Mi visión aún sigue un poco borrosa, pero trato de reconocer los objetos a mi alrededor, estoy en un hospital, llena de maquinas, tubos y mangueras, pero estoy viva.
Vuelvo a cerrar los ojos para recordar que fue lo que ocurrió la noche del accidente, sin embargo, todo es tan confuso y lo único que tengo en la cabeza son esos grandes ojos clavados en mí.
Pero a pesar de no lograr reconocer al extraño, aún siento esa agradable sensación que tuve al tenerlo frente a mí, sentí protección, y luego de mucho tiempo, sentí alivio.Quiero hablar, quiero gritar pero tengo un gran tubo en mi garganta, quizás deba descansar un poco más, siento mis párpados tan pesados que podría dormir un siglo.
Intento cerrarlos nuevamente cuando siento de pronto que alguien abre la puerta. A juzgar por su emocionado rostro y su impecable vestuario debe ser mi doctor.Intento hablar una vez más sin lograrlo y el doctor hace un gesto amable con su mano y mientras se acerca a mí, me habla con un suave tono.
—Hola Amelia, soy el doctor Pierce, debes estar un poco confundida, te quitaré el tubo con mucho cuidado.
Siento un horrible ardor que sube por mi pecho y llega a la garganta al mismo tiempo que el doctor retira el tubo de mi boca.
—Quizás te costará un poco emitir sonidos debido a la irritación de tus cuerdas vocales.
Amelia, ¿Sabes por qué estás en el hospital?— Sus ojos expectantes buscan información mientras que sus manos examinan mis signos vitales.—Tuve un accidente... Yo... Necesito ver a mi mamá— Mi voz apenas es audible y solo logro emitir un susurro.
—Amelia, el accidente fue muy grave, sufriste diversas lesiones incluyendo fracturas, cortes con hemorragias y el más importante fue un golpe en la cabeza que derivó a un coma.
¿Qué?, ¿estuve en coma? pero si pasaron solo cinco minutos desde que quedé inconsciente.
Debe ser una broma, o peor aún, debo seguir en un sueño.—¿En coma?, no entiendo, ¿Cuantas horas?
—Fueron trece días— Las palabras que acabo de escuchar hacen que un escalofrío recorra mi cuerpo y siento que mi cabeza está a punto de estallar —Sé que es dificil de procesar y necesito que mantengas la tranquilidad y paciencia, ya que debemos seguir vigilando tu progreso.
Asiento con la cabeza y logro tragar saliva mientras que las palabras del doctor se agolpan en mi mente. Me gustaría que Andrés estuviera aquí para abrazarme.
Andrés.
El imbécil que terminó conmigo por una llamada y gracias a él tuve un accidente.
—Iré a buscar a tus padres para que puedan conversar— Las palabras del doctor Pierce interrumpen mis pensamientos y le agradezco en voz baja.
Estoy luchando con todas mis fuerzas para mantener mi mente en blanco, sé que necesito descansar, pero ¿trece días?, no entiendo como es posible si solo fue un momento... En que...
Un hombre que jamás he visto en mi vida, me salvó.La puerta se abre de golpe y mi madre cruza la entrada corriendo para avalanzarse sobre mi en un cálido abrazo. Mi padre la sigue acercándose lentamente para depositar un beso en mi frente.
Quiero hablarles, decirles cuánto los amaba, pero el mar de lágrimas inunda por minutos la pequeña sala en la que estabamos.—Mamá, yo no sé que pasó, de pronto estaba volando y luego debajo del auto y solo me quede dormida— sollozo en el hombro de mi madre mientras mi padre me acaricia el cabello.
—Mi amor estuvimos esperando cada segundo que despertaras— dice mi padre en un cálido susurro.
Estar con ellos al fin me hace sentir en paz, la tranquilidad inunda mi cuerpo, sin embargo, hay una pregunta que sigue rondando en mi cabeza.
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Tres segundos para encontrarte
RomanceUn accidente cambia por completo la vida de Amelia. Un misterioso hombre apareció en sus sueños mientras estuvo en coma y hará hasta lo imposible por encontrarlo. ¿Pero será real? O ¿solo fue un sueño? Pronto descubrirá que no todo es lo que parece...