🌈Prólogo.

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La ímpetud de su metafórico corazón le instaba a recostarse en el pecho de su único planeta asignado: al ser su destinado satélite, se había creado una inconmensurable conexión. Tan perenne como una relación con propiedades melifluo.

El planeta de nombre Tierra, tan fértil como su nombre; abrazó y aportó calidez a su amigo.

Aún recordaba momentos de su auge. Era uno de los planetas que contenía vida. Se podría decir, que era el brillo ante sus compañeros. Tanto el potente Sol, como el resto de los planetas rodaban sus ojos, con el pasar del tiempo, al oír al mismo verde y azul hablar con admiración la vida que contenía. Los tiempos pasaban, mejor dicho años y se instalaban cambios. Los cuerpos celestes se desarrollaban en puntos de vista, en los colores que aportaban sus minerales y alguna que otra novedad climática. Si bien todos eran seguidores de sus propios caminos, como dar vuelta al sol, no quitaba el hecho que hablaban entre ellos.

Los hermanos Urano y Neptuno, como hermanos fríos, tenían sus contactos competitivos. Júpiter y Saturno exclamaban con burla entre ellos. Mercurio y Venus murmuraban pacíficamente, cálidos. En cuanto a Tierra, socializaba constantemente con Marte, mas no había mucha profundidad. El planeta rojo no era el más amable que digamos. Finalmente, el Sol retumbaba con egocentrismo, con sus poderosos rayos rozando a todos ellos.

Claro, no olvidemos que los satélites participaban en interacción entre ellos. Hasta hacía tontas reuniones. Algunas más escandalosas que las otras.

En fin, centrándonos en las relaciones de la Tierra con los demás, debemos dar una efímera introducción.

El Sol y Tierra... De por sí el cuerpo caliente era muy extrovertido. Incluso con esa máscara totalmente narcisista e intrépida, fue amable luego de varias interacciones genuinas con el cuerpo terrano. Cuestión de tiempo que el mayor lanzara coqueteos indebidos...

Mercurio y Tierra... No se vieron mucho. Todo era muy mordaz en tiempo, pero en sí, el cálido planeta casi gris (algo tímido para destacar) charlaba genuinamente con Tierra. Eran como amigos que se veían a lo lejos y se lanzaban sonrisas.

Venus y Tierra... Venus era el planeta de físico fino, como una mujer humana según Tierra. La 'hembra' era muy detallada en su trato, como gentil y suave en hablar. Para ella, Tierra era un amor. Incluso si aveces no entendía la gravedad de las situaciones.

Marte y Tierra... El primer encuentro no fue el mejor. Pues el cuerpo rojo parecía muy tosco, brusco o indiferente con formar una amistad. Con la insistencia y curiosidad de sus satélites Fobos y Deimos, a regañadientes fue más cuidadoso con sus palabras. Aspecto que dio esperanza a Tierra de seguir intentando aliarse con el mismo.

Júpiter y Tierra... ¡El grandulón era como un amigo fantástico!. Prácticamente, fue muy casual. Como si no fuera poco, evitaba que la mayoría de los meteoritos o asteroides fueran agresivamente hacia la tierra. Prematuramente, hubo una amistad. Llena de bromas, juegos y protecciones equitativas.

Saturno y Tierra... Nada más atractivo aquel anillo que rodeaba al cuerpo casi amarillo o beige. Antes de conocer a Tierra, el de anillo tenía fama de jugarreta. Muy hilarante y poderoso en sus pasos que conquistaba a cualquiera. Al conocer al terrano, fue más leve en sus pesadas bromas. Eso sí, era muy confiado ante Tierra.

Urano y Tierra... El planeta celeste era... Frío, estoico. Sin más. Debes en cuando, muy prudente, taciturno. Si bien otras veces mostraba brusquedad con su hermano, era flexible con los demás. Con un aura sincera, transmitía paz al terrano.

Neptuno y Tierra... Él era similar a su hermano, serio y lógico. La diferencia estaba en que si veía errores de los demás, les decía que deben mejorar. Sin excepción con Tierra. Mas hubo una ligera sorpresa de que bromeaba aveces. Lo cual era muy valorado por Tierra.

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