Desahogo

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Caminamos, segundo tras segundo hacia un futuro de dominación. Con cadenas invisibles, adoctrinamiento exagerado, amor forzado. Somos la continuación de las mentiras, la joven y esperanzadora "sociedad". La que me gusta llamar "La sociedad del silencio".

Una cultura resumida en la repetición, en adorar lo ambiguo y no explorar lo nuevo. Temerle a la verdadera Revolución cultural, e incluso ideológica.

Somos tan diminutos que no percibimos una cruda realidad, somos adoctrinados para un fin, defender lo que ni conocemos. ¿Identidad?  Yo me identifico con mis propios ideales, no con los que se me son impuestos. ¿Qué pasa si no lo aceptamos? Entonces divagamos en el callejón del desprecio.

¿Dónde está la opinión de cada cual? Te diré dónde: sometida a un filtro. Medios corrompidos por la utopía, cegando a un pueblo que continúa defendiendo todo sin saber nada.

Porque hablamos de cultura y la mayoría no conoce la magia de hojear un libro, perderse entre líneas. Las palabras fueron sustituidas por sonidos imitados en bucle, en una tormentosa sinfonía sin sentido, y la opinión perdió la batalla contra la mercadotecnia.

Las calles están tan rotas como los sueños y las esperanzas de crecer. El talento se hace nulo, y nos damos falsas esperanzas con ideas que ni nosotros mismos creemos. Colocamos todo en manos de religiones y un Estado que poco se preocupa por revelar la verdad. Disfrazando la ruina en mentiras de papel que al mojarse dejan entrever la mugrosidad de las farsas, las imitaciones de modelos inexistentes, y quienes se cubren debajo de esa manta somos nosotros, la clase más sumisa a una esperanzadora mejora que parece imposible en medio de un contexto social tan complejo.

Existe más clasismo que nunca, y tal parecería esa escena de Los Juegos del Hambre donde los pobres se sucumben en la miseria, mientras que los ricos son bulímicos de poder.

Ahí estamos, en un círculo donde no salimos, una circunferencia de sentimientos encontrados, una esfera donde desaparece la euforia, y el infierno se prende a la tierra como si vivieramos en él.

Una vida que se resume en el silencio es lo que llevamos, por eso mis manos trazan cada estrofa, porque si lo intentara con mi garganta, un dedo se interprondía entre mis labios fruncidos, y una voz en mi cabeza me diría, no lo intentes.

Por_CubaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora