Veía fijamente su figura en el espejo mientras toqueteaba su cuerpo en busca de algún cambio. Sentía que este carecía de grasa. Tan delgado, tan frágil como el cristal.
Pero la imagen que se mostraba ante ella no era igual a la que su tacto le brindaba. Se veía tan...gorda.
La frustración invadió su ser y se manifestó en forma de lágrimas con apariencia cristalina.
Era como una tortura, una jugada amarga de la vida. Pues a pesar de su inconmensurable esfuerzo, este parecía ser totalmente superfluo. A pesar de las dietas, los ejercicios o incluso la falta de alimento de los días recientes, notaba su figura cada vez más degradada, pues su mente le jugaba una mala pasada, haciéndola ver algo inexistente.
–Soy tan horrible...–En su voz se notaba el inmenso desprecio que tomó a su reflejo, a un falso espejismo.
–por qué...?–susurraba mientras que sus delgadas piernas le fallaban, haciendola caer de rodillas mientras sollozaba. Se sentía tan acomplejada, tan desagradada consigo misma.
Una mujer anciana entró a la habitación y se acercó a paso lento a la chica para abrazarla por los hombros y darle consuelo.–Vamos Mitsuri-San, le he preparado el desayuno. –La anciana guiaba a la joven a una mesa repleta de comida casera. Pero esta se quedo helada al escuchar sus palabras.
–Perdone Obāsan, pero no tengo apetito, así que llamare a...–Dio media vuelta para cumplir con su cometido, pero fue interrumpida por la mano de la anciana, que tomo de su muñeca.
–Mitsuri-San, por favor, tiene que comer. Me preocupa, no a estado comiendo bien, y lleva casi dos semanas sin probar bocado.–Dejo de prestar atención al escuchar aquella palabra: "comer". La anciana había estado muy insistente con que comiera, pues aun que la pasarela había pasado hace tiempo, seguía con lo que ella consideraba como " una dieta estricta". Lo que haría a continuación le dolería, y mucho. Pero realmente no podía con la insistencia de la anciana.
–Chieko...– Le extraño que la chica la llamara por su nombre. Después de eso, la joven le lanzó una mirada indescriptible. –Estas despedida.–Una chica que respondía a el nombre de Shinobu caminaba por la acera con el propósito de llegar a casa de su querida amiga. Pero paró su caminata abruptamente al notar a una persona de lo más inesperada fuera de la residencia.
–¿Fujioka-San?.–le extrañaba que la anciana estuviera fuera a esas horas, pues aun faltaba para que su turno terminara.
–Oh, Kocho, querida. Necesito de tu ayuda.–Se acercó a paso apresurado y la tomo por los hombros.–Mitsurui-San no me escucha, por eso le pido que la ayude. –Hablaba cargando toda su preocupación en su hablar.
–Ya veo... No se preocupe, ayudaré a su tonta nieta postiza. –Dijo con su característica sonrisa amable pero un tanto burlesca.
–Te lo agradezco tanto...– Dijo haciendo una marcada reverencia, a lo que Shinobu se alarmó.
–Po-Porfavor levante la cabeza, no hay que agradecer, aún así pensaba y lo iba a hacer.– Le avergonzaba tanto que una anciana se inclinara de tal manera ante ella...
Seguido de esto, la anciana se retiró agradeciendo nuevamente, mientras Shinobu con un ademán continuó su corto caminar.Y ahí se encontraban las dos chicas de frente.
La de ojos amatistas estaba notablemente enfurecida con su mejor amiga. Pues la hacia preocupar.
–¿No dijiste que sería temporal?.–
–¿Eh?, ¿acaso no lo notas?. Engorde, y dejaré la dieta hasta que recupere mi figura... –Hablo cabizbaja mientras que las lágrima comenzaban a brotar.
Shinobu solo suspiro para después abrazar a su querida amiga.
–Mañana iremos a ver a un psicólogo, te programé una cita, y vine a decírtelo.– Dijo rompiendo el abrazo, mientras que miraba con una linda sonrisa y mirada amable.
–Pero Shinobu, te prometo que estoy bien. No gastes tu dinero.– La menor de las Kocho solo suspiro. Si que su amiga era terca.
–No insistas Mitsuri, tu sabes que no estas bien...– La mencionada bajo la mirada. Pues sabía que Shinobu no mentía.
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El Sabor del Amor - ̗̀ ❪❪𝑶𝒃𝒂𝑴𝒊𝒕𝒔𝒖 [CANCELADA]
أدب الهواةMitsuri Kanroji es definida como una "súper estrella". Pero no todo es alegría tras fama, dinero y un lindo rostro. Porque cuando se prohíbe probar bocado, lo único que la salvará será el sabor del amor.