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Si Park Jimin no sabía cuidar ni de sí mismo, ¿cómo iba a hacerse cargo de un siamés negro?

Él no tenía tiempo para hacerse cargo de una mascota, mucho menos de un híbrido, pero tras varias horas de discusión con su amigo Kai por teléfono, al final terminó accediendo a adoptar un gato.

Realmente no tenía mucho entusiasmo, pero lo había hecho a modo de favor. Su amigo le había comentado que una tía suya estaba muy enferma y no podía hacerse cargo de todas las mascotas que tenía en su casita a las afueras de Busan.

Los híbridos eran mascotas  que requerían de muchos cuidados, muchísimos, a decir verdad. Eran mascotas humanoides, es decir, que podían adoptar figura humana, con el añadido distintivo de que aquellos rasgos más característicos de su raza podían perdurar en su físico, tales como las orejas, la cola, colmillos si es que tenían, e incluso garras. Aunque si lo querían,  podían permanecer en us forma animal  más natural, sin parecerse en nada a los humanos, aunque esto no era muy común.

Era normal que cada familia tuviera algún híbrido, ya fuera un conejo, perro, gato, u otros tipo de animal de compañía, como un zorro. Eran tratados como uno más de la familia. A decir verdad, eran como los humanos pero con pequeños matices en su fisionomía. Aún  así,  tenían las mismas necesidades, deseos, pensamientos y sentimientos que una persona normal, si bien los híbridos eran mucho más delicados.

A Jimin siempre le habían recomendado tener uno desde que se había mudado a Seúl por motivos de trabajo, para que el muchacho no se sintiera tan sólo en la gran ciudad de uno de los países más punteros en tecnología.

Pero los híbridos nosolo hacían compañía, sino que algunos eran empleados del hogar. Normalmente, los humanos estaban muy ocupados con sus quehaceres, el trabajo o los estudios, y en muchas ocasiones no tenían tiempo para cocinar, limpiar, hacer la colada y otro tipo de tareas domésticas. Con los híbridos la vida era mucho más sencilla, ya que se ocupaban de esas tareas incluso sin que se lo pidieras.

A decir verdad, muchos amigos de Jimin, por no decir la mayoría, tenían uno. Pero es que él no creía que fuera capaz de hacerse cargo de un híbrido.

Eran exquisitos, tiquismiquis, y siempre había que cumplir sus caprichos, fueran cuales fueran. El lado positivo es que era muy leales una vez tenían dueño, y era muy difícil despegarse de éste una vez hubieran establecido un vínculo de confianza.

Eran cariñosos, muy cuquis, daban consejos y te daban un masaje si es que llegabas muy cansado después de una larga jornada de trabajo.

Aunque claro, luego les tenías que recompensar comprándole algún juguetito o accesorio lindo.

Aquello le iba a pasar factura, de eso estaba seguro.

Pero ya había accedido a quedarse con uno de los gatos. Tendría que hacer tiempo en su apretada agenda y sacar huecos entre horario y horario para atender las necesidades de su nueva mascota.

Jimin trabajaba como cirujano en el Hospital Nacional de Seúl, desde hacía poco más de un año.

Después de terminar su grado universitario, hacer un máster y posteriormente una especialización, Jimin había conseguido su sueño con tan solo veintisiete años. Tenía un buen sueldo, un bonito ático en un lujoso apartamento en el centro de Seúl, al lado del río Han, y todas las comodidades posibles.

Prácticamente, tenía la vida resuelta.

Había estado tan concentrado en sus estudios, que Jimin no tenía tiempo si quiera de buscar pareja. A decir verdad, tampoco le hacía falta. No era de esas personas que necesitaban crearse un perfil en Tinder para conocer a gente. Su carácter genuino, amabilidad y sensualidad natural le colmaban de muchos amigos, si bien eran los demás quienes daban el primer paso de acercarse.

Bad manners》Yoonmin {One-Shot}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora