Sensación 1

507 34 22
                                    

Los últimos residuos del Sol no hacían más que remarcar e iluminar su angelical sonrisa y sus tiernas maneras. En ningún otro momento, Timothy pudo haberse sentido más afortunado. Era como si el Todopoderoso le otorgara una visión divina, un secreto milagroso o una epifanía celeste. En todo caso, atestiguar aquella imagen lo hizo suspirar hasta ruborizarse y casi desmayarse.

Se hallaba tan hechizado en el encanto de aquel hermoso rostro que incluso el tiempo pareció detenerse. Y a la corta edad de doce años, no hubiera podido decir lo contrario. Timothy no pensaba, sólo reaccionaba a ese espontáneo flechazo de cupido; tan inocente como lo fueron sus primeras, tiernas e inexpertas sensaciones; y tan profundo como lo era un primer amor verdadero, idílico y real. Porque sí, sí se había enamorado de aquella frágil silueta que se atravesó en el objetivo de su cámara. Misma que Timothy observaba a la distancia y que visiblemente, estaba fuera de su liga. Y que pese a esas posibilidades en contra, el muy inocente jamás imaginó que el destino juguetón le regalaría una sorpresa que atesoraría más allá de la madurez. Una que le permitió al jovencito sentir incluso, la tersa piel y los cálidos labios de aquel dulce ángel. Sin mencionar que su estrella le favoreció con el espectáculo del precioso reflejo turquesa de aquellos ojos profundos y mágicos. Dos bellas joyas que siempre recordaría y que tuvo la dicha y suerte de enmarcar en una sutil e indeliberada fotografía; una que simplemente nació de la casualidad y que nadie imaginaría se convirtiera en la fuente de su devoción.

Con esos hermosos recuerdos yacientes en una tarde donde al principio no esperaba nada, el pequeño Tim creció anhelante de volver a ver aquella silueta angelical. La misma que devendría su ideal de amor y que lo haría suspirar por un futuro juntos.

No obstante, ese fugaz y maravilloso momento que lo marcó para siempre, debió terminar en algún punto. Pero no por ello, sus ilusiones fueron aniquiladas. El pequeño Timothy se esforzaría con el paso del tiempo para encontrar aquel sonriente perfil y no se rendiría hasta revelarle lo enamorado que estaba.

Por supuesto, las ilusiones de un niño no siempre corresponden a las realidades de un adulto; por ello, Timothy siguió con su vida y se apegó a las normas de la madurez, sin embargo, muy dentro de sus esperanzas infantiles, el chiquillo, ahora todo un hombre de bien, se permitió idolatrar, recordar y guardar en su corazón a su más grande amor de la infancia.

Con eso soñaba cada vez que podía o cada vez que su alma y su temple añoraban los momentos felices de su juventud. Hecho que agradecía, pues al recordar a su primera ilusión, se daba el lujo de salir de su vida ajetreada y hastiada de apretados sucesos. Y aquella noche en su trabajo, no era la excepción.

-¡Drake, despierta, maldición! –Exclamó su amigo azotando una carpeta en el escritorio, justo al lado de su cabeza que yacía recostada sobre algunos documentos-.

El golpe resultó demasiado estruendoso. El durmiente despertó enseguida con un salto de su silla que lo expulsó al suelo.

-¡Estoy despierto, estoy despierto! –Balbuceaba Timothy todavía adormilado, frotándose la cara y levantándose torpemente-.

-¿Despierto? ¡Sí, claro! ¡¿A quién quieres engañar?! –Alegó el acompañante mientras le extendía una mano al caído para ayudarlo-.

-¿Conner? –Inquirió Tim al darse cuenta del intruso en su cubículo-.

-¿Quién más? –Expresó fanfarronamente-.

-¿Qu-qué... qué haces aquí...? –Interrogó apenas despabilándose-.

-¿Cómo que qué hago aquí? ¡Pues vine a buscarte, ¿qué más?!

-Sí, pero ¿por qué? –Preguntó al estrechar la mano de su amigo-.

Cuerdas de Seda [Timjay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora