C I N C O

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Lina permanecía encerrada en aquella habitación oscura, fría y húmeda. Apoyada a la pared. Ninguna luz. Ningún sonido. Solo la extraña sensación de sentirse observada por ojos invisibles que desde la oscuridad acariciaban su cuerpo. Se sentía molesta, indefensa, triste. Pero ya había tomado una decisión y ahora, desde aquél momento, no debía arrepentirse. Estaba asustada porque no sabía que iba a pasar después de la muerte. Comprendía que ese acto que estaba por tomar marcaría su futuro, el de sus padres, amigos e incluso el de Jackson de por vida.


— Lo siento doctor Wang. —susurró para sí misma.


Sujetó con firmeza el frío cañón de la pistola apoyándolo en su cabeza y el dedo de su mano sobre el gatillo. Sus lágrimas estaban cayendo empapando su camiseta haciendo que su cuerpo temblara. Dio un fuerte suspiro y supo que antes de jalar el gatillo cerró los ojos y después escuchó la detonación.

No sintió nada más. 

No supo que su cuerpo se desplazó en la habitación algunos metros impulsado por la fuerza del impacto, un impacto que le había destrozado la cabeza.

Ningún dolor.

Ninguna molesta sensación.

Simplemente la nada.

El silencio.

La oscuridad.

Había muerto.

Sin duda.

Los problemas de su vida finalizaron.

Ella se había entregado voluntariamente a la muerte, zanjando definitivamente todas sus inquietudes. Ya nada le agobiaba, ni la falta de amor de sus padres, ni siquiera los dolorosos recuerdos de su amor no correspondido. Ya nada importaba. Así lo había decidido. Buscaba la tranquilidad, que la angustia parara, que desapareciera.

Mató todo resquicio de esperanza.



El día de su entierro Jackson se encontraba acompañando a su familia. Él se sentía totalmente destrozado por la noticia del suicidio de Lina. Al enterarse se encontraba en el trabajo cuando su compañera de trabajo de notificó lo sucedido simplemente sintió como una parte de su vida se derrumbaba y no pudo evitar llorar.


— Antes de que te vayas, ¿había algo que pude haber dicho para hacer latir mejor a tu corazón? —miró al cielo buscando una respuesta. — Lo siento mucho por no haber estado a tu lado en ese momento y poder ayudarte... —empezó a llorar en silencio mientras su mano estaba sujetando una parte de la urna.


La chica que se encontraba acompañando a Jackson lo tomó del brazo para alejarlo y poder abrazarlo. Familiares de Lina tomaron su urna y con mucho cuidado la llevaron para meterla a un hueco. Los llantos de sus amigos, padres y conocidos se empezaban a escuchar cada vez más fuerte de la nada del cielo empezaron a caer gotas tras gotas de lluvia mojando a las personas presentes.


Al terminar todo Jackson se acercó por última vez al lugar dónde estaba Lina, se agachó para ver una foto que estaba allí y depositó una rosa. 

Miró al cielo, le rezó para que por fin encontrara paz y se fue del lugar sin decir nada. 




Fin.

Hopeless | Jackson WangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora