Epílogo.

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(Narrado en prosa)

Alison entró en la iglesia. Llevaba un traje negro y unas martens a juego. Sus ojos azules destacaban entre la oscuridad de su vestario. En el funeral de Alisa había poca gente.

Sus familiares más cercanos y algunos amigos de sus padres hablaban en susurros, como si Alisa estuviese dormida y fuera a despertar. Caminó lentamente por el pasillo central hasta la tumba, de la que fue su mejor amiga.

Sus padres se giraron y saludaron con una sonrisa quebrada a la chica.Ella les devolvió la sonrisa e hizo un pequeño gesto de saludo con la mano.

Cuando estuvo cerca del féretro sonrió tristemente. Ver a su mejor amiga muerta no era de las mejores cosas que le habían pasado.

Comenzó a hablar susurrando hacia Alisa:

"Sé que te gustaba Zac. Sólo con cómo lo mirabas lo sabía. Cada vez que lo veíaz tus mejillas se ponían de un rojo intenso. Llegué a llamarte en mi mente "tomatito".
Aquella noche ibas en busca de diversión, y claro, bebiste demasiado.
Te comprendí, toda una vida rota, con un vacío constante en el pecho, y por una vez querías algo de diversión.
Seguro que cuando me viste con Zac enfureciste por dentro.
Sé que lo amabas, que lo darías todo por él , incluso la vida. Pero yo no era su novia, ni tenía una aventura con él. Soy su hermana Alisa."

[Alisa fue incinerada, y en su urna rezaba "Donde hubo fuego, cenizas quedan]

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