Sueños Tristes.

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De nuevo estaba en aquel lugar, todo estaba tal y como lo recordaba intacto, lejos de los desastres que miles de años habían causado en otros lugares, las rosas de un fuerte color rojo daban un contraste con el color suave de las columnas, Steven avanzó con cuidado detallando cada una de ellas, aprecio cada línea y dibujo que había en ellas.

— ¿De vuelta aquí? Aún no se cómo entras si nadie sabe de este lugar, dime querido ¿Cómo es que entras aquí?

— Ehm, no estoy seguro, yo solo me duermo y llegó aquí, Ni si quiera te conozco o tengo una conexión contigo, ¿Quién eres? No te haré daño lo juro por mi gema — Steven iba avanzando y conforme más lo hacía un olor dulce le llegaba.

— ¿Hacerme daño? Jajajaja que cosa más graciosa acabas de decir, pocas cosas pueden lastimarme físicamente, ¿Eres capaz de romper lo casi irrompible? Si es así entonces si debo temerte.

Uh, Mi nombre como ya dije es Steven, soy el hijo de Pink Diamond, ¿Quién eres tú? — Pregunto caminando más cerca de aquel palacio de color crema con un diamante dibujado en las dos columnas de enfrente.

— No respondiste mi pregunta de manera directa, bien entonces yo tampoco lo haré , pequeño Diamante soy más antigua que tú madre y estoy segura que la perla de tu madre ni siquiera me conoce, soy aquella que creo a las andesina-labrorita, madre de las piedras de Sol,  fui la espada, brazos y piés de Homeworld, ¿Eso responde tu pregunta Steven?

Steven tardo un rato en responder pues siguio avanzando más y más hasta poder entrar al palacio, como entre los pasillos con las paredes llenas de historias de conquista, no paro hasta llegar al lugar que parecía ser la sala del trono debido al gran trono que estaba ahí, dónde estaba sentada una mujer gigante como un diamante, de largo cabello rizado recogido y un corto vestido.

— Eres un diamante— Dijo sin aliento Steven al ver los ojos con las pupilas de diamante de la enorme mujer — ¿Pero como es posible? Solo somos cuatro.

Más tarde Steven tendría tiempo de pensar el como se contó a si mismo como un diamante.

— ¿Cómo es posible? Buena pregunta Steven, es una muy buena pregunta, pero sabes cuándo alguien deja de existir se deja de hacer preguntas innecesarias— La mujer sonrió de manera cálida y Steven por alguna razón se sintió más relajado conforme más la escuchaba hablar.

— ¿Dejar de existir?

— Por supuesto Steven, me tuve que esconder hace milenios, pero un día solo decidí que ya había tenido suficiente así que deje de existir Steven — Por alguna extraña razón, por más mala espina que le diera la sonrisa en su rostro la cual ya no era cálida si no algo manipuladora, su cuerpo estaba relajado y su mente le decía que todo estaba bien — Sabes, quién diría que yo no sería la única diamante que pensaría de la misma manera, tienes que despertar pequeño diamante, me temo que será está la última vez que me veas, mi nombre en Cream Diamond, no lo olvides niño.

Steven despertó tranquilo como si solo hubiera cerrado sus ojos por unos segundo y ni haber dormido durante toda la noche, las palabras de aquella diamante resonaban en su cabeza, pero por más que trataba de recordar cómo lucía su rostro solo podía alcanzar a ver aquellos ojos de color crema con las pupilas de color negro y forma de diamante.

Se levantó de su cama y decidió hacer su rutina de aseo diario, si plan era aprovechar que era sábado y no trabajaba para poder hablar por fin con las gemas, o ese era el plan hasta que recordó que tenía que ir a la base lunar a terminar de firmar unos papeles que esperaba Chery no estuviera teniendo un problema con ellos.

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⏰ Última actualización: May 13, 2020 ⏰

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