Prólogo

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Enero, 2016



Tamborileo mis dedos al ritmo de la canción que está sonando abajo en el bar de Tom. Está noche, como es de costumbre en este lugar, está abarrotado de amantes de la buena música y es que no cualquiera llegaba a presentarse en este escenario.

Tom era conocido como el gurú de Hollywood, no existía nadie en el medio que no conociera, fuera un amigo o le debiera uno que otro favor. No importaba la rama en la que te desempeñaras, necesitabas conocerlo para tener un boleto directo a tus sueños. Aunque, claro, los sueños no siempre son lo que la gente piensa.

Por eso, espero a Tom aquí en su oficina, es un espacio encima de su bar. Las paredes están completamente cubiertas de fotografías de Tom con cientos de famosos en distintas épocas, en algunas de ellas se puede ver también a Molly, la difunta esposa de Tom.

La puerta se abre y me sorprendo ver a mi padre y a Tom entrando por ella.

Me pongo de pie de inmediato para darle un gran abrazo a mi papá. Este sonríe gustoso y me devuelve el abrazo igual de fuerte. Aunque mis padres se divorciaron hace mucho tiempo, siempre le hemos tenido un especial cariño a nuestro padre, siempre estuvo pendiente de nosotros en las formas en las que pudo o bien en las que nuestra madre lo permitía. Gracias a él la música siempre fue el pilar de nuestras vidas y le debemos gran parte de lo que somos hoy.

—Muchacho, pero es que tú nunca dejas de crecer o qué —comenta mi padre con una gran sonrisa.

—Las maravillas que hace el bascket, le llevo 3 cm a Thanos y no sabes como se pone con eso —le cuento mientras nos sentamos.

Tom toma su puesto detrás de su escritorio mientras mi padre toma la silla junto a la mía.

—Bueno, luego podrán ponerse al día. Hoy se va a presentar una querida amiga mía y quiero estar en primera fila —nos comunica Tom—. Pequeño te hemos llamado porque queremos encargarte algo muy especial.

—¿Qué es? —pregunto intrigado por lo que este par de ancianos pudieran querer conmigo.

—Tim, queremos que el próximo ciclo des clases en Colburn.

¿Qué? ¿Dar clases yo? Estos dos perdieron la cabeza.

—¿No creen que sería mejor que sea Apolo o Basha? —respondo porque me parece una verdadera locura.

—No sabía que tenías tan poca confianza —me pica mi padre y sabe que odio que haga eso—. Apolo ya fue profesor hace dos años, creo que ya aterró a suficiente gente —dice en broma, recuerdo cuando Apolo estuvo ahí todo lo que escuchábamos tanto en casa como de la prensa era que tan buen maestro había sido—, Basha es bueno, pero en música contemporánea, el curso es de música clásica.

¿Eh?

—Con más razón aún, ¿qué haría yo ahí? Puedes llevar a Neo, el ama la música clásica y es experto en el piano. ¡Es el candidato perfecto! —me defiendo y no es que me estén atacando, pero necesitaba poner mi pellejo en un lugar seguro.

Mi padre suspira.

—Tim. Seamos sinceros, entre todos tus hermanos al único al que podríamos llamar maestro eres tú. Y lo sabes muy bien. Solo has intentado ocultarlo todos estos años porque no te gustaba ser distinto a los demás. —La seriedad con la que lo dice quiere decir que la cosa va enserio y que no me voy a mover de aquí hasta que haya aceptado.

—No es justo que utilices eso en mi contra.

—No te estoy atacando, Tim. Es la verdad. Tú al igual que yo, nacimos con un don y es algo que se debería compartir con el mundo...

—Papá, vamos ya soy bastante compartido con el mundo.

—Dray, si el muchacho no quiere, no hace falta obligarlo. Podremos conseguir a alguien más —interviene Tom con voz conciliadora.

No sé que me molesta más que estén tratando de manipularme para que acepte por culpa o que lo estén logrando.

—Ustedes no juegan justo —reclamo como el niño que soy.

—Muchacho, más sabe el diablo por viejo que por diablo.

—Y también apesta a quemado, pero eso no viene al caso.

Mi estúpido comentario hace que este par de ancianos comiencen a reírse de mí, pero no me importa. Siempre he pensado que una de las cosas más difíciles en el mundo era hacer reír a la gente, así que de algún modo lo consideraba un don.

—Tim, quiero que aproveches esta oportunidad para tu crecimiento personal. Descubrirás con la enseñanza cosas que no sabías siquiera que existía y aunque sea algo temporal, estoy seguro de que aprenderás mucho de esta experiencia —concluye mi padre entregándome una carpeta.

—No estoy tan seguro, pero si eso los hace felices lo haré.

SAGA LUX III | Los colores de TimaeusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora