Miedo
Era la única emoción que conocía en este momento, ninguna otra más que el paralizante y doloroso miedo.
El cielo hacia que todos mis sentidos se volvieran locos, es como si toda la oxitocina de mi cuerpo hubiera desaparecido y me hubieran dejado bajo el dominio de aquel horrible sentimiento.
Aún tenía grabada la mirada burlesca de aquel señor, no podía sacarla de mí mente y me ponía aún peor al ver la mirada aterrorizada de Alex, intente buscar consuelo en Jake pero estaba con la vista en el vacío.
Lisa había estado atenta a cualquier cosa que nos pudiera llevar a encontrar a mi pequeña sobrina.
Algo en mi interior me decía que la respuesta al paradero de la pequeña estaba justo en el asiento de enfrente.
-Tía- Los enormes ojos de la pequeña Ronnie me miraron sonriente, llenos de luz- Tía- Repitió
Sentí las lagrima acumularse en mis ojos al escuchar la palabra proveniente de aquella pequeña de once meses, yo había sido su tercer palabra. Ni siquiera podía expresar la alegría que sentía en ese momento, abracé a la bebé cargandola.
-Prometo que jamás me separare de ti Ronnie- Sabía que la pequeña no sabía el significado de aquella promesa pero no importaba- Eres el amor de mi vida, pequeña.
Las lágrimas y la presión que sentí en mi mano me despertó de la ensoñación.
De nuevo el miedo se apoderó de mi- ¡Para! ¡Detente! ¡DETEN EL COCHE!
Alex hizo lo que le pedí, encontrando un sitio donde estacionarse.
Baje de inmediato intentando no caer, mis piernas se sentían frágiles como si en cualquier momento dejarían de sostenerme.
Bajaron detrás de mí, Lisa ayudó a sostenerme.
-Esto está yendo demasiado lejos, Alexander- Mire sus ojos, esos ojos que me encantaban
Jake bajo la mirada, Lisa no me soltó en ningun momento
-Si tienes algo que ver con esto por favor dime en donde está Ronnie- Rogué- No importa que tanto tengas que ver, solo quiero que ella esté bien- Estuve apunto de ponerme de rodillas y suplicar que me respondiera, haría lo que sea por esa niña- Alex, si me dices que tu no tienes nada que ver te voy a creer, subiremos al auto y seguiremos buscandola, pero quiero la verdad, por favor.
Los ojos de Alex ahora parecían negros, sus manos temblaban ligeramente y apretaba la mandíbula con muchísima fuerza.
Una parte de mi rogaba porque el no tuviera que ver, en mi corazón Alex se habia echo de un lugar enorme. En realidad Alex se había apoderado de mis pensamientos y sentimientos, incluso se había adueñado de mi cuerpo, pero nadie, NADIE sería más importantes que Ronnie y Amara.
Jamás había amado a alguien como amo a esos pequeños seres humanos, había leído en algún artículo de Internet que los sobrinos llegaban a ser lo más preciado en la vida de alguien, algo así como si fueran tuyos, solo que un poco mejor ya que tu te encargabas de mimarlos mientras los padres se llevaban el verdadero trabajo.
No era mentira, para mí esas pequeñas son lo que más amo, son los amores de mi vida y si tenía que alejarme de Alex con tal de volver a tener a Ronnie de vuelta lo haría sin pensarlo dos veces.
Pero ahí estaba Alex, con sus preciosos ojos azules, dándome una seguridad increíble a pesar de todas las ideas que tenía en su contra, nunca creí que yo llegaría a vivir un amor tan intenso como el que me encanta leer en aquellos libros románticos sin embargo ahí estaba con el corazón apuntó de estallar de solo mirar a aquel hombre, la idea de que el tuviera algo que ver con la desaparición de él pequeño amor de mi vida quemaba cada parte de mi, aparecía un dolor tan intenso que podía entender a todas esas personas que morían por un corazón roto.