Capítulo uno

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Lynn.

Día y noche en la televisión lo único que se veían eran noticias acerca de la pandemia.

Hacía una semana que habían suspendido las clases, y desde ese momento ella ya no había dejado su casa.

Lynn estaba más asustada de lo que admitía.

Por suerte, a George, su padre, se le había ocurrido una genial solución: se irían al campo, pero este no era un campo como se lo imaginan, donde no hay electricidad y huele feo todo el tiempo.

No, ahí tendrían electricidad (aunque casi siempre que había tormentas fuertes se cortaba), acceso a Internet para sus clases virtuales (aunque era lento y con viento fuerte también se cortaba), y no olía mal (bueno, la mayor parte del tiempo). Pero ¡hey! Podría ser peor.

¿Han oído hablar de la ley de Murphy? 

Si no lo han hecho, aquí se las presento: en pocas palabras, esta ley dice que si algo puede ir mal, irá peor. Y aquí es donde se presenta el mayor problema de todos (o al menos para Lynn): Theo Woodwork, mejor conocido como el némesis de Lynn, y el mejor amigo de Matthew, su hermano, se iría con ellos.

Porque claro, los padres del chico vivían en un pueblito de otra provincia mucho más alejada, él sólo había ido a la ciudad para estudiar en la universidad, y si se guiaban por las noticias que decían que cerrarían los viajes entre provincias para evitar la expansión del virus... las esperanzas de volver a su hogar con sus padres eran casi nulas.

Ahora sí, para Lynn no podría ser peor.

Así que ahí se encontraba ella: con una valija llena de ropa, todos sus artefactos electrónicos en una mochila, y reclamándole a su mamá por el chico de más que llevaban.

-Lo siento, cariño, pero ya sabes que no podemos dejarlo aquí- le contestó May, dulcemente. Ella había visto con sus propios ojos los conflictos entre ambos jóvenes.

-¡Por favor! ¡Ya tiene veintiún años! ¡Es un adulto! Se supone que puede cuidarse solo.

-Tu hermano también tiene veintiuno, y aun así vendrá con nosotros.

-Pues él también podría quedarse, ¿no?

-Ya hablé con la mamá de Theo y le dije que nosotros lo cuidaríamos, y así será- sentenció, y siguió intentando meter a la gata Mushi dentro de su bolso especial para viajes. Claramente Mushi estaba en desacuerdo, pues no dejaba de maullar desesperadamente intentando escapar.

-¡Pero...

-Pero nada, ve y busca el juguete de Mushi, que está imposible. La última vez que lo vi estaba debajo de mi cama.

A Lynn no le quedó más remedio que hacer lo que su madre le pedía, aunque refunfuñando y soltando todo tipo de improperios en contra del chico por lo bajo.

-¿Así que no quieres que yo vaya, eh?- y como si lo hubiera invocado, Theo estaba de pie en el living, con una valija azul a su lado y una mochila negra reposando sobre su hombro. Era un chico alto, su cabello castaño casi pelirrojo completamente desordenado, en un look despeinado intencional. Sus grandes ojos verdes tenían un brillo burlesco, que acompañaban a su media sonrisa, que aunque aparentaba ser inocente, la burla asomaba fácilmente tras ella.

-¡Claro que no quiero! ¿Tú te piensas que pasaría voluntariamente dos semanas junto a ti? No, ni loca- dijo, con una mueca de asco en su cara.

-Tampoco es como si yo quisiera verte todos los días a ti, enana- sonrió, ahora sí, su mueca siendo completamente burlesca y se fue en dirección a la habitación de Matt, riendo cuando Lynn comenzó a maldecirlo. Él sabía cuánto odiaba ese sobrenombre, y se lo decía para verla rabiar.

Unos minutos después, por fin bajó George, trayendo consigo a ambos jóvenes, quienes venían bromeando entre sí.

-¡En quince salimos!- exclamó, tomando dos de las valijas y saliendo hacia el auto.

Una vez todo estuvo cargado, vino otro problema.

Sí, eran cinco personas, y en el auto entraban bien, pero tenían cuatro valijas y cinco mochilas. Dos de las valijas, junto con una mochila entraban cómodamente en el baúl. Si hacían un poco de presión, entraba otra mochila más. Las otras dos valijas se las arreglaron para ponerlas en las barras sujetas al techo del auto, asegurándolas con cuerdas, pero las otras tres mochilas deberían ir con ellos, y no eran pequeñas.

Así que, de algún modo, lograron entrar en el asiento de atrás Matt, Lynn y Theo, junto con el pequeño (no tan pequeño) cargamento.

Lynn solo rezaba porque no los parase la policía.


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Hi! Acá vengo yo, después de 84 años con un libro nuevo hah...

Espero que lo disfruten!

~Ka🐱‍👓

~Ka🐱‍👓

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⏰ Última actualización: May 10, 2020 ⏰

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