21. El Vestido

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Decidí contarle a mi padre por la mañana, mientras más rápido saliera de eso, mejor. Apenas desperté y me arreglé, bajé a contárselo. Reaccionó mejor de lo que esperaba.

-Vale.

-¿Vale?

-Si, eres libre de ir si eso quieres. Tienes veintidós, hija. No tienes que pedirme permiso, pero agradezco que me lo cuentes.

-¿Estás seguro? Hoy es el domingo en familia, ¿no te importa?

-Hija, dices que te irás a las siete, ¿no? -asentí- A las siete ya nosotros estamos exhaustos y tenemos que descansar para trabajar el lunes. No te preocupes. Solo te pediré una cosa.

-Dime.

-Quiero conocer al chico, saber quién es el que está con mi pequeña.

-Por favor no le des una charla de padre sobreprotector.

-No, hija, tranquila. Solo le diré la suerte que tiene de tenerte y que se prepare para la guerra que viene si terminan siendo pareja -reímos los dos.

-¿No le dirás más nada?

-Bueno, tal vez le diga que si no te trae sana y salva a casa, tendrá problemas conmigo. -reímos a carcajadas porque mi padre siempre ha sido un hombre tranquilo. Si algún chico iba a casa cuando era adolescente, mi madre era quien los interrogaba y les daba una charla suficientemente larga como para querer salir corriendo, nunca lo hicieron pero de ser yo la que recibía la charla, seguro lo habría hecho. En cambio, mi padre les decía que no le hicieran caso y bromeaba con ellos.

-Vale, eso ya se lo dijo Lexie -dije entre risas.

-¿Lexie lo conoce?

-Si, hemos salido todos juntos un par de veces.

-Vale. ¿Y tienes vestido? -abrí los ojos como platos. El vestido. No lo tenía porque no traje nada elegante, no pensé que fuera necesario-. Tomaré eso como un no. -dijo riendo- Si quieres ve con Lexie a comprar uno.

-No creo que sea necesario. Tal vez pueda prestarme uno.

-No lo creo, soy mucho más plana. Si usaras alguno de mis vestidos, se te saldría todo. -dijo Lexie ¿qué hacía despierta? Giré a verla y también estaba vestida para salir ¿acaso ya habían planeado esto?

-¿Qué haces despierta?

-Sabía que no tenías un vestido y que hoy le contarías a Dom, así que puse una alarma para levantarme temprano y salir de compras.

-¿Papá, tu sabías de esto?

-La verdad, no tenía ni idea. Además, parece que tu prima tiene todo bajo control. -sonrió- Vayan. Las veo luego.

-Gracias, papá.

Lexie y yo salimos de la casa y subimos a su auto.

-¿Quieres explicarme por qué no me dijiste antes?

-¿Que cosa?

-¡Que no tengo vestido! Pudiste decirme antes para buscarlo con calma.

-¿Para qué? ¿Para perderme tu cara de asombro porque olvidaste lo más importante? Ni de loca, además, con adrenalina todo es mejor -dijo con una sonrisa y yo giré los ojos. Estaba irritada, odio las compras de última hora.

Llegamos al centro comercial y aparcamos, luego bajamos del auto y entramos a algunas tiendas. Ninguna tenía nada que me gustara. Recorrimos muchísimas tiendas hasta que al fin vi una que tenía varios vestidos que llamaban mi atención. Me probé unos cinco vestidos, dos negros, uno rojo y uno blanco, eran lindos pero sentí que no iban conmigo así que saldría de la tienda en busca de otra, pero de pronto lo vi... vi un vestido largo azul celeste precioso, tenía detalles brillantes a la altura de la cintura, la caída de la falda era suave y delicada con una abertura para la pierna derecha. Era perfecto, decidí probármelo y efectivamente, me encantó. Me quedaba a la perfección, fue como si estuviese hecho para mí.

Dioses de Sangre ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora