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"Solo mírame a los ojos, ¿podemos vivir la vida real?"

Cuando mi amiga aparcó el auto frente a un edificio, ambas salimos y Ellie, como quien conoce excelente el terreno por las veces que lo recorrió, tocó el timbre del piso 6A y una voz femenina le dijo que ya bajaba a abrirnos, así que esperamos unos minutos.

El edificio en cuestión era enorme, conté aproximada once pisos y cada uno tenía ventanas gigantes. Había alguna que otra persona asomada en los balcones, pensaba que era un lugar familiar, pero en cuanto llegamos al piso 6, comprobé que todo ese piso les pertenecía. ¿Cómo lograban pagar algo así?

Ellie me comentó que cada cuarto tenía paredes con aislación acústica para evitar molestar a los vecinos, pero curiosamente las vibraciones eran algo inevitable.

En mi loca cabeza solo podía imaginar a un rebelde Scott tocando la guitarra con tal intensidad que derrumbara el edificio. ¿Podía pasar?

Ellie se adentró a uno de los departamentos, como si fuese su propia casa y la chica que nos había abierto se fue a otro, dejándole a mi amiga la responsabilidad de guiarme. Aunque ella parecía tan determinada, que era inevitable preguntarme cuántas veces había estado allí.

Cuando al fin nos detuvimos, observé mi alrededor. Era un completo caos de hojas y artículos desperdigados por doquier. Era una sala amplia, pero el desorden la hacía ver más pequeña. Había hojas tiradas por todas partes, instrumentos ocupando casi todo el espacio, sin ningún tipo de organización. Dos micrófonos en el suelo e incluso había ropa y cajas de pizza.

Era curioso, pero me parecía que era normal en chicos de esa edad, en especial porque eran cuatro.

Me sorprendí cuando ví a Scott con una gran bolsa negra. Tenía el ceño fruncido y los labios apretados, su gesto reflejaba concentración y me pareció tan interesante y poco usual, debido a que estaba juntando basura.

Me entretuve viéndolo por un momento, debido a que aún no se percataba de mi presencia. Así que observé al chico mientras juntaba cada caja y, con un pequeño paño que tenía en su otra mano, limpió las mesas.

Solo podía pensar: Qué lindo te ves limpiando, esperancito.

Lo escuché gritarle algo a Drake y este soltó una risa.

—Relájate, Scott. Vamos a divertirnos.

—Me altera ver todo tirado, ¿pueden solo juntar su basura? —gruñó Scott.

Yo me contuve para no reír mientras observaba la situación desde la puerta.
Scott parecía el padre del grupo, aquel pacífico que prefería el orden al caos mientras los demás parecían absortos en sus teléfonos, haciendo quién sabe qué.

Ellie estaba observando a Scott mientras limpiaba, sin embargo, no tardó en correr hacia Drake y este la recibió con las brazos abiertos. La elevó unos cuántos centímetros del suelo y ambos se enfundieron en un beso ansioso.

Scott terminó de juntar la basura del suelo y limpió su frente con su antebrazo, solo en ese momento alzó la mirada y me descubrió ahí parada.

Lo saludé con un movimiento de mano y una sonrisa coqueta. Él sonrió y dejó la bolsa sobre el suelo para acercarse y apoyar sus manos sobre mi cintura.

—Miren a quién tenemos aquí —murmuró con sus ojos brillantes.

—¿Me extrañaste? —pregunté, divertida.

Eɴᴛʀᴇ Pɪʀᴀ́ᴍɪᴅᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora