Por un tiempo Shinsou creyó que su preocupación más grande era no entregar los paquetes que su tío le daba cada semana, por lo menos fue así hasta que conoció a Kaminari; el chico nuevo de la escuela con el que había chocado semanas atrás afuera de...
Nada se le compara, ni problemas, ni preocupaciones Los lamentos y errores son solo ya recuerdos, ¿Quién podría haber sabido lo amargo que sería esto?
— Someone like you, Adele.
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Sabía que no debió haber llegado a la librería de camino a casa, no tan tarde; desgraciadamente le fue inevitable, los anuncios que habían utilizado en los ventanales captó su atención tan pronto sus ojos se posaron en ellos.
Al final, termino comprando una gran cantidad de libros.
— ¡Vamos, Kaminari! — le apuró Mina, su mejor amiga desde que llegó a la ciudad a inicios de verano — Tú padre nos va a matar si no llegamos para la cena.
Su padre.
Un obsesivo del control y el orden.
Para su fortuna, lo único que heredó de su padre fueron sus ojos dorados y cabello rubio; de lo contrario, probablemente sería un clon idéntico al novio de Kirishima, el chico gruñón que había intentado matarlo la primera vez que se conocieron. Siendo sinceros, Denki no se arrepentía de haberle tirado el batido encima, el chico se estaba comportando demasiado grosero con el pobre de Izuku que inevitablemente sus instintos actuaron muchísimo antes que su cerebro.
Si fuera por él, se habría quedado en la librería hasta que lo echaran a patadas; pero su padre era capaz de mandar un batallón de policías a buscarlo por la ciudad y no era algo que quisiera volver a repetir.
— Nos matará — respondió caminando tan rápido como sus pies se lo permitían —independientemente de si llegamos o no.
— Prefiero no correr el riesgo.
Una leve melodía comenzó a escucharse y Kaminari no pudo evitar tararearla.
Amaba la música, era su segunda cosa favorita en el mundo; le encantaba escuchar cada sonido. Para él la música era vida, emociones y sentimientos encapsulados en una sola tonada.
— ¡Denki! — le gritó Mina.
Denki parpadeo saliendo de su ensoñación y observó a la joven frente a él.
— ¿Qué? — preguntó confundido viendo a su amiga —¿Qué pasa?
— Tú celular — apuntó sus manos a sus pantalones.
Hizo maniobras con sus brazos y tomó el aparato a duras penas.
— ¿Hola? — respondió.
— Tardaste mucho en responder — al otro lado de la línea la voz de su padre se hizo presente — ¿Donde estas?
Tan autoritario como siempre, pensó.
— Ya voy de camino — respondió.
— Te dije que no te tardaras — le regaño — date prisa que ya es demasiado tarde para que Mina y tú sigan en la calle.
