Me desperté entre sudores, había soñado con ella, Judith, mi novia. Lo último que recuerdo de ella es esa típica sonrisa en su cara, esa que ponía cuando la despertaba con su desayuno favorito o cuando le daba una sorpresa, esa sonrisa que jamás volvería a ver...
Me levante de los trozos de madera amontonada y restos de un colchón donde dormía. Fui al baño, donde tenía un gran cubo con agua recolectada de la lluvia, me limpie la cara, cogí el cepillo de dientes y la crema dental, que logré sacar de mi casa antes de irme hace más de dos meses, y me lave los dientes.
Salí de la casa con la ropa que tenía. Llevaba dos días con ella puesta, pero aún estaba limpia. Miré a mi alrededor, sólo vi la misma vista que todos los días. Una ciudad a lo lejos, destruida por los efectos de una guerra. Y en unos años lo estaría aún más tras el desastre que provocará está guerra civil en la que vivimos. Detrás de mi, mi refugio, la casa donde dormía algunas noches, con el segundo piso arrasado y un agujero tapeado por mi mismo hace unos días. No era muy bonita, pero era el único lugar decente donde había podido dormir más o menos seguro desde que me fui de casa.
Hoy tenía que buscar en las ruinas de la ciudad objetos que me fueran de utilidad. Necesitaba encontrar alimentos o algo de abrigo. El invierno se acerca y no se sí con lo poco que tengo sobreviviré. Me dispuse a ir a un antiguo centro comercial, estaría muy saqueado seguro, pero algo tiene que haber. Eso pensaba para autoconvencerme, que valía la pena arriesgarse a salir por el día, hay muchos bandidos y creo que es mejor salir por la noche y aprovechar el oscuro abrigo que esta proporciona. No se porque seguía diciéndome que valía la pena vivir, después de todo, que ganaba siguiendo vivo sí estaba sólo y no tenía nadie con quién hablar y aún peor ahora que no tenía a Juth.
Cogí la mochila más grande que tenía, cerré la puerta del refugio y me dispuse a ir al centro comercial. De camino a este me encontré una pequeña tienda de abastos escondida en un oscuro callejón, sin dudarlo fui hacia ella. Al entrar vi el mostrador vacío y las despensas también. Apenas dejaron algunos alimentos en lata y poco más. Los cogí, aún habían algunos que se podían aprovechar. Salté el mostrador e intenté abrir la puerta del almacén, nada, estaba cerrada. En la zona de la cerradura se notaba que ya habían intentado forzarla, pero sin éxito, saqué de la mochila una palanca que había conseguido hace unos días y empecé a forzar la puerta.
Después de varios minutos de intento logré abrirla. El almacén era pequeño, con algunos estantes y una gran bombilla que colgaba sobre su propio cable. No había ventanas ni nada, así que sólo entraba la luz que pasaba por la forzada puerta. Sólo encontré tres cajas selladas. Por el resto de la habitación se podían ver cajas abiertas y rotas esparcidas por todo el suelo y algunas en los pequeños estantes. Abrí la primera caja, no había nada de valor, sólo cuentas y facturas. Encontré un pequeño cuaderno de folios blancos, no tenía nada escrito, así que lo cogí (he de decir que ese cuaderno es este donde estoy escribiendo esta especie de diario); en la segunda caja había botellas de agua y de algunos refrescos, vendrían bastante bien tenerlos, eché todo a la mochila; y en la tercera caja encontré algunos libros, podrían venir bien para cuando me aburra, o incluso como combustible para cocinar, los cogí y salí de la habitación. Eché un último vistazo a la pequeña tienda, en una esquina vi una pequeña caja de herramientas, fui a cogerla. Estaba repleta, la movi un poco para ver sí hacía mucho ruido al andar, al comprobar que no, me fui de la tienda.
Ya no hacía falta arriesgarse más, me había hecho con un buen botín, así que me fui a casa. Al llegar entre rápidamente, ya se iba a hacer de noche. La tienda estaba lo suficientemente lejos como para echar una hora de caminata, eso acompañado a que iba con mucho cuidado y escondiendome de no ser visto realentizaba mi paso. Saqué todo de la mochila y lo puse donde correspondía. La comida la guardaba en el frigorífico, aunque no había luz servía para ese propósito; el agua y los refrescos lo puse en una pequeña caja al lado de mi "cama" y la caja de herramientas la guardé en un pequeño armario que tenía en la habitación.
Todo lo tenía en mi pequeña habitación, el frigorífico, mi cama, el armario, el resto de la casa estaba llena de muebles, pero no había nada de valor para mi, todo lo importante lo tenía cerca, así estaría más al alcance.
El resto de la tarde/noche la pase tirado en mi nido con los libros que había cogido encima de el. Empecé a leer uno, tenía la portada y las hojas principales arrancadas, pero iba de un brujo/mercenario que iba por ahí haciendo encargos. Es un libro muy interesante, ahora mismo voy por la tercera historia del primer libro, pero lo he dejado para escribir un poco.
Está es la única forma que tengo de no sentirme sólo, se que esto no llegara a ningún sitio, pero así consigo desahogarme. Bueno, creo que ya he contado lo que me ha pasado hoy. Ahora tengo que vigilar la zona, es de noche ya y no quiero que nadie venga a robarme. Creo que cogeré el cuchillo. No se sí sería capaz de usarlo contra alguien, pero tengo que protegerme, aunque no creo saber en quién confiar o no. Esto es un infierno no hay manera alguna de confiar en nadie, todos intentan sobrevivir y en lo único que pienso es en:
"¿Qué sería capaz de hacer para sobrevivir?"
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En tiempos de guerra
General FictionNathan Blacke vive en una ciudad asolada por la guerra civil producida tras el desastre final de la 3° guerra mundial. Está guerra ha provocado un fuerte golpe en el estilo de vida del país, obligando a todos a hacer lo que sea para sobrevivir...