Capitulo 4

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Lolo

Seattle, Washington

Vin estacionó el auto delante a la dirección que le había dado. La dirección a la que me aferré todo el viaje en avión hasta aquí, la tinta de esa dirección ahora manchada en el pedazo de papel gastado en mi mano.

Mis manos temblaban mientras miraba hacia adelante, demasiado asustada como para mirar directamente a la casa que sabía estaba allí esperándome. Todo permanecía silencioso mientras trataba de respirar a pesar de los nervios. Podía sentir los ojos de Vin mirándome.

―¿Estás bien, Lo? ―preguntó, rompiendo el silencio.

Abrí la boca para responder pero no salió ninguna palabra. Asintiendo una vez, solté un largo suspiro y moví mi mano temblorosa hacia el pomo de la puerta. Mientras esta se abría, y sin mirar a Vin, dije:

—Gracias por recogerme.

―No hay problema, Lo―replicó―. Nos vemos en el estudio mañana, ¿de acuerdo? Te mostraré el lugar que te conseguí para que sigas con tu trabajo.

―Bien ―le dije en un tono cortante y salté fuera del auto, dando un portazo tras de mí.

Tirando la mochila sobre mi hombro, me forcé a levantar la cabeza y vi una gran mansión de ladrillos frente a mí.

Mi corazón palpitaba demasiado rápido, el camino de entrada parecía un maldito paredón. Di un paso hacia adelante, con las manos temblando más fuerte mientras pensaba en lo que me esperaba al otro lado de la puerta negra.

Forzándome a moverme, la grava crujía bajo mis botas. Mi estómago se retorcía y el sudor corría por mi rostro.

Todo lo que había dejado en el mundo estaba en el otro lado de esa puerta. Todo lo que había dejado, pero nada de lo que merecía. Un montón de preguntas comenzaron a bombardear mi mente: ¿Y si me rechazaban? ¿Y si las únicas personas a las que amaba ya no me amaban? No las había visto en tres años, corté con ellas sin ninguna explicación. ¿Y si no podían perdonarme por eso? ¿Y si de verdad estaba sola? ¿Qué diablos haría entonces?

Tratando de deshacerme del miedo, mis pies siguieron moviéndose hacia adelante con mi respiración agitándose más a medida que me acercaba a la casa. Todo se hallaba en silencio, solo un par de aves cantaban entre los altos árboles que rodeaban la propiedad. Odiaba la tranquilidad, hacía que los pensamientos de mierda sonaran más fuerte en mi cabeza.

Alcanzando la puerta, traté de escuchar algún signo de vida adentro, pero no pude oír una mierda. Adentro estaba tan silencioso como afuera. No estaba acostumbrada a eso. Estaba acostumbrada a los gritos, a las puertas metálicas haciendo ruido, a las órdenes gritadas... no este silencio. No a esta inquietante paz. El sonido de mi sangre corriendo tronaba en mis oídos y levanté la mano para llamar. Pero no podía dejar de temblar. ¡Joder! No podía dejar de temblar. Inmediatamente bajé la cabeza.

No pensé que pudiera hacerlo. Después de todo este tiempo... ¿Y si no me querían? Cerré los ojos con fuerza. ¡Era una cobarde de mierda!

Apretando la mano en un puño, respiré profundamente, abrí los ojos y antes de que pudiera convencerme de no hacerlo, llamé a la puerta dos veces, dejando caer la mano para esperar una respuesta.

Demasiados pensamientos corrieron por mi mente mientras estaba ahí parada, con los pies pegados al suelo, temblando como una niña, ¡joder! Luego, escuché pasos del otro lado.

Conteniendo la respiración, escuché cómo las cerraduras se abrían lentamente y, como si el tiempo pasara en cámara lenta, vi el picaporte girar. El cabello me cubría el rostro mientras trataba de calmar mis nervios, pero cuando vi un par de pies, supe quien estaba ahí... justo delante de mí... finalmente, después de todos estos años.

Sweet hope; Camren GiPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora