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—Otra vez... no puedo creer que te esté preguntando esto... —Hinata cerró los ojos y respiró hondo antes de mirar a Nagito—. Pero... ¿quién eres?

¿Quién... era él? Nagito parpadeó.

—¿Es una pregunta capciosa? Soy Komaeda Nagito.

—No... no puedes serlo... —Los ojos de Hinata vacilaron y su expresión se agrietó, la boca tembló. Incluso su mano vibraba cuando se adelantó y la presionó contra el pecho de Nagito—. Te sientes igual... te ves igual... pero no eres Komaeda Nagito.

Él... ¿no lo era? Nagito abrió la boca, pero Hinata se le adelantó.

—Traté de ignorarlo toda la mañana y la tarde... pero todo estaba un poco mal —Hinata continuó—: Me llamaste Hinata-kun esta mañana y varias veces ahora. No me has llamado así desde que éramos estudiantes de primer año en la universidad. También... cuando estábamos conduciendo. Elegiste la música de Mioda. La conocemos desde la universidad, pero siempre has declinado educadamente escucharla después de esa fiesta de Navidad.

Hinata tragó abundantemente y se inclinó más cerca. Nagito no podía moverse.

—Cuando llegamos al Acuario no querías ver la exposición de Criaturas de las Profundidades Marinas... esa... fue la razón por la que mencionaste ir allí en primer lugar. Fue lo mismo en la cafetería... querías ir allí por el pastel de fresa. Pero elegiste el helado de caramelo. Tú... siempre has odiado las cosas saladas y dulces juntas. En nuestra primera cita me dijiste que el postre sólo debía ser dulce.

La boca de Nagito se sentía seca. Esto... ¿qué era esto?

—Tú... también bebiste el café sin añadir azúcar —Hinata continuó—: Nunca añado la cantidad adecuada de azúcar a tu café. Nunca te quejas por la mañana porque sólo quieres el café inmediatamente, pero en el café... no le has añadido azúcar.

—Y finalmente... —Hinata soltó un sollozo y las lágrimas corrieron por su cara—. Empiezas a decir sobre ya estar muerto y tener que morir. No tengo ni idea de lo que quieres decir, pero quiero algunas respuestas. ¿Quién eres tú? ¿Por qué te pareces a Nagito? ¿Y dónde... dónde está mi Nagito?

De repente todo se sintió un poco turbio, pero había menos pánico en su corazón. Con una extraña gentileza Nagito llevó a Hinata a la cama y se sentó, tirando de él.

—Lo que dices es raro —Nagito sintió una extraña sensación de flotación—. No estoy seguro de qué decir.

—Sólo empieza por el principio. —Hinata instó.

—¿El principio? —musitó Nagito. Hinata probablemente no quiso decir eso literalmente—. Todo comenzó cuando despertamos en una isla...

—Disculpa, ¿una isla?

—Sí —Nagito continuó—: Los quince nos despertamos, todos estudiantes de Pico de la Esperanza, pero no recordamos cómo llegamos a la isla. Un conejo... cosa... —En serio, ¿qué era Usami? —. Nos dijo que era nuestra profesora y que tenemos que recolectar los fragmentos de esperanza...

Ahora que Nagito lo explicaba se le recordó lo ridículo que sonaba todo.

—Pero eso cambió cuando Monokuma apareció y nos dijo que empezáramos a matarnos si queríamos escapar de la isla.

—¿Es esto la verdad? —Hinata sonaba tranquilo—. Así que cuando dices que has muerto...

—Sí, morí. —Nagito confirmó.

—¿Por... una lanza?

—Técnicamente por el veneno, pero seria buscarle la quinta pata al gato.

Your Kindness Is A Lie 「KomaHina」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora