El nuevo portador, las Excalibur y Kokabiel

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Oscuridad.

Eso fue lo que vi al morir, un mundo pintado de negro, un mundo oscuro. No podía ni ver la silueta de mis manos, ni siquiera las sentía. De hecho, no sentía nada, era como si no tuviese un cuerpo, como si no tuviese materia.

Pero aun tenía conciencia, aun pensaba. Raro, la muerte se produce por que el cerebro deja de funcionar, entonces ¿como es que aun puedo pensar? ¿En verdad he muerto?. Tal vez estaba en coma o algo parecido, era una tortura psicológica.

Luz.

Cuando alguien cae en lo más profundo de las tinieblas, desesperadamente busca una luz. Por muy pequeña y débil que sea intentará alcanzar esa luz, su mera presencia era suficiente para restaurar la esperanza. Fue por eso que cuando vi un pequeño destello intenté llegar a él. No sabía si era yo quien se acercaba o si era él quien venía hacia mí, solo sé que cada vez estaba más cerca.

Y así fue como reviví en otro mundo, en otro cuerpo.

No mentiré, casi me meo encima del susto. Tuve algo parecido a un ataque de nervios, casi me da algo. Luego lo asimilé... Más o menos, fue rápido, supongo que el "morir" ayudó a saltarme los pasos y aceptar rápidamente el estar en otro mundo.

En fin, así fue como comenzó mi historia.

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Era por la mañana, como siempre me desperté y dí una ducha. Al salir me quedé mirándome al espejo mientras el vapor se desvanecía. Había pasado una semana desde mi resurrección y aun me sentía culpable por arrebatarle la vida al propietario de este cuerpo. Saji Genshirou, cada vez que veía mi reflejo ese sentimiento me invadía, era uno de mis personajes favoritos de la novela ligera y después de leer el DX volumen 4 definitivamente se volvió mi favorito. Por eso, el arrebatarle su vida, su futuro, su familia, todo. Me llenaba de dolor y tristeza, aunque no fuera culpa mía, me dolía.Y ahora mirando este rostro que no era mio hice lo único que podía hacer para enmendar tal pecado.

—Saji, te juro que protegeré y cuidaré de tu familia como si fuera la mia. Está vida será mi redención—

Al final, la nueva vida que se suponía que viviría al máximo, se convirtió en una vida redentoria.

Suspirando, me sequé y vestí. Salí del baño encontrándome cara a cara con Kaho, la... Mi hermana pequeña. Una niña que iba a la escuela primaria, pero que era más madura que los demás niños de su edad. Llevaba una pequeña mochila en la espalda y la mía en sus manos.

—Vamos Gen-nii, Gengo nos espera—

—Sí— agarré mi mochila —Gracias, vamos—

Poniendo la mochila en la espalda le dí la mano y caminamos a la entrada, donde un niño de 5 años nos esperaba dando saltitos. Gengo, el hermano más pequeño, era una bola de energía. No podía estarse quieto.

—Onii-chan, nee-chan, vamos vamos—

Kaho agarró la mano de Gengo y salimos del apartamento. Mientras caminábamos no pude evitar sonreír mientras los veía de reojo. Estos niños eran la única familia que le quedaba a Saji Genshirou, eran las personas que juré proteger.

—Hoy llegaré un poco tarde a casa—

—¿Por que?—

—Tengo asuntos que atender—

Le dí una mirada a Kaho, ella lo entendió a la primera y asintió mientras Gengo nos miraba con curiosidad.

—¿Debemos hacer algo?—

DxD: SunshineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora