LA VENTANA

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Encendió la luz con su manito y me llamó desde el umbral, susurrando, avergonzado.

-¿Qué pasa, Danti? - le pregunté, bastante dormido, casi sin poder reaccionar aún.

-Pa... - insistió.

Al levantarme y acercarme a él, lo comprendí.

-Te dije muchas veces que orines antes de acostarte, ¡mirá cómo estás! Vení, vamos a cambiarte.

Cuatro y media de la mañana, cambiando sábanas, secando un oloroso colchón, calmando al pequeño Dante y tratando de saber algo de Abril, que seguía en uno de sus largos turnos de noche.

Me preguntó si podía dormir conmigo; lo miré de reojo.

-Ya oriné de nuevo, y me cambié la ropita, pero... - noté un cambio en su voz, lo miré, se había callado; me arrodillé ante él y le pregunté. -tengo miedo.

-¿A qué le tenés miedo? - le pregunté entre la gracia y la curiosidad.

Me señaló la ventana. Al voltear me quedé helado, no sé cómo pudo pasar desapercibido, un hombre de ese tamaño, en nuestro patio, mirando fijo a la habitación de mi hijo.

Reaccioné en cuanto me vio y trató de saltar la pared hacia la casa vecina. Llamé a la policía, pero tardaron bastante en venir, así que tuve que describir a aquel señor, barbudo, anciano, vestido mas bien harapiento, y con cara de desquiciado; del tipo de gente que debería estar en un hospital psiquiátrico.

Cuando se fueron ya eran casi las 6. Dante se había dormido encima de mi cama; le acomodé su pijama de superhéroes y lo tapé, pero se había despertado.

-¿Te hizo algo aquél hombre? - le pregunté con angustia y miedo de la respuesta.

-Viene de vez en cuando, pero sólo mira hacia dentro, nunca hace nada más. - respondió.

No supe qué decir. Preferí esperar a que venga mi señora; decirle por teléfono implicaría que estalle, y no era algo óptimo del todo.

No venía durmiendo bien, así que decidí dormirme del otro lado de la cama y esperar hasta el otro día; masticando bronca y una sensación bastante extraña, difícil de describir.

El sonido del auto aparcando fuera me despertó, me levanté y vi a entrar a Abril por la puerta.

-Buen día, amor - dijo mientras me besaba - ¿Y Dante?

Me atraganté por un segundo al recordar todo de golpe y tuve que sentarme.

-No lo sé, durmió conmigo, capaz está en el baño.

De pronto me asusté cuando lo noté, sus zapatillas estaban aún al lado de la cama, y su camperita colgada en el respaldar de la silla de la habitación.

Comencé a gritar su nombre sin recibir respuesta. Abril se alteraba.

-¿Lo perdiste? ¿Cómo mierd* perdés a un pendej*?

A medida que lo buscábamos por toda la casa le conté, como quitándole importancia, la situación de la noche anterior para que el impacto sea menor.

Cuando finalicé, la vi con el teléfono. Estaba llamando a la policía.

Me decidí a preguntar casa por casa a los vecinos de la cuadra, "¿han visto a mi hijo?", "¿Dante pasó por acá, señora González?", "¿podrían avisarme si lo ven a su amigo, niños?".

Nadie supo qué decir, mucho menos nosotros. Abril llevaba más de 24 horas, pero no iba a poder pegar un ojo; yo comenzaba a hiperventilar.

Mientras la policía comenzaba a patrullar en busca del menor, decidimos buscar en hospitales, plazas, y otros sitios de acceso público; nada.

Se hicieron las 10 de la noche, apenas habíamos podido picar algo de comida y beber algún vaso de agua; pero estaba muy oscuro y frío fuera; la guerra mental por la que atravesábamos era la peor de todas.

Abril no paraba de llorar; le sugerí dormir, a lo que me hizo caso, y se fue a acostar.

Pasé una hora yendo y viniendo por toda la sala principal, pensando en aquél hombre, en Dante, y en cómo o qué ha pasado.

Nunca había caído tan bajo.

Estaba a punto de rondar pensamientos suicidas cuando sonó el teléfono. Me sobresalté, ese sonido me había devuelto al mundo real.

-¿Hola? - digo y carraspeo mi garganta - ¿Sí?, ¿Quién habla?

Nadie respondió.

-¿Quién sos? ¡Respondé! - no estaba para bromas y me desesperé. - ¿Sos vos? Sos vos hijo de put*, ¿no? Te juro que en cuanto te encuentre te mato, ¿dónde mierd* lo tenés?

Abril se había asomado al umbral, mirando consternada.

La llamada se corté y revoleé el teléfono contra el sillón, para luego sentarme yo.

La vio irse a la cocina en silencio y lentamente.

"Pensar que el pilar de esta familia se encontraba en un recipiente tan pequeño." Se decía Tomás para sí.

Sonó el timbre y Abril salió disparada hacia la puerta, como si las esperanzas le hubieran regresado de golpe.

-Miren a quién traje - dijo Franco apenas se abrió la puerta, parándose firme, sonriente y acomodándose la campera de cuero.

-¡Dante! - gritó Abril al borde del llanto y agachándose a abrazar al dichoso niño.

Tomás se paró de golpe y con la mano en el pecho saludó a Franco y abrazó a su hijo.

-¿Estás bien? ¿Alguien te hizo algo? ¡¿Dónde caraj* estabas?! - Empezaron a cuestionar ambos padres.

-Vino al bar... - comenzó a decir Franco.

-¡¿CÓMO QUE AL BAR?! - interrumpió Abril.

-Dejame terminar - abril se disculpó - vino al bar como asustado, entró detrás de un viejo pordiosero, y se sentaron con normalidad en una mesa.

Yo estaba con una mina - prosigiuó haciéndose el canchero - pero apenas lo reconocí llamé a la policía de inmediato y me aseguré que no vaya a ninguna parte. ¡¿Cómo no avisan que estaba desaparecido?!

-Teníamos la mente en cualquier lado Fran, pero - dijo Tomás - ¿y qué pasó con el viejo de mierd* ese?

-Se fue por patas el hijo de put*, ya hay un operativo y patrulleros buscándolo, pero no sé qué esperar de estos ineptos.

A todo esto Dante no había dicho ni "mu". Los 3 adultos lo miraron.

-Tengo hambre - dijo.

Abril fue a recalentar algo, invitando a Franco a pasar.

-No me esperaba algo de esta magnitud Fran. - decía Tomás - Anoche...

Pasaron unas horas de sobremesa y Dante se había quedado dormido en el sillón, con un videojuego en pausa.

Franco se fue y ambos lo arroparon en medio de la cama matrimonial de 2 plazas y media.

-Hay que hablarle de esto - decía Abril mientras ambos se cepillaban los dientes en su espejo compartido - andá a saber lo que ese viejo pervertido le pudo haber hecho.

Finalmente, se aseguraron de cerrar la persiana de la habitación de Dante, poner llave e irse a dormir.

Esperando, quizás, que lo peor ya hubiera pasado.

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⏰ Última actualización: Jul 23, 2020 ⏰

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