Capítulo 10

341 84 34
                                    

Alan golpeó varias veces la puerta del vehículo sin importarle el daño que causara. Caminó de un lado a otro como si fuese un animal enjaulado. Estaba desesperado. «¿Por qué tuvo que venir?», pensó. Keily se veía impresionante en ese vestido, su pelo, sus ojos, toda ella.

—Mira cómo te lastimaste. —Nina tomó sus manos para verificar los nudillos ensangrentados.

—¡No me toques! —gritó y se alejó de ella de forma brusca.

—No me hables así, Alan. No es culpa mía que tu noviecita esté con otro —escupió con rabia.

—Ella no está con otro. Ese es su hermanastro.

—Si tanto quieres a la niñita esa, ¿por qué no la buscas y terminas la tortura? —Lo agarró por el mentón para que la viera a los ojos—. No te voy a negar que me gustas mucho, eres un hombre apuesto, inteligente y muy trabajador. —Alan bufó con fastidio al escuchar sus cumplidos—. Pero creo que debes arreglar la situación con ella.

Alan se alejó, dándole la espalda, y se pasó las manos por el pelo con frustración.

—Tú no entiendes. Ella no me va a perdonar después de lo que vio. —El pecho se le contrajo al darse cuenta de la veracidad de lo que había dicho.

En poco tiempo le hizo mucho daño. La realización de que la perdió para siempre lo golpeó sin piedad. Lo había arruinado todo.

Horas más tarde, entró en la casa y se paró de golpe cuando visualizó a Gian acostado en el sofá cama con una chica que dormía boca abajo. Él despertó y lo miró entre sorprendido y somnoliento.

—Me dijiste que no venías esta noche.

—Y tú te aprovechaste trayendo a una chica. —Gian sonrió, encogiéndose de hombros.

—¿Para qué pagar un lugar si puedo hacerlo aquí? —Se levantó y se puso unos pantalones cortos.

Alan, por su parte, se adentro a la cocina sin ánimos de discutir. Gian era un caso perdido.

—¿Qué te sucede? —preguntó detrás de él, sacando una cerveza del refrigerador.

Alan dudó en contarle, pero decidió hacerlo. Necesitaba desahogarse.

—Keily me vio con Nina en un club. —Agachó la cabeza. Le dolía recordar cómo lo miró—. No la merezco, lo he arruinado y ella de seguro me odia a estas alturas.

—¿La amas? —le preguntó, rompiendo el silencio que se había prolongado entre los dos.

—Más que a mi vida.

Gian asintió y puso una mano en su hombro.

—Trata de recuperarla, entonces.

Alan quiso decir algo más, pero unos toques en la puerta lo impidieron.

—¿Esperas a alguien? —le preguntó a su hermano, pensando en la posibilidad de que quizás planeaba hacer algún tipo de trío. Él negó con la cabeza.

—¡Abre la puerta, Ricci! Sé que estás ahí —Gian se tensó y corrió a la sala ante la voz de un hombre que sonaba muy enojado. Alan lo siguió,confundido por su comportamiento.

—Vamos, despierta. —Gian sacudió a la chica, quien se giró y Alan se percató de que se trataba de Charlotte. Ella se talló los ojos y se cubrió cuando lo vio.

—¿Charlotte? —preguntó, dándole una mirada de advertencia a Gian.

—Luego te explico. —Se giró a ella que aún se cubría con la manta—. Ve al cuarto de Alan, asegura la puerta y, oigas lo que oigas, no salgas. ¿Entendido? —Charlotte asintió y corrió a donde le dijo.

Bucle © (Disponible En Físico) [Completa] (Bilogía Inercia: Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora