24.No Tardes

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Mi madre y yo salimos del edificio con una sonrisa y un contrato firmado.

Así es, mis poemas les habían encantado tanto que decidieron darme una oportunidad. Solo tenía que escribirles un poemario y tenía varios meses para ello, después se lo entregaba, y si el material era bueno podría llegar a publicarse.

Nada más llegar a casa, llamé inmediatamente a Beck, la cual nada más coger el teléfono empezó a hablarme ansiosa.

—¡VENGA DIME! ¿HA IDO BIEN O QUÉ? —gritó nada más coger el teléfono, estaba ella incluso más nerviosa que yo.

—¡Shhh! ¡Déjame contarte todo con detalle! —insistí.

Beck se calló y comencé a explicarle todo. Cuando terminé ella soltó un grito.

—¡OH DIOS MIO MICHI! —gritó. —¡Sabía que tenías talento para esto!

Sonreí.

—¡Voy para tu casa inmediatamente!  ¡Esto hay que celebrarlo! —gritó y colgó.

A los minutos tocaron al timbre de mi casa y abrí la puerta. Beck entró dando brincos con dos bolsas de la compra en sus brazos.

—¡Que empiece la fiesta! —gritó.

Mi madre se asomó al pasillo y saludó a Beck, después me explico que tenía que irse a trabajar y desapareció.

Beck y yo nos fuimos al salón y ahí fue cuando me di cuenta de que a Beck se le había ido la cabeza. Abrió las bolsas de la compra y empezó a sacar bolsas de patatas, chocolate y alcohol.

—Pero que es todo esto Beck. —dije con los ojos abiertos.

—¿Que creías? ¿Que iba a dejarte sin fiesta después de haber logrado tu primer contrato? —dijo levantándose y enchufando el altavoz para conectar música.

Enseguida empezó a sonar una de nuestra canciones favoritas: "Everybody talks" de Neon Trees. No pude evitar levantarme y empezar a cantarla a todo pulmón junto a Beck.

—¡I found out that everybody talks, everybody talks, everybody talks! —gritamos juntas.

Nos empezamos a reír y nos dejamos caer sobre el suelo mientras escuchábamos la música sonar.

Era afortunada de tener una persona como Beck en mi vida.

El resto de la tarde estuvimos comiendo, bebiendo y hablando de varias cosas. Pero la cosa empezó a torcerse cuando llevábamos una botella de alcohol dentro de nuestro cuerpo.

—Oye Beck. —la llamé. —¿Al final sabes por—eructé—porque se ha ido Cameroon?

—Aaaaaah siiii. —dijo con una sonrisa de borracha. —Se ha enfadado contigoo.

Levanté la cabeza y miré a Beck.

—¿Como? —pregunté triste.

—No sé, dijo no se qué de que no confiabas en el o algo así. —dijo incorporándose del suelo.

—No lo entiendo. —dije agarrando una tableta de chocolate.

—Ni yo. Déjale, ya se le pasará. —dijo.

El resto de la tarde no pude evitar estar dándole vueltas al asunto. Era bastante cabezota, y cuando algo se me metía en la cabeza no podía sacármelo. ¿Y si Cameron estaba enfadado de verdad? ¿O si es por algo realmente importante?

No podía parar de pensar en eso.

Así que en cuanto Beck se fue de casa, no pude evitar vestirme bien y coger el bus para ir a casa de Cameron. Cuando llegué a la parada me di cuenta de que se me había olvidado un pequeñísimo detalle.

Enséñame a sentir #1 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora