Fallo

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Estaba yo hace unas horas tumbada en la cama pensando en mis cosas, como hacemos todos. Tuve la audacia de pensar en que a lo mejor era buen momento para salir a pasar, pero me acordé de que las calles estaban infestadas de gente que saldría a pasear también. Opté por esperar un rato más antes de salir, para que la gente se esparciera por el pueblo.

En el rato extra que dediqué a deambular entre mis ideas y deseos, me dio el alto un pensamiento repentino. Era una cosa azul y con tentáculos. Para mi, el color azul es algo que expresa mucha profundidad y me aporta paz. El azul es silencio, paciencia, calma, serenidad,  fluidez y lucidez.
Los tentáculos vendrían a representar algo que tiene la capacidad de agarrarte y no soltarte. Pero eso no es todo, porque esos tentáculos primero te abrazan sutilmente hasta que te acostumbras a su presencia, e ignoras totalmente que te están rodeando y apretando cada vez más. Tú te haces a que estén ahí y, como se mueven tan lento y el incremento de presión es a penas perceptible, te engulle sin que tú opongas ningún tipo de resistencia. Ah, y si te suelta, te vas a acordar de que en algún momento estuviste atrapado.
Creo que inconscientemente trataba de darme una señal a mi misma. Como si tratara de advertirme de que por muy tranquilo que pareciera todo por ahora, estaba en peligro por la posibilidad de caer en algo feo y no darme cuenta.
¿No os ha pasado? ¿Andar con cuidado tras una experiencia que ha tenido una repercusión importante en vuestra vida? A mi siempre me pasa. Ya pueden haber pasado años que si veo el mismo patrón, tengo más cuidado.
Mis amigas me definirían como una loca que va sin mirar por dónde pisa y que le da igual todo. Lo cierto es que es así; me da igual todo mientras que no me pueda desestructurar a nivel emocional. En el momento en el que mi estabilidad pueda peligrar, me vuelvo un avestruz: observando todo y lista para salir por patas de cualquier parte.

Creo que este sistema tiene fallos. Evidentemente, no hay ninguna máquina perfecta y yo no iba a ser la excepción.
El sistema falla cuando bajas la guardia, cuando te hacen creer, confiar, sentir en paz. Cuando te hacen sentir bien en algún sitio, quieres seguir yendo ahí o incluso quedarte. Pero eso a veces es solo el principio; una fachada. Es como una gran casa, una mansión perfecta: pintura blanca como el hielo, grandes ventanales y jardines interminables, con columnas de estilo dórico y un dóberman perfectamente entrenado (por si acaso). Eso es lo que ves desde fuera, lo que te hace sentir bien y confiado en un principio. El fallo está en el interior; cuando te encuentras con un parqué chirriante y mohoso, polvo, moho, el techo a punto de caerse, la pintura desgastada y sucia cayéndose de las paredes, un cuadro que parece mirarte y por si fuera poco, una estrella satánica con restos de sangre fresca y pelo debajo de la alfombra del salón. El problema aparece cuando te das cuenta de que lo bonito te ha llevado a un agujero destrozado del cual no puedes salir porque de alguna forma, hay algo que te ata. Y tal vez eso que te ata sea la primera impresión, lo bien que te hizo sentir ver la casa al principio: tan bonita, tan lujosa, tan grande y tan todo. Y tú, confiado y con expectativas, vas y te encuentras con un zulo digno de película americana de casa abandonada a la que se muda una familia, a la cual un espíritu maligno que ronda la casa quiere matar por venganza; nada, cosas personales.

A pesar de ver todo el caos, tú decides quedarte con la esperanza de poder arreglar esa ruina, pero te acaba destrozando a ti más de lo que ya estaba. Y para cuando te quieres dar cuenta, ya no te queda nada que darte a ti mismo porque lo has dado todo por arreglar algo cuyo destino es el suelo.

A esto he llegado hoy con la cosa azul con tentáculos. Algo que de entrada te da tanta paz, tanta confianza que hasta lo sientes como un hogar, que termina por atraparte e introducirte en su mundo que no es más que una vorágine de destrucción sin posibilidad de calmar. Y no te das cuenta de dónde te has metido hasta que te exprime la última gota. Al ser un progreso tan sigiloso, no me daría cuenta de no haberlo experimentado antes. Y es así, estoy viéndolo todo muy bonito últimamente. Estoy yendo hacia eso que se ve lindo e inmejorable, pero con cautela.

No es que no me permita ilusionarme, al contrario, soy como una niña pequeña. Mi niña interior sale a flote con cualquier nimiedad. Pero esa nena es más lista que el hambre y sabe, por cosas de la vida, que no es oro todo lo que reluce y que si algo tiene muy buena pinta, sea un poco paciente, a ver si al final va a ser que no y la hostia me la llevo yo.

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⏰ Última actualización: May 10, 2020 ⏰

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