One more

31 2 2
                                    

<Había pasado más de una semana en la luna y ya extrañaba la tierra... Podían parecerse en muchas cosas, pero no era lo mismo. Me llegué a sentir asfixiada y entumecida. Saber que un domo nos tenía prisioneros era bastante abrumador. 

La tecnología que había en aquel lugar era impactante. Los sistemas de calefacción eran todo una novedad, sin contar como hacían para generar oxigeno y gravedad en un lugar donde no poseía ninguna de estas características. 

Pero para tanta tecnología había algo que no pudieron hacer de la misma manera, algo que extrañaba terriblemente y me hacía querer volver. Los árboles mecidos por el viento. 

Extrañaba horrores ver a través de la ventana los árboles que se mecían por el viento y el cielo azul lleno de pizcas de nubes blancas. Largué un pesado suspiro y volví a concentrarme en mi trabajo frente a la computadora. 

Desde que habíamos llegado, recorrimos con John la ciudad. Pero después de aquella vez, no volvimos a salir mucho ya que nos habían dado una serie de formularios y pruebas para realizar. Si queríamos vivir allí por el resto de nuestras vidas, debíamos demostrarlo con nuestros conocimientos y habilidades. 

Luego de que llegaron nuestras cosas a la casa, estuvimos unos días acomodando las cosas.

En una de las habitaciones acomodamos nuestra oficina, había dos escritorios acomodados en cada lado de la pared, una serie de libros en un estante y una ventana donde se podía admirar una especie de parque gris, con una fuente y luces de colores. En la otra habitación pusimos una biblioteca y unos sillones. Aunque habíamos traído pocos libros, conseguimos comprar unos cuantos más y otros que nos fueron regalando nuestros vecinos. 

Una de las señoras que vivía en la casa de al lado, que por lo que deduje eran tres hermanas mayores de 40 años, nos llevó una tarta y una botella de jugo de uvas. Estuvimos charlando por un buen rato sobre lo que era vivir en aquel lugar y lo maravilloso que era para ellas y sus hermanas compartir el vecindario con dos jóvenes tan amables como nosotros. Me quedé sonrojada por un buen rato, hasta que nos hizo la pregunta. 

-¿Ustedes dos son novios?- Pregunto Marge mientras nos sonreía divertida.

-Ehhh...- No sabía que contestarle, pero John se me adelantó.

-Digamos que nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero aun así nos amamos lo suficiente como para comenzar esta aventura juntos.- Me había tomado de la mano y se mostraba decidido con lo que decía. 

La señora, Marge, soltó una risita ronca y luego de charlar por un rato más, se despidió de nosotros y se fue. 

-¿Así que una aventura juntos?-Le pregunté en cuanto Marge salió por la puerta y él la cerró. 

-¿A caso es mala idea?- Contraatacó con una mirada desafiante. 

Me enocojí de hombros y me quedé mirándolo. Realmente lo amaba, nunca había pensado en él de otra manera, pero ahora todo era distinto, él era lo único que tenía en aquel lugar tan distante del que había llamado alguna vez hogar. 

-Stephy- susurró mientras se iba acercando a mi, no podía despegar mi mirada de sus ojoso color miel. Me encantaba ver sus pequeños rulos castaños sobre su frente y como se levantaban sus anteojos cada vez que sonreía. 

Le sonreí lo mejor que pude, tenerlo tan cerca me ponía un poco nerviosa. Una vez que lo tuve a centímetros mio, dejé de mirarlo a los ojos para contemplar sus hermosos labios rosados. Sentí como un calor subía hasta mi rostro. Rodeó mi cintura con sus brazos y se acercó para besarme. 

---

Bajé las escaleras tan rápido como pude, estaba muy nerviosa y emocionada ante la idea. Subí hasta nuestro nuevo auto, lo habíamos comprado hace poco tiempo y era nuestro gran orgullo.  Manejé lo más rápido que pude hasta el hospital, que se encontraba en el medio de la ciudad. 

Look the MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora