Alayne
Era el día del funeral del profesor. Se tardaron un par de días en organizarlo, ya que los familiares del profesor decidieron hacerle una autopsia. Durante ese tiempo, las redes sociales se llenaron de publicaciones de mis compañeros de clase, expresando su apoyo y recordando lo mucho que "aprendieron" de él. Sin embargo, la realidad era que la mayoría de ellos nunca le prestó atención en vida. Ni siquiera yo.
Probablemente los estudiantes de la escuela no seríamos los únicos en asistir al funeral; todo el pueblo parecía interesado en lo que había sucedido, curiosos por las circunstancias.
El día anterior, había ido al supermercado sola, tratando de mantenerme ocupada y distraída. Mientras caminaba por los pasillos, recogiendo lo necesario, me detuve al escuchar una breve conversación. La voz inconfundible de la señora Blair, a quien todos conocían como la bruja del pueblo, llegó a mis oídos.
—No es el primer asesinato que ocurre en Sunnyhill ni será el último —decía con una mezcla de certeza y resignación.—Y tampoco es el primer Nicholson asesinado, ¿recuerdas a Kaden Nicholson?
Su esposo asintió en silencio, como si ambos compartieran un oscuro secreto que el resto de nosotros apenas comenzaba a vislumbrar. Sus palabras me dejaron un escalofrío en la nuca, haciéndome sentir que algo mucho más siniestro acechaba en las sombras de nuestro aparentemente tranquilo pueblo.
No era un secreto que había un par de asesinos seriales famosos en el pueblo. Pero para la calma de muchos, ellos ya estaban muertos.
La bruja Blair era una mujer de entre sesenta y setenta años, y desde que éramos niños, todos en el pueblo le teníamos miedo. Se decía que se dedicaba a la brujería y a cosas paranormales en su casa, que también funcionaba como una tienda donde leía el tarot. Su hogar era el mayor atractivo turístico del lugar, una casa decorada con ventanales tenebrosos, como si quisiera que la gente sintiera escalofríos al pasar por allí. No solo eso, sino que también existía una leyenda urbana sobre un doctor que, según contaban, había asesinado a toda su familia antes de suicidarse en esa misma casa.
Papá siempre la defendía, diciendo que solo era una mujer interesada en lo paranormal y lo mágico, y que eso no la convertía en alguien malo. Mamá, por otro lado, se mantenía más reservada. No opinaba nada negativo, pero tampoco era capaz de mirarla a los ojos, como si le tuviera miedo o como si supiera algo que nosotros no.
Recuerdo que, según lo que nos contó nuestra tía, cuando eran niñas, mamá fue desafiada a ir a la casa de la bruja Blair. Algo sucedió allí, aunque ni siquiera nuestra tía sabe si realmente llegó a entrar. Desde entonces, mamá siempre ha evitado hablar del tema, como si los recuerdos de ese día estuvieran enterrados en lo más profundo de su mente.
Todo en el pueblo me parecía tan misterioso como tenebroso, al punto de que ya me estaba acostumbrando a que todos actuaran de manera extraña. Por eso, tampoco me sorprendió tanto recibir la misma carta del boleto dorado que había recibido mi hermana hace unos días. La encontré debajo de mi almohada, como si quien la hubiera dejado allí fuera el mismísimo ratoncito de los dientes.
La idea de que alguien hubiera puesto esa carta bajo mi almohada mientras dormía me resultaba escalofriante. Traté de convencerme de que la habían dejado cuando bajé a desayunar por la mañana o antes de que me acostara la noche anterior. Pero, aun así, era un pensamiento inquietante y bizarro que no podía sacarme de la cabeza. ¿Quién sería capaz de hacer algo así? Y, más importante aún, ¿por qué?
No le conté a Cress sobre la carta, no quería asustarla ni preocuparla sin razón. Sin embargo, sí se lo mencioné a Camila por teléfono. Su respuesta fue que probablemente era alguna broma de Lyanna o algo parecido. No quise darle muchas vueltas al asunto, pero si ese tipo de cosas seguían ocurriendo, sabía que tendría que decírselo a mamá o a papá.
ESTÁS LEYENDO
Sucedió en Sunnyhill [En proceso]
Mystery / ThrillerPueblo chico, infierno grande En el misterioso pueblo de Sunnyhill, un grupo de adolescentes son obligados a participar en un tablero de juego que los obliga a realizar horribles pruebas, desde mentiras piadosas hasta asesinatos. Atrapados en un jue...