Luz Blanca

33 8 0
                                    

Con un grito Samantha abrió sus ojos, se encontraba en su habitación entre sábanas blancas. ¿Habia sido todo un sueño? Miro a sus alrededores confundida, estaba sentada en lo que sin duda era su cama, con su pillama favorita puesta, todo en su habitación parecía normal. Como aun estaba algo cansada, pues no había pasado buena noche, se dejo caer hacia atrás con sus ojos cerrados. Cuando su cabeza cayo sobre las suaves almohadas empezó a levantar instintivamente sus pestañas y profirió un grito mas agudo que el anterior mientras se incorporaba rápidamente sobre la cama. Y ahí estaba en el cabezal de la misma, aquel chico de pelo blanco, aunque con algo diferente a la noche anterior, de su espalda brotaban enormes alas emplumadas. El no se movía, solo la miraba con cara curiosa y unos ojos de color marrón oscuro con un leve halo espumoso alrededor de la pupila, recordándole esa deliciosa taza de café que tomaba todas las mañanas antes de irse a trabajar. La impaciencia le hizo romper el silencio.
-¿Quien eres? -pregunto tratando de sonar molesta pero la curiosidad que sentía se manifestaba predominante -¿Que haces en mi casa?
-Una pregunta a la vez -dijo mientras sonreía divertido. Tenia una voz extrañamente tranquilizadora. Si tuviera que elejir un color para ella sería el azul como el cielo, pero con la textura de la blanca espuma que dejaban las olas en la arena -Me llamo Arael
-¿Y que haces en mi casa? -insistia ella, esta vez con una incomodidad clara en su rostro
-¿No recuerdas nada de lo que ocurrió ayer? - pregunto con una sonrisa incrédula, mientras se mantenía a flote a pesar de no estar haciendo el mas mínimo movimiento con sus majestuosas alas, salpicadas de gotas carmesí, que estropeaban su terso blancor
-Yo te he preguntado antes -la molestia en su mirada parecía crecer con cada palabra. Transformando el cielo soleado que había conocido en su vista, en una atmósfera tormentosa.
-Eres la primera Humain que ha tenido el valor de darme esa expresión -dijo el con una cara divertida -Pero no tienes que enojarte ya te cuento lo sucedido.
Antes de que ella pudiera notarlo tenia a Arael justo en frente con sus ojos clavados en los de ella, lo suficientemente cerca como para poder sentir el olor a sangre que emanaba de su ropa. Pero no duro mucho, con un leve batir de alas, aterrizo y se sentó justo en frente de ella, con el aspecto peculiar de que seguía flotando.
-Empecemos por el principio -dijo, sacándola de su detallada observación y poniendo en guardia su atención -Soy un ángel, fui enviado aquí junto con otros como yo para exterminar a los demonios.
-Pero en la tierra no hay demonios -dijo Samantha interrumpiéndolo, ante lo cual el lanzó una mirada irritada
-Estan, lo que fuera de tu vista -respondio el ángel con algunas pizcas de cólera en la frase -Ellos pueden poseer cuerpos humanos y seguir con la vida del Humain en cuestión. Pero para poder mantener ese cuepo necesitan ingerir toda la sangre de otro Humain una vez al mes. Esa es la única condicion para permanecer en esta dimensión pues, les resulta imposible hacerlo en su verdadera forma corpórea
Ella sintió como un sabor ácido le invadía el paladar junto con unas nauseas incontrolables. Se obligo a tragar y se quedo mirando fijamente a Arael. Era justo como habría imaginado a un ángel. Su rizado cabello blanco plateado se le pegaba a las sienes por el sudor. Su pálido rostro hacia contraste con sus alas que a pesar de verse majestuosas, parecían encojidas.
-Eso aun no me explica porque estas en mi casa -dijo incrédula, aunque relajada
-La noche anterior -repuso el rápidamente -Nos encontramos por pura casualidad, yo estaba en la persecución de un "alastor" un tipo de demonio de bajo nivel, que son los que mayormente atraviesan las dimensiones del submundo, para llegar hasta aquí. Por lo general se apoderan del cuerpo de niños o adolescentes, por su falta de poder -con un leve carraspeo en la garganta da a entender su desvío del tema principal -Cuando conseguí eliminar a mi objetivo, comencé a caminar carretera arriba para encontrarme con los mios. Pero apareciste en mi camino y derrepente te desmayaste.
-¿Tu me trajiste a casa? -interrumpio la chica con una clara duda en sus ojos
-Claro, aunque no lo parezca llevo cierto tiempo viviendo en el mundo de los Humains, se como funciona
-¿Pero como escondes las alas?
-Es algo raro, los Humains comúnmente no pueden verlas -dijo Arael mientras miraba su espalda como reflejo instintivo
Samantha continuo observándolo, era como la personificación de la luz blanca, su pelo, su piel, sus alas. En medio de toda aquella blancura, solo resaltaban sus enormes ojos café y las manchas carmesí alrededor de todo su cuerpo.
-¿Estas herido? -en su voz se escucho una nota de preocupación.
-¿Porque lo preguntas? -tras la ultima palabra comenzó a mirar trabajosamente su cuerpo y sus alas, como recién percatándose del desastre que estaba hecho -Oh!, ¿lo dices por mis ropas? No te preocupes, esta sangre no es mía.
-¿No te gustaría darte un baño? -con cada palabra que iba diciendo su rostro se iba poniendo caliente, que era clara evidencia del leve sonrojo. Nunca había invitado a un hombre a bañarse en su departamento, nadie a parte de su novio. "Novio" esta palabra resonaba como un eco constante e interminable. De repente y con la sensación de algo frío en su mejilla, abre los ojos.
-¿Sucede algo? -la fría sensación resultaba ser la delgada mano de largos dedos de Arael. Que estaba secando las lágrimas que corrían por sus mejillas y recién acababa de notar.
A modo de acto reflejo se inclino hacia atrás lo suficiente para que los dedos del angel se alejaran de su rostro. Estaba evitando la mirada del chico.
-Deberias ir rápido a la ducha antes de que la sangre se seque mas, así aprovecho y lavo tu ropa -interrumpio un momento y se puso a rebuscar algo algo en su closet -Aqui tienes -dijo mientras le lanzaba algo de ropa para hombres -Tal vez es de tu talla y lo puedes usar hasta que tu ropa este limpia, ven te enseñare el baño.
Arael no hablaba, se limitaba a seguirla a todos lados mientras miraba con sus ojos marrones llenos de curiosidad. Daba la impresión de estar viendo a un niño pequeño con la mirada cargada de un brillo peculiar. Después de caminar hasta el final de un largo pasillo, Samantha abrio la puerta de la ultima habitación, era pequeña pero confortable. Dentro había una tina mediana escondida tras una cortina malva. Un lavamanos y una taza, ambas a juego con la bañadera, de un fino mármol color hueso. El joven floto dentro de la habitación y poso sus descalzos pies en el frío suelo, tanto que daba la sensación de estar húmedo. Parecía fascinado y se movía torpemente alrededor de todo el baño con las ropas negras en los brazos.
-Deja las prendas que te di en la cesta para que te... -antes de que pudiera terminar de hablar, ya Arael se había quitado la ensangrentada camisa blanca y se la entregaba estirando la mano y con una sonrisa, que daba a entender la espontaneidad de la acción. Sonrojada sale de la habitación cerrando fuertemente la puerta -Dejame al menos terminar de hablar -grito con la voz algo temblorosa, se pega a la pared justo al lado de la entrada al cuarto, y tratando de relajarse continua -La ropa que te di, ponla en una canasta, para que la uses cuando estés limpio, y la sucia, la pones en otra cesta y la dejas fuera de la habitación, que yo vendré a buscarla para lavarla.
Cuando termino de hablar aun apoyada en aquella pared de rosa pálido, empezó a mirar el techo en espera de la vestimenta ensangrentada. Apenas pasaron escasos minutos pero para sus sentidos el tiempo parecía haberse detenido. Con la cabeza hacia arriba y sus párpados cubriendo sus ojos no puedo evitar la invasión de la imagen del torso desnudo de Arael. Era realmente pálido y delgado, casi se podían contar sus costillas. Su abdomen estaba extrañamente un poco marcado y dos hermosas lineas iban desde sus caderas hasta su pelvis. El sonido del toque de la puerta del baño la hizo regresar de sus pensamientos para poder notar un embrollo de tela blanca en la alfombra justo al lado de ella.
-Hombres -susurró, mientras recogía la ropa amontonada y se disponía a ir hacia el pequeño balcón trasero dejando tras de si el sonido del agua llenando la tina.
Arael estaba parado justo al borde observando con cuidado la espuña que se iba formando. No paso mucho tiempo antes de que solo se vieran los bordes de mármol hueso con aquella montaña de blanca nieve en el centro. El baño ya estaba listo, de manera cuidadosa para no dañar sus alas entro en el agua. Era una sensación muy agradable, comparable incluso con estar sumergido en un cálido abrazo. Recostado en el borde y con la mirada fija en la ondulada superficie, comenzó a pensar en muchas cosas. Función su entrecejo, ¿que era Samantha?. Sin duda alguna no era Humain pero tampoco era un demonio, ¿que era ella?. "Samantha" aquella chica de cabello rojo, largo, parecía que llamaradas nocturnas adornaban su rostro. Sin embargo ver sus ojos era como ver un pedazo de cielo en ellos, transmitía calma, todo lo contrario a su pelo o porte. Era bastante alta para ser una mujer, delgada, de anchas caderas y un rostro tan fino que hasta las ángeles, le tendrían algo de celos. Cuando hubo terminado de limpiar los rastros escarlata de sus plumas, piel y cabello se dispuso a salir de la bañera. Se paro en frente del empañado espejo, para empezar a vestirse. Luego de un rato sale de la habitación y se encuentra con el mismo largo pasillo, por lo que agudizo su oído para saber donde estaba la chica. Del lado derecho se oía un gran ajetro, por lo que presumió que estaba ahí. Empezó a caminar hacia allá, al final había un pequeño balcón con una maquina para lavar la ropa y múltiples cuerdas por todo el techo, donde colgaban sus prendas mojadas, y limpias. En ese instante ella sale de detrás de ellas, con el pelo mojado, pegado en las orejas. Cuando lo vio, notó lo bien que le quedaba el color negro en contraste con su piel lechosa. Además de los dos agujeros que había tenido que hacer para que las alas pudieran pasar a través de la camisa. Se veía realmente hermoso y delicado, como una figura de porcelana que al mínimo roce se rompe.
-Vamos a la sala de estar, prepare algo de té -tras terminar la frase se adelanta y empieza a caminar.
Una vez allí, se sienta en un sofá de color frambuesa que hacia juego perfecto con la mesita que estaba justo en el medio. Encima de la misma, estaba la bandeja con dos tazas y la tetera. Antes de que pudiera invitarlo a sentar, el hablo
-Samantha nacesito hablar algo contigo es... -
-¿Como es que sabes mi nombre? - había cierta agresividad en su tono
-Como mismo obtuve tu dirección para traerte a casa por... -el timbre sonó antes de que pudiera acabar y soltó un resoplido, dando a entender su molestia.
Ella se levantó apresuradamente a abrir la entrada de su casa, con el chico flotando tras de si como había sido normal en las ultimas horas. Al abrir la puerta su cuerpo se debilito tanto que tuvo que sostenerse del ángel como si este fuera una pared mas. En cambio el parecía firme, con los ojos fijos en el extraño de la puerta y sus plumas completamente erizadas, como el pelaje de un gato que esta a la defensiva. Samantha abrió suavemente los labios para decir algo.
-Sebastian -susurro con voz entrecortada
---------------------------------------------------------
Hola, esta historia fue escrita originalmente en Wattpad, si la estás leyendo en otra plataforma es posible que seas víctima de un virus o un malware. Si quieres saber más de esta historia te invito a visitar mi perfil @Tessa_Gasai en Wattpad, es gratis y puedes leer sin problema. Gracias por la atención.

A través del prisma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora