Deudas.

1K 169 102
                                    

— Maldición...

El pecho del hombre retumbó ante el sonar de un relámpago. Paró su auto, cuando un enorme rayo partió el cielo, la oscuridad y la lluvia dificultaba su mirada. Era una gran tormenta eléctrica y con una rueda rota, en definitiva, no podía avanzar.

Frotó sus manos mientras observaba a su alrededor, todo parecía cerrado, menos un pequeño bar con luces de neón, fuera se podía ver a dos mujeres fumando. Quizás... Podía ir a pedir ayuda.

Detestaba las tormentas. No le gustaba el sonido de la lluvia, su aroma el cielo nublado... Hacía frío y estaba congelándose. Tomó su chaqueta de cuero y abrió la puerta, haciendo que el fuerte sonido aumentará.

Sus botines sonaron fuertes contra el asfalto mojado y dio un portazo. Volver a Seúl no estaba en sus planes, sus amigos lo habían obligado, diciéndole que Seúl no era tan caótico como él pensaba, que iba a estar bien si le daba otra oportunidad. Y muchas más mierdas que él sinceramente no creía.

Incluso el clima le estaba gritando para que se fuera.

Al acercarse a la entrada del bar, escucha la suave música electrónica y ve a unas cuantas personas moverse a su alrededor. No estaba muy lleno, ya que era día de semana y eso no le beneficiaba demasiado.

Dando unos cuantos pasos acelerados, se acercó al hombre de la barra, era un alfa menudo y de cabello rubio— Hey, necesito algo de ayuda.

— ¿Ayuda? ¿De qué tipo?

— Necesito llamar a una grúa o lo que sea, se le ha reventado la rueda a mi auto y no tengo de repuesto.

— Mmm, —el alfa dio una rápida mirada a su alrededor, antes de asentir— No tenemos teléfono, aquí. Está adentro, así que si me espe-

— Yo puedo llevarlo, Sebin. —dijo una voz baja y profunda desde alguna parte a la izquierda del hombre— No estoy haciendo nada.

Girando, él buscó el origen de la voz.

La fuente no era difícil de detectar. Él alzó una ceja ante el hombre apoyado en el marco de una puerta abierta junto a la barra. Tenía que ser unos centímetros más bajo que él, todos los miembros largos y su pálida piel estaban manchada aquí y allá con polvo y brillo. Una camisa de gasa, de color rosa pálido salpicada de perlas estaba abierta sobre los hombros anchos, enmarcando un pecho sin bello que brillaba por el sudor. Pequeños ojos color avellana lo estudiaban con desdén.

— No, no lo harás. —el barman dijo molesto, pero el otro hombre se río, mostrando una hilera de dientes blancos— Te conozco, Yoongi.

— Mira, entre menos tiempo este en este lugar de mierda, mejor será.

— ¿No quieres tomarte una copa en este lugar de mierda?  —el tipo se enderezó y miro al alfa de la barra— Cariño, no tengo ganas de soportar a gente como él. Todo tuyo.

Yoongi se alejó de Sebin y el hombre sexy que había aparecido. Justo cuando el olor a colonia llegó hasta su nariz, se giró, ¿no tenía aroma propio? Él tan solo había deducido que se trataba de otro tonto alfa, pero... Los alfas no usaban colonias, mucho menos los omegas. Eso debilitaba su ph.

Se quedó parado observándolo hasta que alguien rodeó su cintura con sus brazos. El aroma de Yunho le envolvió.

— Dime que estas de humor —le dijo el más joven, besando rápidamente el hombro del beta. Yoongi sonrió, asintiendo— ¿De verdad?

— Sí, hoy me siento genial —comentó, girándose para besar los cálidos labios del alfa. Sí, después de días escondido en casa de Jieun, necesitaba el calor de alguien— ¿Por qué lo preguntas?

druknet「yoonseok」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora