Capítulo 1.2

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Parte II


—No, no lo harás —insistió Jeff —. Eres increíble, Emily. Encontrarás una manera. Siempre lo haces. Y oye, sin mí derribándote, probablemente vas a ganar el primer lugar por una vez. 
— ¡Cállate! ¡No lo hare! ¡Voy a desmoronarme sin ti!
Jeff suspiró y tomó mis manos en las suyas —Emily —dijo lentamente —. Eso también es una especie de por qué le dije que sí a Mindy. Creo que necesito un poco de espacio por un tiempo. —
Por un breve momento, el tiempo se detuvo…como un corazón saltándose un latido. Cuando empezó a correr de nuevo, mi vida había sido alterada para siempre. 
— ¿Espacio? ¿A qué te refieres? —sabía a qué se refería. Solo estaba rezando estar equivocada porque, de otra forma, acababa de romperme el corazón a la mitad y no podía lidiar con ello. — ¿Estás diciendo que no quieres ser más mi amigo?
Jeff rápidamente sacudió la cabeza —Por supuesto que no. Siempre vamos a ser amigos. Sabes que lo haremos. Pero, Emily, pasamos más tiempo juntos que gemelos siameses. Creo que sería bueno para ambos quizás empezar a salir con otras personas a veces, ¿sabes? Como, separadamente. Y… — Otro encogimiento de hombros, y tragar doloroso. —No quiero celebrar nuestros cumpleaños juntos este año. Como que quiero hacer mi propia cosa. 
En esa última petición se produjo un grito y el sonido de cristales rotos en la cocina. Estaba agradecida por la distracción hasta que me di cuenta que Jennifer estaba allí casi comatosa mirándonos con una mano sobre su boca y lágrimas en los ojos. El grito había sido de ella, y el vaso de agua que había estado sosteniendo ahora estaba en el suelo alrededor de sus pies descalzos en tantos pedacitos como mi corazón. 
— ¡Mamá! —Jeff saltó y empezó a recoger las piezas grandes de vidrio.
Fui a buscar una toalla y la escoba, pero mis movimientos eran robóticos. Mi cuerpo estaba en piloto automático porque mi cuerpo estaba bastante muerto por el shock.
Simplemente no podía entender como esto podía estar pasando. ¿De pronto la Tierra se estaba inclinando fuera de su eje? ¿Se estaban desdibujando los límites del espacio y el tiempo, causando que la realidad se divida en universos alternos? ¿Era Park City, Utah, en secreto la Puerta del Diablo y yo había caído en el infierno sin saberlo?
Le entregué Jeff la toalla y luego barrí el cristal restante, pero cuando fui a volcar el recogedor, accidentalmente encontré con una pared de músculos sólidos, sudorosos. —Lo siento —le murmuro a Jack. 
Estaba allí de pie moviendo sus ojos entre su hermano y yo, con pedacitos de galletas con chips de chocolate sin tragar que amenazan con caer de su boca abierta.
— ¿Puedes correrte del camino? Estás bloqueando la papelera.
Esto lo hizo entrar en acción —Oh, correcto. Lo siento —dio un paso al costado y huyó de la cocina murmurando algo acerca de necesitar una ducha.
Lo observé irse porque era más fácil que enfrentar a su hermano.
Desde detrás mío, los dedos de Jeff gentilmente agarraron los mío —Emily.
Su suave voz hizo que mis ojos quemen. Tiró suavemente de mi mano, pero yo no podía dar la vuelta todavía. Estaba a punto de llorar, y no había forma de que lo deje verlo. 
—Emily. 
Después de una buena respiración profunda, la sensación de ardor desapareció. Fui capaz de enfrentarlo y forzar una sonrisa, pero creo que mi orgullo herido fue el único que mantuvo las lágrimas a raya. 
— ¿Estás bien? —preguntó Jeff.
La respuesta era definitivamente no, pero de todas formas asentí. —Por supuesto. Sí, claro, estoy bien. ¿Por qué no lo estaría? Es solo un proyecto de ciencias. Como tú dijiste, me las arreglaré. En cuanto a las otras cosas, lo entiendo, y eso es genial. Si eso es lo que quieres. Supongo que podría ser divertido cambiar un poco las cosas. 
¡Mentira! ¡Mentira total y absoluta!
La mentira era tan grande que me dolió hasta el alma, pero lo que dolió más fue que Jeff lo creía. Dejó salir una respiración y tiró sus brazos alrededor mío. Todo su cuerpo se desplomó con alivio. —Me alegra tanto que entiendas. Tenía tanto miedo de que me odiaras por esto y no volvieras a hablarme.
—Nunca podría hacer eso —murmuré. 
Su agarre se apretó con gratitud, pero bien podría haber llegado dentro de mi pecho y apretado lo último de vida de mi corazón en vez de abrazarme.
Apreté mis ojos cerrados. Iba a perderlo. Las lágrimas no se iban a quedar atrás por siempre. Tenía minutos, segundos quizás, antes de desmoronarme.
—Está bien —insistí de nuevo y me alejé del agarre de Jeff —. Sabes que nunca podría odiarte. 
Jeff me dio una gran sonrisa—Gracias, Aves —besó mi mejilla y susurró —: Eres la mejor. 
No podía hablar ahora sin perderme, así que solo asentí. 
Jennifer debe haber reconocido la verdad de mi estado emocional, porque aclaró su garganta y le preguntó a Jeff si no le importaría sacar la bolsa de basura con los cristales rotos. 
Jennifer tiró sus brazos a mi alrededor en el segundo en que él se fue — ¡Emily, lo siento tanto! ¡Lo siento tanto, tanto! No entiendo… —dejó que su voz se desvaneciera. Estaba tan desconcertada como yo.
—Está bien, Jennifer. Está bien. En serio — Me aparté de ella y prácticamente salí corriendo de la habitación. Solo logré llegar al pasillo de arriba antes de colapsar en el suelo y llorar.
Unos minutos después la puerta de abajo se cerró de golpe. Tome una respiración profunda, sabiendo que necesitaba al menos llegar a mi habitación antes de que Jeff de vuelta la esquina y me vea, pero era la voz de mi madre la que escuché, no la de Jeff. 
Su jovial — ¡Jack! ¡Emily! ¡Vallan a ayudar a Jeff a traer los comestibles!— No se repitió como normalmente habría sido cuando ninguno de los dos respondió. En su lugar, podía escuchar unos susurros y luego un muy fuerte, grito de asombro. Jennifer había le derramado los frijoles a mi madre, y estaban sin duda discutiendo cuan destruida estaba.
Me puse de pie cuando oí a mi madre decir —: Voy a hablar con ella. Quizás la lleve conmigo para la víspera de Año Nuevo.
De ninguna manera quería hacer eso. Amaba a mi mama y todo, pero no estaba lista para enfrentar la verdad, todavía. Estaba demasiado shockeada. ¿Primera fase del proceso de duelo? Actualmente en proceso.
Tampoco necesitaba una fiesta especial de lástima esta noche mientras la familia Johnson fingía no saber porque mi madre y yo los abandonamos.
En pánico entré por la primera puerta que encontré y la empujé. Era conocida por tener un ataque de ansiedad o dos en mi vida, pero nunca había experimentado uno tan malo como este. La cabeza me daba vueltas, cada parte de mi cuerpo dolía, no podía respirar, y no podía pensar con claridad.


Estaba tan fuera de mí que me metí en el baño, mientras que Jack estaba en la ducha, y yo ni siquiera me di cuenta hasta que asomó la cabeza por detrás de la cortina con una mirada de sorpresa en su rostro. —Emily, cariño, estoy un poco ocupado aquí —él arqueó una ceja y me dio una sonrisa torcida —. ¿A menos que estés planeando unirte….?
Justo entonces hubo un fuerte golpe en la puerta, y la voz preocupada de mi madre llamándome. Levanté la mirada a Jack y en un momento de puro pánico no lo pensé dos veces antes de saltar detrás de la cortina con él. 
— ¡Whoa! ¡Emily! ¡Sólo estaba bromeando!
Podía escuchar a Jack, pero no podía realmente responderle. Incliné mi espalda contra la fría pared de azulejos y cerré mis ojos, dejando que el agua caliente caiga sobre mí. 
Hubo otro golpe, más fuerte esta vez, y luego la puerta se abrió. — ¿Emily? ¿Estás aquí, cariño?
Sacudí la cabeza frenéticamente, rezando para que Jack haga lo correcto.
—Lo siento, Kaitlin. Soy solo yo.
—Oh. Lo siento, Jack. Pensé que quizás fueras Emily.
—Seh, me dicen eso seguido —bromeó él.
Mi mama se rió y luego suspiró pesadamente —Si la ves después de que termines, dile que la estoy buscando.
—Lo haré. 
La puerta se cerró y las cosas se tranquilizaron. Me quedé allí por tanto tiempo que mi cabeza dolía y me mareé. Mis rodillas se doblaron.
Rápidamente Jack me agarró por debajo de mis brazos —Emily, respira —ordenó.
Tomé una respiración. Mientras el oxígeno fluía por mis pulmones, me di cuenta que probablemente era la primer respiración que tomaba en minutos. Literalmente. 
—Emily —dijo una firme voz baja. Sentí manos en ambos lados de mi cara. 
Abrí mis ojos, y los hermosos ojos azules penetrantes de Jack estaban mirando hacia mí solo a un par de centímetros de distancia, ocupando mi campo de visión — ¿Estás bien ahora? —preguntó.
Podía estar respirando, pero que nunca estaría "bien" de nuevo. Tiré mis brazos alrededor de él y empecé a soltar sollozos desgarradores en su pecho. 
No tenía idea de cuánto tiempo había estado así, agarrándome de Jack para salvar mi vida mientras me rompía de adentro hacia afuera. Por el tiempo que sea, Jack nunca trató de detenerme. Él me abrazó y me mecía bajo el chorro del agua caliente, todo el rato susurrándome sentimientos alentadores y me acariciaba el pelo. 
Finalmente, el ataque de ansiedad se desvaneció, y recuperé el control de mí misma. Por supuesto, ahí fue cuando me di cuenta que estaba en la ducha enredada a un muy desnudo Jack Johnson y que ciertas partes de él no se oponían a la situación.


Di un grito ahogado y traté de alejarme de él, pero se mantuvo firme y se echó a reír. —Es lo que es, Emi. Soy un hombre de sangre caliente de pie, desnudo en la ducha, sosteniendo a una chica cuya camiseta está empapada y aferrándose más que poéticamente a su figura sorprendentemente impresionante.
Esta vez cuando jadeé, Jack me dejó ir. Estaba todavía riéndose mucho tiempo después de que saliera de la bañera. No me sentí mal por robar su toalla y dejarlo que se las arregle solo cuando esté listo para salir.

The Experiment ➵Jack JohnsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora