Prólogo

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“Nada nos hace más vulnerables que la soledad”






Las aventuras habían llegado a su fin. Había llegado el momento de ser alguien normal, de tener la vida que espero desde que se había embarcado en aquella aventura hace siete años.
Leo siempre espero ese momento y ahora que podía vivirlo... Sentía demasiada tristeza al saber que ya no tenía a sus queridos amigos allí.

Los chicos como él, eran distintos a sus amigos fantasmas, no lo comprendía. Simplemente no encaja y eso lo hacía sentir totalmente solo.
Suspiro con cansancio, había intentado ir a la antigua casona de la Nahuala como la primera ves. Pero había perdido aquel poder sobrenatural que lo hacía ver a los fantasmas, así que no había mucho caso, solo veía la casona sola.
¿Y si, era a la inversa? Donde solo sus amigos podía verlo, pero no podían interactuar con él. No tenía ninguna forma de saberlo, nisiquiera llamandolos, es como si enserio se hubieran ido.

Cerro los ojos queriendo los ver una ves más. Anhelando ver aquella fantasma de la que se había enamorado, combatir alado de su amigo Teodora, de don Andrés, los alebrijes y las calaveritas de azúcar. Pero ya no había a quien combatir, ya no había peligro. Las leyendas se había ido y solo habían pasado dos años desde el inconveniente con el Charro negro; miro por el pequeño balcón  la lluvia caer, la noche era demasiado oscura y el viento soplaba con fuerza. Era de esas noches en las que la panadería cerraría temprano por el clima.

---Chisguete. Baja a cenar. ---Llamó su hermano desde la entrada de la habitación. Pero Nando se percató de la expresión triste en el rostro de su hermano. ---Oh vamos Leo, cada noche te pones así. Ya es tiempo de dejarlos ir, yo también extraño a Teodora, pero, debemos seguir adelante. Eso es lo que ellos hubieran querido para nosotros.

Las palabras de su hermano fueron calidas. Eso lo reconfortó un poco, pero no del todo.

---Me gustaría volver a verlos. Daría lo que fuera por ello. ---Comentó Leo con decisión. El mayor de los San Juan, lo miro con  algo de preocupación.

---Leo, pero eso podría significar que los malos volverían también. ---Tal ves el nombrado lo ignoro o no lo había notado. Pero la voz de su hermano había salido bastante temerosa.

---Lo se... Pero volvería a luchar con ellos...

Leo no termino de hablar, cuando un fuerte estruendo se oyó fuera de la casa, seguido de un rayo de luz y un estruendoso viento que abrió las ventanas y apagó las velas en un instante.
El menor de los San Juan miro con asombro el relámpago que había caído muy cerca de allí. Mientras que Nando esperaba el no haber mojado la cama del susto.
Leo se levantó a cerrar la puerta del balcón, seguido muy cerca de su hermano mayor, cuando estuvo por juntar las dos puertas de madera, otro relámpago iluminó las calles de Puebla.

Los ojos café oscuro del menor se enfocaron en la figura que dicho fenómeno natural iluminó. Un caballo estaba en medio de la calle, había relinchado cuando el relámpago cayó. Leo se juro a si mismo el haber visto semejante equino antes.

---¡El charro! ---Exclamó y salió corriendo, mientras que Nando le gritaba que volviera. Pero Leo no le había escuchado, si el charro había vuelto de algún modo, sus poderes sobrenaturales también.

Pero al llegar a la calle con los gritos de su Nana y su abuela detrás de él. Solo vio la calle vacía, era algo casi imposible, un caballo no.podria moverse con tanta rapidez y menos sin su jinete.

---¡Leo! ¿Qué pasa? ¿Por qué has salido corriendo de ese modo? ---Le cuestionó su abuela al adolecente. El cual lo miro agitado.

---¡Lo ví, el caballo del charro negro! ¡Estaba aquí parado! ---Tanto su abuela como su Nana lo miraron con preocupación después de haberse visto entre ellas primero.

---Leo, cariño. Creo que solo has visto una ilusión. Ustedes terminaron con el charro negro hace dos años, eso lo sabes muy bien. ---Le dijo su abuela con un aire demasiado comprensivo, el mejor solo bajo la mirada. Dándose cuenta que había expuesto a su abuela a la fuerte lluvia o a qué algo más le pasará, ella ya no estaba para ello.

No había sobrevivido los 7 años de su ausencia solo para verlo de ese modo, ya tenía 16 años, ya no podía comportarse como ese "niño" de 14 años. A pesar de seguir siendo valiente, debía entender que el pasado debía dejarlo atrás y recordarlo con cariño los buenos momentos.

---Si, tienen razón... Es que, creí que si se trataba del... Lo siento. ---Se disculpo mientras llevaba la mano a su nuca. Su abuela le acaricio el rostro y sonrio de manera comprensiva. El menor sonrió del mismo modo y ayudo a su abuela  entrar en la casa nuevamente. Esperando que está no se enfermara después.

Tal ves su abuela tenía razón. Tal ves solo había sido una ilusión por el querer ver algo relacionado con sus amigos o con ese pasado que tanto marco en él.






[....]






El alba era hermoso, era como si la tormenta de la noche anterior nisiquiera se hubiera dado. La panadería tenía a su clientela habitual comprando el pan de la mañana.
Con ello, se enteraban de algunos chismes que los mismos compradores les decían.

Mientras Leo ponía el pan de alguien en una bolsa de papel, pudo escuchar.

---Se dice que el hijo de la familia López llegará el día de hoy por la tarde. ---El menor volteo a ver su hermano, el cual solo asentía a lo que le contaban. ---Solo que se entere que su familia casi se queda en la ruina por la guerra, va querer volver a Hispania.

---Bueno, todos nos vimos afectados por la guerra. ---Comentó el mayor mientras entregaba el cambio. ---Ojala y ya no esté de raro con los demás del pueblo.

La señora con quién  hablaba le contestó con un: "Ojalá, no quiero que alguno de mis hijos sea igual de raro que él. Gracias por el pan."
Nando despidió a la señora con la mano, unos clientes más y la panadería quedó vecina, el menor de los San Juan no pido evitar más la curiosidad.

---¿El hijo de la familia López? ¿Quién es? ---Nando lo miro y con una sonrisa burlona contesta.

---Oh, cierto. Tú no estuviste aquí cuando todo eso paso. La familia López, tu sabes, los que tienen la hacienda al final del pueblo. ---Leo no recordaba dicha construcción ni a dicha familia. ---Pues resulta que el hijo les salió "rarito" si sabes a lo que me refiero. Pues a causa de eso lo enviaron a Europa haber si así se corregía. Al parecer solo aguanto dos años por allá.

Leo levantó las cejas a modo de intriga, nunca había oído hablar de ellos en su infancia... Tal ves porque todos lo hacían menos en aquella época. Pero estaba seguro de que algo así lo recordaría, aunque claro la capital era grande y su urbanización seguía creciendo.
Aunque no entendió eso de "rarito" ¿acaso él no era raro también por interactuar con fantasmas?

---Nando, ¿podrían llevarle esto a la familia López? Van a celebrar que su hijo está devuelta. ---Comentó su abuela mientras Dionisia dejaba dos enormes canastas de pan frente a ellos. Nando gruño un poco pero al final acepto. ---Llevate a Leo, así será más sencillo. Dionisia y yo seguiremos atendiendo.

---Pero no te esfuerces mucho abuela. ---Comentó el mayor mientras tomaba una de las cestas de pan. ---Vamos chisguete.

---Ya te e dicho que no me digas así. ---Comentó algo fastidiado. Tomando la otra canasta y siguiendo a su hermano por la puerta. Era curioso como todo parecía estar llevándolo al famoso hijo del que todos hablaban.

Bueno, así se mantendría distraído del querer ver a sus amigos fantasmas. Al menos por un rato.












-----Ohayo Pérez

El retorno "Charro Negro x Leo San Juan"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora