Llegados los dos hasta la extraña puerta de un color blanco brillante, se bajan del caballo, el escenario sigue siendo el mismo de antes, todo negro, todo asombrosamente negro, los miles de colores y figuras habían desaparecido para ser sustituídos por una sensación de espacio profundo que os encogería fuertemente vuestros corazones transmitiendo una sensación de debilidad y, a su vez, de inmensa belleza.
-Ya hemos llegado, Maestro de escuela- Dijo Napoleón- Dale recuerdos a Robespierre si te lo encuentras por ahí-añadió- igual me corta la cabeza antes de poder hacerlo- respondió François en modo broma.
Ambos se despidieron con una última mirada antes de nuestro protagonista atravesara la puerta. Cuando esto ocurrió, pasó inmediatamente al otro lado de esta, sin poder recordar nada de la travesía puerta-puerta y casi se desmaya del "agotamiento", acabando tumbado en el suelo.
Cuando recobró el aliento pudo empezar a hacer un reconocimiento de la zona, pero es que no tenía ni puta idea de donde estaba
El suelo que pisaba le era extremadamente extraño, la hierba era más gruesa de lo normal, como si fueran espinas extremadamente flácidas, luminosas y de un color muy violeta. Estas desprendían un olor extraño para François, pero le resultaba muy agradable y pacífico, casi dándole ganas de tumbarse ahí y dormir durante horas. En aquel lugar era de noche, cosa que se podía notar por la falta de luz más que por las posibilidades de poder visionar el cielo desde ahí debido a que los árboles del bosque tapaban el 99% de la visión de este.
Como acabo de decir, François estaba en una zona boscosa cuyos árboles eran extremadamente altos y muy parecidos a los árboles tropicales de la amazonia, salvo por el hecho de que estos primeros poseían un color azulado oscuro que, si no fuera por la violeta luz del suelo, no podríais distinguirlos en la oscuridad. François se acercó a uno de estos, llegando a posar su mano sobre el tronco.
-Puede notar que lo estás tocando- Dice una voz extraña desde el fondo del bosque. François, asustado, pega un salto y un giro de 180 grados que lo descoloca y le hace caer al suelo -¿Quién eres?- Pregunta él - Creo que la pregunta es incorrecta- responde la otra voz. De repente, aparece en las sombras una mujer que debía rondar los 21 años de edad