VI.-Mi obsesión por sanar tu corazón

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HoSeok

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HoSeok

—Pasado—

Me removí en el asiento del copiloto del auto de mi mamá, íbamos al hospital, mi padre había tenido un mareo que se convirtió en una jaqueca fuerte y había vomitado dos veces en la última hora

“Sera rápido HoSeokie” me aseguro mi madre y asentí, había quedado en jugar video juegos con TaeHyung pero eso podía esperar, si mis padres necesitaban ayuda estaría allí para ellos, como siempre estaban para mí

Mi madre aparco en un puesto libre del estacionamiento, con mi ayuda llevamos a papá a emergencias.

“Espera aquí hijo” dijo mamá señalando unas sillas en el área de espera “iremos por un chequeó, mantén tu teléfono a la mano para que nos reunamos de nuevo” asentí a sus órdenes y obedientemente me senté junto a otras personas que igual que yo esperaban.

Pero aunque era obediente la paciencia era una virtud que nunca dómine, así que luego de unos 20 minutos me encontraba caminando por los pasillos silenciosos y con olor a desinfectante del hospital

Podía oír los murmullos de las personas que hablaban bajito por alguna razón y las ruedas de los carritos de limpieza

Mis pasos eran distraídos, mirando el lugar (que en realidad no tenía nada de inusual) pero para entonces cualquier cosa captaría mi atención y algo lo hizo, el sonido reprimido de un llanto, los primeros años de mi vida había sido un llorón calificado del más alto rango ahora me avergonzaba de aquello, claro está pero nadie a excepción de mis padres tenían que saberlo, así que si; sabía cómo se oía el llanto de alguien aunque estuviera intentando pasar por desapercibido

Mis pasos curiosos me llevaron hasta una puerta cerrada con el número 200 en ella, había una ventana vertical y angosta en la puerta por la que podías ver el interior de la habitación, como el cotilla más grande del mundo me asomé, encontrándome con la imagen de un chico, como de mi edad encogido en sí mismo llorando, su rostro no era visible estaba apretado contra una almohada que amortiguaba el llanto.

Me quede allí por más tiempo del que debía, viendo a ese chico llorar, quería abrir la puerta, tomar su mano y decirle que todo estaría bien, pero no lo conocía, no sabía nada de su vida o porque lloraba así que no podía decirle que estaría bien porque realmente no lo sabía.

El chico levantó su rostro de la almohada y giro su rostro, hacia la puerta, su rostro estaba  maltratado y golpeado con hematomas morados, nunca había pensando que el morado era un feo color, hasta que lo ví manchando aquel bello rostro, tenía algunas gasas que no le cubrían las heridas del todo, algo dentro de mi pecho se apretó y las ganas de entrar aumentaron, pero cuando sus ojos rojos se encontraron con los míos toda la valentia fue drenada, di unos pasos hacia atrás alejándome de la puerta, casi grité cuando mi teléfono comenzó a sonar

𝙢𝙮 𝙤𝙗𝙨𝙚𝙨𝙨𝙞𝙤𝙣 𝙬𝙞𝙩𝙝 𝙗𝙖𝙙 𝙗𝙤𝙮𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora