Familia

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—¿Qué diablos haces con el bebé de Wendy aquí?

—¡Hey!, no digas groserías frente al bebé.

—Perdón. —Rodó los ojos el de cabellera pelirroja para luego reiterar. —¿Qué haces con el bebé de Wendy aquí? —Observaba a su novio pasar por la entrada de su casa, cargando una mochila en su espalda y un bebé en sus brazos.

El pelinegro simplemente sonrió. —Me lo robé, ya que tú no quieres tener bebés conmigo. —Respondió mientras dejaba la mochila en el sofá que había en la sala de estar.

Kyle bufó ante la respuesta. —No es que no quiera Stan, no puedo. —Cerró la puerta de la casa y luego siguió a su novio hacia el sofá. —¿Me puedes responder mi pregunta?

—Está bien, está bien, amor. —Finalmente miró a su novio, quien se encontraba de brazos cruzados frente a él esperando una buena respuesta. —Uh... Wendy me pidió que se lo cuidara por una semana. —Indicó hacia el tranquilo bebé que sostenía entre sus brazos. —Que se lo cuidáramos. —Se autocorrigió.

—¿De verdad te confió a su bebé de un año? —Preguntó un tanto sorprendido ante el favor de su amiga. Está bien confiar, pero vamos, es un bebé de un año solamente.

Stan miró hacia un lado, evitando la mirada de su novio un momento. —Uh... Pues la verdad, el intercambio fue algo así como: "Kyle tiene experiencia con los niños...".

El de ojos verdes volvió a rodar sus ojos. —Oh, entonces el trabajo es para mí, ¿pero tú lo aceptaste sin decirme nada antes? —Su mirada era seria y sus brazos seguían cruzados. No le gustaba cuando Stan aceptara favores en su parte, menos con algo tan importante como lo era cuidar de un bebé.

El pelinegro no pudo evitar sentirse un tanto culpable ante la seria mirada de su novio, pero es que Wendy prácticamente le suplicó que le ayudara por esta vez. Sin embargo, conocía a su pareja y sus puntos débiles... —Vamos Kyle, ¿cómo puedes decirle que no a esta carita?

Kyle no pudo evitar relajar sus brazos que seguían cruzados y suavizar su mirada. Su novio prácticamente le estaba poniendo el bebé en su cara. Y demonios, se le hacía muy difícil seguir manteniendo su pose seria y enojada. —Diablos... trae acá.

Los ojos azulados del otro prácticamente brillaron. —Sabía que terminarías cediendo. —Respondió con una sonrisa triunfadora en sus labios mientras le pasaba el bebé a su novio.

—Ni te atrevas Stanley, no hagas que me arrepienta. —Reprobó con su mirada al otro, viendo como este levantaba sus manos en defensa como si no hubiese hecho nada.

—Ya vuelvo, iré a buscar otras cosas al coche.

—Bien, hazlo rápido. —Miraba a su pareja salir rápidamente, sin embargo, su atención rápidamente cambió hacia el pequeño que tenía en sus brazos. Pequeños ojos azulados y curiosos lo miraban de vuelta, mientras que diminutas manos intentaban tocar el revoltoso cabello de Kyle. Era inevitable la pequeña risa que salió de sus labios al darse cuenta de lo que intentaba hacer el más pequeño.

El pelinegro que volvía con algunos bolsos alcanzó a presenciar esta tierna escena. Su corazón había dado una vuelta en su pecho, sintiendo una calidez enorme en sí. —Creo que ya los amo. —No pudo evitar comentar con una gran sonrisa decorando su rostro.

Kyle no pudo evitar avergonzarse, sintiendo rápidamente sus mejillas algo más acaloradas. — Stanley... —Advirtió con su voz, pero evitando su mirada. Dio media vuelta y decidió alejarse de su tonta pareja, llevándose al bebé con él.

—Hey, espérenme, no termino aún. —Se quejó el de ojos azulados en un tono triste.

—No, te haremos la ley de hielo ahora.

One - Shots | StyleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora