La Vida Después De Ella [3]® [TRILOGÍA] [TERMINADA]

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[CAPÍTULO FINAL 2]

Christopher.

Literalmente corrí hacia la sala de embarque para no perder el vuelo, los controles del Aeropuerto son super dilatados y extensos.

Llegué al asiento que me correspondia, busqué mi teléfono celular y le coloqué los audífonos, luego de eso, cerré los ojos.

HORAS DESPUÉS...

Después de 18 horas, llegué a Ecuador. Estaba enfadado conmigo mismo. Tengo que ser el padre que Alexis espera que sea, amo a mi hijo pero a Layla no la amo, solo le tengo cariño y estima.

Si ves que algo no funciona, lo mejor es irse y dejar todo por la paz. Baje del avión, busqué un taxi para llegar a casa de Mamá lo más pronto posible.

—Avenida de la Independencia, calle 234 por favor. — le dije al taxista.

El señor muy amable, subió mis maletas (obviamente le ayude a hacerlo) y nos dirigimos a la casa de mi madre.

El viaje fue bastante placentero, pero no me acostumbre al horario catalán, un consejo para los que viajan y sufren del jet lag: manténganse relajados, configuren la hora de su reloj y la de su teléfono y traten de dormir, así no se siente tan estresante su viaje.

En el camino directo a la casa de mi madre, sonó mi teléfono, eran Zabdiel.

— Hola Zabdiel, cuanto tiempo. — saludé cortante.

Escuché un suspiro y luego unas lágrimas de un bebé.

— Christopher, te quería pedir ayuda. Me quedé sin trabajo, mi esposa falleció hace unos meses, consígueme algo para poder mantener a mi hijo, en lo que busco algo decente para vivir.

—Vete a España, alista a tu niño. Haré las gestiones para que salgan del país y veré si Layla te consigue algo. — dije amablemente.

— Te lo voy a agradecer mucho Christopher. Nos vemos en unos días. Saludos — se despidió para colgar después.

Me quedé pensando en mi amigo, como puede ser que Alexa haya muerto hace unos meses. Increíble.

— Hemos llegado caballero. — anunció el taxista.

Sonreí, le pague. El bajó las maletas y le di una propina por su arduo trabajo en una pequeñez que yo puedo hacer.

Toqué el timbre de la puerta y para mi sorpresa, al tercer toque abrió nada más ni nada menos que...

Mi esposa.

— Largate Christopher.