Capítulo 13

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Timaeus

Gritos me despiertan en medio de la noche. Me levanto como un resorte de mi cama para ver que está sucediendo y en el pasillo me encuentro a Basha en mí misma situación.

Los gritos vienen del piso de arriba, de la habitación de Apolo. Subo los escalones de dos en dos hasta llegar a su puerta.

Entramos sin llamar y vemos a Phoebe cubierta de sudor y respirando superficialmente. Apolo está histérico llamando a la ambulancia. Con Basha compartimos una mirada de menos de un segundo y cada uno va a hacerse cargo de uno.

Yo me acerco a Apolo y le arrebato el teléfono.

—Vístete y toma las cosas de Phoebe y del bebé —le ordeno. Parece por un momento regresar en sí y asiente.

Mientras yo hablo con la operadora veo a Basha ayudar a Phoebe a ponerse de pie. Le pone la bata y comienza a llevarla.

En cuanto confirmo que la ambulancia ya está de camino verifico que Apolo no se haya dejado nada para ir a ponerme un pantalón, un buzo y mis zapatos. Mientras bajo me voy encontrando con los demás despertando. Comienzo a apresurar a todos porque era parte de la organización que habíamos realizado para este momento y que parecía que todo el mundo había olvidado por completo.

La ambulancia llega unos minutos más tarde, las contracciones de Phoebe son cada vez más fuertes y casi soy capaz de sentirlas con ella cada vez que me aprieta el brazo. La ayudo a subirse en la camilla y en el momento en que está dentro y Apolo con ella, la ambulancia parte hacia la clínica.

Le tiro a Basha la ropa que le he traído y las llaves de su auto. Para poder llevar a los demás a la clínica.

Luego de seis horas de espera le damos la bienvenida al mundo a la pequeña Briana Angeline Lux.

Apolo sale con ella en brazos y todos nos quedamos como idiotas viéndola, si es que no había hecho nada y ya nos tenía como unos idiotas a sus pies.



Mamá se sienta junto a mí en la sala de espera y suspira profundamente.

—Hoy he recordado cada uno de sus nacimientos —me dice con una cálida sonrisa.

—Mamá, con lo que he visto no sé cómo es que nos tuviste a todos.

Ella ríe y pasa su brazo debajo del mío.

—Cariño, eso es algo que no entenderás hasta que tengas tus propios hijos. El dolor es insoportable, pero en cuanto lo tomas en brazos se te olvida todo lo demás. —Lo dice con tanto amor que en verdad casi olvido que hubo mucho tiempo en el que no estuvo con nosotros.

Puede que nos hayamos reconciliado y estemos tratando de recuperar el tiempo que perdimos. No sé si para los demás era igual, pero para mí no era tan fácil solamente olvidarme de todas las veces que nos hizo falta nuestra madre. O cuando eran las peleas con papá y ella se marchaba durante semanas. Ese abandono mientras crecíamos son cosas que no se pueden olvidar con facilidad.

Desde que comencé a trabajar con los niños del orfanato pensé mucho en eso. Cuánto afecta a un niño la ausencia o la presencia de sus padres, para bien o para mal. Nosotros tuvimos la suerte de que papá hizo todo lo que estuvo en sus manos para estar con nosotros, si bien mamá se encargó de que no nos faltara nada, nos hizo falta lo más importante y era ella. No quería ser malagradecido, pero era lo que sentía y desde que hablé con Nix creo que eso afectó también a su confianza y seguridad en sí misma. Si pienso en Apolo, tuvo que madurar a la fuerza para hacerse cargo de todos nosotros y me sentía muy mal por él. Aunque verlo ahora era algo que me aliviaba el corazón. Si lo pienso cada uno de nosotros tenía mucho que resolver.

SAGA LUX III | Los colores de TimaeusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora