UNA ÚLTIMA BOTELLA

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El último año de ingeniería fue el peor; tanto que incluso sólo tengo flashbacks, de la universidad al departamento, del departamento al barrio, del barrio al bar, y de vuelta a la universidad.

Podría decir que las drogas me jodieron la vida, el alcohol más que nada; pero, para ser honesto, sé que fui yo. Perdí el control, lo admito.

Mientras mis padres pensaban que estaba estudiando, estaba en la casa de alguna chica nueva de esos lares, fumando, bebiendo, inhalando. Aún es un misterio el cómo me recibí.

Cuando tuve que empezar a trabajar en serio fue cuando lo dejé definitivamente. Y si iba a dejarlo, iba a ser a lo grande. Sabía que no quería esa vida para mí, se me fue de las manos; las drogas que eran recreativas y que sólo planeaba usar durante mi juventud, me acabaron consumiendo de a poco.

Alquilé un salón, invité a mucha gente, con la excusa de "despedirme de La Plata" y de mi mudanza a la Ciudad de Buenos Aires, donde iba a trabajar. Ya había vendido el departamento, y tenía que desalojarlo en la semana.

Asistió la mayoría de mis invitados e incluso gente que ni conocía. Una banda amiga del barrio decidió asistir y tocar en vivo. Había mucho de lo que aferrarse, alcohol en enormes bidones, cocaína, unos 20/30 kilogramos de marihuana (la mayoría de mis cultivos y de un amigo), planchas enteras de LSD que había comprado para la ocasión, e incluso un par de pipas con crack distribuidas por algunas mesas.

No fue tan complicado coimear a la policía, tenía mis contactos, así que nadie interrumpió.

Hubo comida también, desde grandes bandejas de asado, hasta todo tipo de postres.

Me sorprendí al ver la cantidad de ingresos que había conseguido durante el año por diversos proyectos de internet en los que no recuerdo haber trabajado jamás.

Recuerdo que la fiesta inició a las 6 de la tarde y acabó a las 3 de la tarde del día siguiente. En un momento incluso me quedé dormido y dibujaron mi rostro.

Habían pequeños cuartos en un lado del salón, hechos específicamente para mantener relaciones sexuales; a los cuales asistí unas 3 o 4 veces durante toda la celebración. Las cosas cambiaron mucho, a decir verdad.

Fue extraño saber que quizás no volvería a ver jamás a esa gente, incluso estaba Mariano ahí. No lo había visto desde hace 5 años. Pero ahí estaba, fumando un 4 gramos conmigo, bebiendo hasta perder la coordinación, e inhalando más de la cuenta. Hasta donde sé, esa fue la ultima vez que lo vi.

Fue una locura, acabé en un camión de unos amigos del barrio, bebiendo birra y almorzando pizza. Del salón jamás supe nada más, y como nunca firmé nada, jamás me vinieron a buscar por los daños causados.

Instalarme en otra ciudad, y ahora encima sobrio, fue muy extraño. Me desintoxiqué en mi nuevo departamento, y puedo dar fe de que fueron mis peores 24 horas de toda mi vida.

Semanas después me enteré que vivía a dos cuadras de mis amigos de la infancia, Tomás y Abril, que estaban casados. Y con un niño. En cuanto supe esto me sentí un inútil, yo me había recibido de una carrera de la que no tenía recuerdo alguno, y a este punto ni siquiera sabía lo que hacía un ingeniero. Lo único que sabía era que empezaba a trabajar el lunes en una empresa de infraestructura, y que necesitaba un traje nuevo y ponerme a estudiar lo que se suponía que sabía. No voy a mentir, no me gustaba para nada mi vida nueva.

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Me sorprendí. Me intenté convencer a mí mismo de que eran alucinaciones por culpa de mis antiguas adicciones. No lo quise admitir.

Cuando abrí mis cuadernos y archivos de los últimos dos años, de los cuales no tenía ni idea, sólo encontraba círculos, símbolos, dibujos de seres extraños, textos con mi letra repitiendo una y otra vez las mismas frases "Están en el jardín", "Debo recordar" y "TW-893", y sangre.

Ahora los flashbacks que creía, eran recuerdos, se difuminaban, un recuerdo puntual venía a mi cabeza. Estaba fumando con un amigo en su casa, cuando él decide irse a dormir y yo comienzo a escuchar ruidos extraños en el jardín, me asomé por una ventana y no vi nada, entonces salí, esperando encontrarme un gato o algo que haya podido colarse, cuando los vi, o me vieron, no recuerdo. Se acercaron a mí, recuerdo a ese par de seres, con una piel azul escamosa, y un cilindro del doble de su tamaño que parecía robótico, como una nave. Me miraron con sus ojos de 2 centímetros de diámetro, negros y profundos; tan fijo que me paralicé, no podía moverme, sentía una energía que tomaba control sobre mí; lo siguiente que supe es que uno de ellos me tocó el antebrazo, y me oprimió con lo que supongo, fue su índice.

Flashback. Agujas, ruidos, texturas mucosas, luces, mi piel desnuda, frío, cadenas, falta de oxígeno, estrellas, y de repente, mi cama.

Lo recuerdo, recuerdo ser abducido, no sé cómo, no sé por qué, sólo continué drogándome. A mi amigo nunca más lo vi, al mes se mudaron a su casa una pareja de ancianos.

Curioso por saber más, en una crisis de identidad, y preocupado por la situación, agarré mi computadora. Historial.

Una y otra vez aparecen búsquedas respecto a lo que hay en mis cuadernos. Lo que más llamó mi atención fue un sitio que se repetía una y otra vez: "KKwasinTW-983.com". Entré.

Ahora comprendo lo del dinero, miles y miles de usuarios compartiendo historias, opiniones, teorías y archivos. No encontré la mía, pese a que el sitio era mío. Sólo noté que existía un sitio V.I.P. con información confidencial, y al cual, como dueño del sitio tenía acceso; mucha gente pagando suscripción mensual en dólares al sitio web respondía a mi pregunta sobre cómo había sobrevivido tanto tiempo gastando más de dos mil pesos en droga semanales y sin trabajo estable.

Un usuario, "AliensAreNotGreenYP-611", comentaba acerca de la marca de abducción, o eso decía su título; lo cual me llamó la atención.

"... donde los blaliens" (así se los llamaba al parecer) "tocan la primera vez, queda un vestigio, como uno de nacimiento, un círculo más oscuro que tu piel."

Miré mi antebrazo, ahí estaba. Me dio un escalofrío. Estaba muy seguro de haber recaído y haber consumido algo fuertemente alucinógeno. Eso era más razonable.

"Algunos dicen que es una manera de rastrearte, ser rata de laboratorio, controlan tus instintos, signos vitales y recuerdos, hasta donde pueden."

Pasé toda la noche leyendo mis apuntes, de los cuales menos de la mitad eran sobre mis clases, de las cuales, por cierto, poco a poco fui recordando. No podía creerlo; pero decidí callar. Este sería mi secreto. Había decidido cambiar mi forma de vida, y esto no podía impedirlo.

Era raro sentirse mal por algo que ni siquiera recordaba, había sucedido. Pero al menos, sabía que no estaba solo, y el hecho de que esto funcionase alrededor del mundo, me brindaba información e ingresos.

Llegó el lunes y sólo me quedó mantener una mentalidad adulta, seria y respetable. Iba a hacer lo que creía normal hacer, cuando tenía cordura y una vida común y corriente de un adulto joven.

Por cierto, a partir de calcular mis ingresos, y notar que era una cantidad inmensurable, decidí invertir un cuarto, y comprar electrodomésticos con gran parte del resto.

Mi heladera inteligente es de las cosas que más me ayudan a sentirme yo mismo día tras día. La pequeña Cindy...

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