Prólogo.

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Si hubiera sabido que tenías una tormenta que superar, ¿podría haber hecho algo para que tu corazón latiera mejor?

before you go - Lewis Capaldi

(0:40 - 1:17)

P R O L O G O

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P R O L O G O

21 de enero del 2019.

La pérdida de un ser querido deja un gran vacío en el alma, pero hay algo aún más doloroso: la sensación de ser responsable de su muerte.

Alice derramaba lágrimas de amargura mientras el sacerdote bendecía el ataúd donde yacía el cuerpo de su hermano.

A su alrededor, una gran cantidad de personas lloraban en el funeral. La muerte de Gael Thompson fue un accidente según el resto; sin embargo, detrás de una mentira que su padre le había inventado a la prensa para no manchar la reputación de la familia, se escondía un final más aterrador.

Oliver Thompson, el tío del difunto, se ofreció a dar las palabras de condolencias para la familia:

—Hoy despedimos a un excelente hijo, hermano, sobrino y amigo. Un hombre brillante en el que depositamos nuestras ilusiones, pues era admirable que alguien tan joven nos estuviera demostrando que tenía su futuro bajo control. Gael, tu muerte está dejando un vacío a toda la familia, pero es reconfortante saber que ahora estás descansando en paz.

Mientras Oliver daba su discurso, Alice y sus padres lloraban sobre la tumba. El recuerdo de la discusión que había tenido con su hermano la tarde anterior, resonaba en la mente de Alice como un castigo.

Con cada lágrima, le entregaba a Gael su vida y sus ilusiones. 

La vida es tan corta y fugaz como para desperdiciarla guardando rencor al prójimo —dijo Oliver, buscando hacer reflexionar a los presentes—. No se vayan a dormir sin haber arreglado sus desacuerdos. Perdonen y abracen a sus seres queridos. Recuerden que nadie tiene la vida comprada y mañana podrías estar lamentando su partida, o él la tuya.

La relación de Alice con Gael había sido tensa en los últimos meses. Por un arrebato de ira, le dijo cosas muy hirientes que sólo tuvieron efecto cuando él se marchó para siempre, sin posibilidad de enmendar el tiempo.

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La noche anterior...

Eran las nueve de la noche. Cayden estaba molesto porque el teléfono de la casa sonaba con insistencia. Con pesar, bajó las escaleras hasta llegar a la sala. Tomó el teléfono para contestar:

—¿Quién habla a esta hora?

—¿Estoy hablando con el señor Cayden Thompson?

Nadie Como Tú ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora