajes preguntándome si asistiría al asado entre amigos.
Por supuesto, lo había olvidado.
Me llevé las manos a la cabeza, y tiré el cigarrillo por la mitad hacia la calle cuando justo salía a regar las plantas mi vecina, doña Olga. Me miró de mala manera, más por mi cara que por mis calzoncillos; y yo me metí a mi casa.
La mujer se estaba levantando; por un momento me había olvidado de ella, y por la expresión en su rostro, ella también. Debe haber sido que en el bar de anoche me veía un poco más decente.
Me toqueteo un poco la barba y le pregunto si quiere comer algo, a lo que responde que un vaso de agua estaría bien, y me solicita que le pida un remis.
Apurado por llegar a comer siquiera los restos, llamo a la remisería mientras saltando en un pie me coloco un pantalón de jean, una camisa blanca y mis zapatos más formales.
No me di cuenta cuando se fue, pero ya estaba colocándome losión y llamando a Ezequiel, estaba por llegar.
Llevaba conmigo un cajón de birras que metí en el baúl y manejé hasta la casa de Abril.
Apreciaba la ciudad, mientras mi cabeza no paraba de doler.
Estacioné fuera y saqué del bolsillo de mi pantalón una aspirina que bajé con un trago de mi petaca de whisky.
Toco timbre, me abre Dante, el hijo de Tomás y Abril.-Hola pequeño, ¿cómo estás?
-Hola tío - me responde emocionado, mientras grita en dirección al quincho - ¡MAMÁ! LLEGÓ EL TÍO.Me río mientras le sacudo el cabello y le digo que vaya a seguir jugando; su play 5 estaba con una partida en pausa.
-¿Qué ha pasado? - me pregunta Abril con un carisma en la voz que sólo ella sabe hacerse notar.
-Lo de siempre, demasiado de esto, demasiado de aquello - río con normalidad.-BROOO - me gritan desde la otra punta de la mesa al unísono, mientras me agarran la mano y chocamos hombros.
-¿Todo bien?, ¿cómo va? - Ezequiel y Tomás vuelven a tomar asiento y me invitan a hacer lo mismo.Aparece Abril por la puerta con una parrilla repleta de carnes y verduras asadas.
-Para que te sirvas, llegaste justo, es la última. - me dice.
-Muchas gracias - digo cuando recuerdo de repente la cerveza - ¡Uh! Olvidé las cervezas en el auto - confieso.Tomás y Abril se miran con una cara que combinaba preocupación y decepción.
-¿Qué? - pregunto aún sin haberme terminado de levantar de la mesa.
-Creemos que hay algo de lo que debemos hablar - dice Tomás mientras Ezequiel da un profundo trago de Fernet mientras mira por la ventana a la vieja gata Nash juguetear con sus crías.
-¿Qué sucede? - digo presintiendo un largo reproche sobre mis acciones rutinarias con la bebida, y me siento de vuelta.Abril se apresura a cerrar la puerta para que Dante no oiga y me comunica, apretando fuerte los puños:
-Estamos embarazados - su expresión facial cambió radicalmente y apretaba sus labios como evitando una sonrisa.
-¡No!, ¿en serio? - miro a Keke que se ahogaba con un trozo de carne y se tapa la boca con el puño - ¡Qué garrón!Se hizo un silencio tan incómodo que me descorcentó. De pronto recordé que algunas personas todavía querían tener hijos, y balbuceé, intentando corregir mis palabras, superponiendo murmullos y tartamudeos.
-¿Por qué lo contaron así? - pregunto luego de unos 5 segundos de silencio luego de haber pensado mis palabras.
Miro a Tomás, que mueve la cabeza de un lado al otro y me dice:
-Era un chiste, pero no me esperaba esa reacción - Ahora volvía a estar confundido y la aspirina aún no ayudaba.
-Queríamos hablarte de tu abuso con la bebida - dice Abril tomando asiento.Ezequiel automáticamente deja el vaso en la mesa como sintiéndose reprochado por igual, a pesar de que había dejado la bebida como parte de su vida diario hace unos largos años.
-Yo... yo estoy tratando de cambiar... aunque, no me ha dado verdaderos problemas... ¿saben? - me sentía asfixiado, incómodo, ansioso; no me gusta cuando las cosas salen mal, ni los discursos de Abril que me comprometen - tomémonos unas birras muchachos, relajense, no es para tanto.
-Ah, ¿no es para tanto, flaco? - habla Ezequiel por primera vez - ayer me enviaste audios hablándome sobre siluetas astrales, de las deudas y gastos, y de cómo esa morena de escote prominente no paraba de darte bolsitas de coca. - ahora me sentí humillado, desnudo. No sabía de la existencia de esos audios, ni de esa anécdota, a decir verdad. Ahora comprendía la actitud irritante de la morena por la mañana. - todo bien, pero esto ya se te está yendo de las manos.
Admití parte de la culpa.
-Está bien, tengo deudas, ¿sí? La bebida y el tabaco me están consumiendo gran partes de mis gastos, y la coca no la compro, la acepto, cuando me invitan. - dudé, pero omití ese factor - ya me había propuesto esta mañana dejar de beber. Pero tengo la bebida ya comprada y se está calentando, disfrutemos esta comida que el mañana es un misterio.
Rieron y asintieron. Mandé a Tomás a traer las birras igualmente y puse un poco de cumbia del recuerdo en el estéreo. Incluso Dantecito vino a bailar.
Luego de una hora, de que sólo quedaran huesos en los platos, y entre charla y charla, pregunto:
-Oigan, ¿y Mariano dónde está? - Eructé, estaba muy ebrio pero ahora con curiosidad.
La cara de preocupación y tristezas en su caras ahora era verídica.