Capítulo 4

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Nick

Estábamos los chicos y yo en el sofá, aproveche la ausencia de Liv para explicarles a Luck y Rome mi historia con ella, como la conocí

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Estábamos los chicos y yo en el sofá, aproveche la ausencia de Liv para explicarles a Luck y Rome mi historia con ella, como la conocí.

-Y que piensas hacer con ella? – pregunto Luck- la vas a tener aquí mientras la buscan, se recupera y luego qué?

-mis planes, eran proponeos a Black como el número cinco- confesé

Jack, Rome, luck y yo, somos los integrantes de una banda, unos estafadores, pero no estafadores cualquieras, nosotros seleccionábamos muy bien a nuestras presas. Necesitábamos un quinto miembro, y ese debía de ser una mujer, porque nos hacía falta una distracción femenina y un punto de vista más amplio, y pensé que... tal vez Liv, podría ser perfecta, no todos los días se encontraban esas cualidades en una chica, fuerte, luchadora, ambiciosa... entre otros.

-como?!- gritaron los tres a coro

- te has vuelto loco- divago Rome poniéndose las manos en la cabeza

- chicos, pensadlo bien, nunca hemos conocido a nadie como ella, y no es porque la conozca y la quiera proteger, eso es un mas a mas, es buna, tiene potencial y lo sabéis, os ruego que esta noche lo consultéis con la almohada.

- pero, tú has pensado en lo que quiere ella, a lo mejor ella no le parece bien la idea- comento Jack

- yo se lo propondré, y que ella elija, pero por lo menos, dejadle la posibilidad de elegir- propuse – nos vemos mañana- dije encaminándome hacia mi habitación

Me detuve en la puerta, llame antes de entrar, no quería entrar sin llamar para invadir su privacidad, al no encontrar respuesta, entre y mis sospechas se confirmaron, estaba dormida, parecía que estaba soñando, fruncía el ceño y balbuceaba cosas.

- lo siento, Leo, lo siento, yo te convencí- decía entre llantos

Después de eso ya no dijo nada más, me metí en el lado izquierdo de la cama con los pantalones de deporte que usaba de pijama y con el pecho descubierto, la luz de la luna entraba por la rejilla de la ventana, iluminaba parte de su tranquilo rostro y sin darme cuenta recogí un mechón de pelo que le caía por la cara para colocárselo detrás de la oreja. Ante mi tacto ella se revolvió un poco, pero siguió durmiendo, quien me lo iba a decir, que un día dormiría con ella.

 Ante mi tacto ella se revolvió un poco, pero siguió durmiendo, quien me lo iba a decir, que un día dormiría con ella

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