Revancha. (DeathxAioria)

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Esta historia la escribí a modo de continuación de un oneshot ShuraxAfrodita, disponible en el libro correspondiente.

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La puerta se cerró con violencia y el suave «clic» del seguro siendo puesto se escuchó segundos después, unos pasos apresurados y unas cuantas maldiciones en español se escucharon tras la puerta y los ocupantes de aquella habitación suspiraron de alivio. Se dejaron caer en el piso recuperando el aliento.

Habían estado corriendo por un buen rato y, por cortesía de su Diosa, sus cosmos estaban parcialmente sellados por seguridad del personal del hotel, por lo que habían estado huyendo por mucho tiempo, hasta que pudieron perderlos y encerrarse en la habitación. Estaban a salvo por el momento.

—Creí que nos alcanzarían—comento un agitado Death Mask viendo hacia el techo.

—Estuvo cerca, suerte que Saga se les «atravesó», si no, no sé qué hubiera sido de nosotros. Arreglaron las cosas, no entiendo cuál es su molestia.

—Ni yo, o sea, sí, los dejamos en medio de la nada y solo con lo suficiente para que vivieran, pero fue por una buena causa—Death Mask elevó las manos al cielo en señal de frustración.

Afrodita y Shura, nada más llegar al hotel, se habían lanzado en contra de sus amigos, quiénes, dos días atrás, en un momento de brillantez y buenas intenciones, habían convencido a su diosa de que abandonara a los Santos en cuestión en una gasolinera para que tuvieran tiempo de resolver sus diferencias sin que hubiera nadie más a su alrededor; solo que, Death Mask y Aioria, no esperaban qué su buena obra fuera tan mal recibida por los otros dos.

Por un largo rato ninguno de los dos dijo nada, atentos a lo que sucedía en el pasillo, esperando oír los pasos de sus amigos alejarse por el pasillo, sin embargo, pasaban los minutos y los murmullos de voces continuaba. Afrodita y Shura seguían en el pasillo. No los amenazaban, pero seguían ahí, los santos lo sabían.

—¿Crees que se vayan pronto?

—Conociendo a Afrodita y mira que lo conozco, no se moverá hasta que tenga su venganza.

Después de algunos minutos, finalmente pudieron escuchar los pasos que se alejaban por el pasillo. Aioria, se incorporó de inmediato y se acercó a la puerta de manera sigilosa. Death, que seguía en el piso con los ojos cerrados, abrió uno de manera perezosa. Aioria, quitó el seguro de la puerta y empujó. La puerta continuó en su sitio. Lo volvió a intentar varias veces, pero la puerta seguía sin ceder.

—Pierdes el tiempo—comentó Death—, ya te dije que Afrodita no dejará las cosas así como así.

—¿A qué te refieres? —frunció el ceño viendo como el Cangrejo volvía a cerrar los ojos.

—A que estaremos aquí por un buen tiempo.

El León resignado se dirigió a la ventana sin entender la actitud de Death Mask, ¿cómo es que estaba tan tranquilo? Estaban atrapados. No podía usar su cosmos para romper la puerta, porque eso iría en contra de la orden que les había dado su diosa. Fijó su vista fuera y pudo ver a Shura y Afrodita en el camino que daba a la piscina. Entrecerró los ojos cuando Afrodita miró en su dirección y con total descaro lo saludó.

—Maldito Pez, hi...

—Oye, no lo insultes—la voz somnolienta del italiano lo interrumpió y Aioria lo miró con molestia.

—¿Es que no te molesta que estemos aquí encerrados?

—No.

—¿Sabes cómo sacarnos de aquí?

—Sí.

—¿Y por qué no lo haces?

—No quiero.

La tranquilidad con la que fueron pronunciadas aquellas palabras hizo que la poca paciencia de Aioria saliera por la ventana en la que estaba sentado. Death, por su parte, no se perturbó cuando un zapato estrelló contra su cabeza y luego la figura amenazante del León se pusiera frente a él. Enarcó una ceja. El puño del griego no tardó en impactarse contra su mejilla.

—¿Cómo salimos?

El italiano se levantó con toda la tranquilidad del mundo y Aioria dio un paso atrás para tener oportunidad de defenderse en caso de que Death le devolviera el golpe, sin embargo, lo que hizo, fue llevarse la mano a la zona golpeada y mirar con seriedad al griego.

—¿De verdad quieres saber? —Aioria simplemente asintió de manera leve y Death sonrió en gesto de burla—. Conste que tú lo pediste.

No tuvo tiempo de replicar nada. El siguiente movimiento del italiano lo dejó sin palabras.

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—¡¿Qué hicieron qué?!

El grito de Milo hizo que todos los que estaban en la piscina voltearan a verlos. Shura que en ese momento le entregaba una paleta helada cubierta de chocolate a Afrodita, no fue la excepción. Incluso el rubio volteó para ver a quién le gritaba de esa manera. No se sorprendió el ver a Hyoga y Seiya con cara de niños regañados, mientras Camus apretaba su nariz con su índice y pulgar en un claro gesto de «estoy rodeado de idiotas».

—¿Crees que te delate? —preguntó el español sin dejar de ver la escena.

—No, le di un buen incentivo al Pegaso para no hacerlo.

—No puedo creer que el alumno de Camus haya sido convencido por ese tarado.

—Sí, yo tampoco lo creo —le dio una leve mordida a la paleta y sonrió con satisfacción—. Será mejor que arregle esto antes de que Milo lo estropeé —le dio un beso en la mejilla a su pareja y se encaminó dónde estaba el trío de escandalosos—, ya vuelvo.

Afrodita se acercó al grupo y sin perder su sonrisa, después de cruzar unas cuantas palabras con Milo, logró calmarlo, asegurándole que él se haría cargo del pequeño problema que, sin querer, Hyoga y Seiya habían causado.

Cuando llegó a la habitación, alzó una ceja y tuvo que darle una nueva mordida a su paleta para no soltar la risa. La puerta estaba sellada con hielo. Era más de lo que hubiese imaginado cuando convenció a Seiya de que dejara encerrados a Death y Aioria.

—Dime que puedes romperlo —dijo Milo muy cerca de él.

—Por supuesto —sin perder tiempo convocó una rosa piraña y la paso por todo el hielo para romperlo sin preocuparse si adentro lo escuchaban o no—. Vámonos.

—Pero...

—Milo, sí no han salido a golpearm... a golpear a alguien, es obvio que están ocupados en otra cosa, ¿no crees?

El pequeño grito de sorpresa de Milo, así como el resto de sonidos que se habían suscitado fuera de la habitación, pasaron inadvertidos por sus ocupantes, ya que estaban más concentrados en cosas más importantes, como el conocerse más a fondo, por ejemplo.

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¡Gracias por leer!

Miscelánea Saint Seiya. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora