Otro mundo.

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  • Dedicado a Karol Colmenares Acosta
                                        

"Todos los seres humanos estámos acostumbrados a que los problemas se resuelvan solos, pocos entenderían el verdadero significado de resolver un problema, las personas de hoy en día no saben apreciar lo que les convienen y prefieren dejar todo para después, la humanidad de hoy en día no es más que solo mierda".

        Mi vida no es más que ir de fiesta en fiesta y de concierto en concierto, no me importa lo que la gente piense de mí y mucho menos opinaré yo acerca de ellas porque no tengo el orgullo suficiente como para hablar acerca de la vida de otros. Un día como hoy (o mejor dicho, como cualquiera), quince de diciembre, es mi cumpleaños y como es de costumbre, iré con mi grupito a un concierto de metal a embriagarnos como jamás en la vida lo hubiéramos hecho.

        Tuve la sensación de que durante el concierto alguien me observaba, pero lo ignoré en lo absoluto ya que era algo sin sentido, estámos en un concierto con cientos de personas a nuestro alrededor, qué idioteces digo...

        Aunque en serio digo que no era una presencia cualquiera, sino unas energías negativas que me recorrían todo el cuerpo y que hacían que los vellos del brazo de erizaran, unos tremendos escalofríos... Solo traté de relajarme...

        Al haber culminado el concierto, eran básicamente las dos de mañana. Lenn, uno de los chicos de mi grupo, había olvidado el lugar donde estacinó el carro y después de los tragos que nos tomamos la mejor idea fue caminar.

        No soy una persona normal, lo sé, tengo un gran desorden mental el cual nadie ha podido entender pero sin embargo luzco como si nada hubiese pasado. Las calles estaban tan negras como mi alma, eso me tranquilizaba mucho. No habría nada en el mundo que me dé más miedo que todo lo que se oponga frente a todo lo que prefiero.

        Como siempre, los chicos estaban con su escándalo a éstas horas de la noche, no sabía porqué pero no me sentía ebria y podía caminar en línea recta sin dificultad si me lo pidieran. No como mis amigos, esos idiotas se le podía poner a caminar en línea recta y caen al suelo dormidos.

        Nuevamente siento aquella presencia maligna junto a mí, esas energías negativas...

        Una chiquilla no debía de tener más de trece años, caminaba en el medio de la calle sola. Apostaba a que se acercaría a nosotros y los chicos intentarían asustarla o preocuparla, pero no me interesaba eso, me preguntaba el qué hacía una chica de trece años rondando por las calles oscuras a estas horas de la madrugada.

        Lenn fue el primer idiota en hacer lo suyo. Se acercó hasta la chica y ésta se detuvo frente de él y como Lenn era muy alto, se dobló para verle mejor el rostro.

        - Hola pequeña ¿Estás perdida? - preguntó riéndose.

        - Perdida está tu alma en este mismo instante, vagando porque ha sido desterrada de ambos lugares, el cielo y el infierno - sonrió.

        - Eres muy poética ¿Sabes?, pero en mi escuela no me enseñaron nada de eso - levantó el puño.

Ella seguía sonriendo.

        Inesperadamente, Lenn empezó a tener un ataque de asma o algo parecido ya que se había alejado de la chica y se dobló hasta quedar en posición fetal, susurraba la palabra "Aire" muchas veces hasta que su cara empezó a palidecer y dejó de moverse.

        Pero qué demonios...

        Y como era de esperarse los idiotas de mis amigos empezaron a decirle estupideces a la chica, luego ella comentaba una frase poética y macabra y les pasaba algo malo, más bien, todos acabaron muertos, excepto yo, corría la suerte de estar sobria y, a pesar de que estaba completamente llena de pánico y las lágrimas salían de mis ojos al ver a todos esos hijos de putas ahí tirados, me alejé de la chica lentamente hasta que le llegué a dar la espalda. Pero no me salvé.

        - Jessie, ¿No me dirás alguna bobada? - preguntó la chica.

Quedé totalmente paralizada.

        - ¿P-por qué debería decir a-algo a-así? Más bien... ¿Cómo me conoces? - empezaba a temblar.

        - Conozco este mundo como mi palma de mi mano, conozco a todas las personas que habitan en él y... ¿Cómo crees? Ando cosechando almas - soltó una risita un poco macabra.

¿Qué...?

        - Preferiría ir andando en un mundo oscuro donde no exista algo llamado "Realidad" y que mi alma esté perturbada para siempre a darte mi alma... - dije.

        - ¿Quién dijo que te la quitaré? Bueno, sí lo haré y a la fuerza sino lo haces voluntariamente, nota: Dolerá más sino me haces caso - sonrió.

Era el demonio en persona.

Duramos aproximádamente dos minutos en un total silencio, luego me giré hacia ella. Ya no era la misma chica, era un... un ¿Ángel?, sus alas blancas estaban manchadas de rojo y habían arrancado algunas plumas lo cual le daba una apariencia totalmente macabra y aterradora.

        -  Espero que hayas tenido tiempo de pensar... ¿Mencioné que soy impaciente? - sonrió.

        - ¡Por nada te entregaré mi alma! - grité y salí corriendo.

        Fue lo más inútil que había hecho en toda mi vida ya que enseguida que volteé a mirar hacia atrás no estaba. Al segundo, choqué con alguien y me caí. Mi torpeza nunca me ayudó.

        - Mi trabajo es limpiar el mundo de estas malditas criaturas llamadas humanos - me atrapó en sus brazos - gente ignorante, gente racista, hasta la que no merecen morir, solo cierra los ojos e imagina que estás en aquel lugar donde la realidad no existe - dijo.

        Sentí algo punzante en mi pecho, lágrimas salían nuevamente de mis ojos y traté de imaginar un perfecto mundo. Pero fue imposible y acabé en una dimensión oscura sin ninguna otra alma que me pudiera acompañar.

        - "Las mejores personas a las que les he tomado el alma, serán las que me griten hasta más no poder en mi consciencia. Eso me perjudica".

Knives and PensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora